Nos costó decidirnos por la localidad que sería nuestro campamento base en esta preciosa región portuguesa, queríamos descansar, disfrutar de sus maravillosas playas y recorrer sus pueblos, fortalezas y, en definitiva, volver a disfrutar del Algarve. Recordábamos de otro viaje anterior la localidad de Albufeira y optamos por alojarnos allí. Nos equivocamos, la transformación que ha experimentado es horrible. Nada queda de aquel precioso pueblo de pescadores, se ha convertido en el ejemplo perfecto del turismo no sostenible.

El desacierto en el alojamiento no impidió que disfrutásemos mucho del Algarve. Lo primero que hicimos fue dirigimos hacia la zona más occidental, la A22 no llega hasta Sagres pero acorta mucho el trayecto. Nuestro objetivo era visitar Sagres -un pequeño pueblo de  pescadores-, su famosa fortaleza y el faro de cabo San Vicente.

Antes de llegar hicimos una visita a Vila do Bispo y nos acercamos a conocer el menhir de Raposeira. Este último está indicado en la carretera pero hay que estar atentos para no pasarte de largo. La carretera termina en una playa lindísima, la playa de Ingrina es pequeña pero paradisíaca.

Mientras conducía yo iba convencida de que los acantilados de Sagres y San Vicente me iban a gustar, pero os puedo asegurar que cuando los contemplas te dejan sin palabras, parece que estás en el fin del mundo.

El pueblo de Sagres es tranquilo y bonito, ajeno al bullicio. Allí, al visitar su Oficina de Turismo, nos enteramos de que era el Día Internacional del Turismo y nos obsequiaron con dos sombreros pudiendo elegir color… ¡tuvimos el detalle de elegir los de la bandera portuguesa, que hay que ser agradecido!

Su mayor atractivo para los turistas es su enclave y su famosa fortaleza. Callejear por el pueblo es muy agradable, pero no te puedes marchar sin entrar en la fortaleza.

Nosotros queríamos conocer la Fortaleza de Sagres por el lugar que ocupa en la historia portuguesa de los descubrimientos, ya que cuando el príncipe Enrique el Navegante recibió las tierras de Sagres y San Vicente se desplazó a vivir allí. En esas fechas ordenó la construcción de la fortaleza de Sagres, ubicada en un promontorio rodeado de acantilados salvo por una zona de acceso terrestre.

 

La zona es de una gran belleza y el recinto es extenso. Se paga una entrada pequeña, simbólica. Hay que estar dispuestos a caminar para recorrer toda la roca, nosotros empleamos más de dos horas. Existe un sendero perimetral que te permite contemplar los acantilados y también varios caminos que te llevan hasta el faro, la rosa de los vientos, la iglesia que hoy está convertida en un auditorio, el laberinto del viento “Voz do Mar”, las oquedades que las “furnas” – las cuevas marinas- dejan en la superficie…

 

 

En la fortaleza nos contaron una preciosa leyenda  que narra cómo el príncipe Enrique el Navegante creó una escuela de científicos y navegantes en Sagres, donde se formaban marinos extraordinarios, se diseñaban las rutas a seguir y los mapas a utilizar, se construían nuevos barcos… La leyenda surge de historiadores románticos de la era de los descubrimientos pero hoy en día está en descrédito, carece de rigor histórico a pesar de estar viva en los habitantes de la zona. Si quieres saber más de todo ello escucha el podcast que te recomendamos al final de este artículo, grabado en la misma Fortaleza de Sagres. 

 

 

 

 

La fortaleza que se visita hoy no es la original del S XV ya que fue devastada por el tsunami provocado por el terremoto de Lisboa de 1755. La ola gigantesca que se produjo superó los más de ochenta metros de altura que tiene en algunos tramos el peñasco. Como resultado la fortaleza quedó hecha añicos hasta que, a finales del S. XVIII, comenzó una reconstrucción poco cuidadosa con la estructura de los muros originales. En el pasado S XX se realizaron trabajos para intentar devolverle el aspecto original.

La fortaleza está muy próxima al cabo San Vicente, punto situado en el extremo sudoeste de Portugal, allí hay un faro precioso desde donde puedes contemplar un atardecer espectacular, eso sí ir preparados para el fuerte viento que azota en el lugar.

 

 

Todo esta zona del Algarve está llena de fortificaciones defensivas, cuando volvíamos del cabo de San Vicente nos encontramos con la Fortaleza de Beliche, en lo alto de la playa del mismo nombre. Los continuos ataques piratas propiciaron múltiples construcciones defensivas, de hecho esta fortaleza fue arrasada por el corsario Francis Drake por lo que tuvo que ser totalmente reconstruida. Encontrarla fue toda una sorpresa ya que desconocíamos su existencia, a pesar de haber estado ya en El Algarve.

Por cierto, se me olvidaba deciros que, en esta zona que hay tantos faros, no preguntéis a un portugués por un faro, preguntar por “o farol”, así llegaréis a buen puerto.

¡El Algarve merece la pena! ¡Portugal, mucho por descubrir!

Nota de la autora: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo, no tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”

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