Si hay una población portuguesa que reciba a miles de visitantes es Óbidos, una pequeña localidad cuya singularidad principal estriba en el hecho de estar totalmente amurallada.

Estas murallas, que encierran todo un laberinto de estrechas calles empedradas, tienen su origen en la época en la que los árabes moraban en esta zona, entre los siglos VIII al XI, pero los muros que hoy contemplamos no son aquellos, ya que el terremoto de Lisboa de 1755 los destruyó. Las murallas actuales datan de la reconstrucción del S. XVIII.

Durante siglos esta villa perteneció a la casa real portuguesa. Era tradición utilizar esta ciudadela como dote de las princesas que algún día se convertirían en reina. La ciudad pasaba así de reina en reina. De hecho una población vecina se llama Caldas da Rainha.

Al llegar al pueblo debemos dejar nuestro coche en el aparcamiento disuasorio que encontraremos lleno de autobuses. Obidos es una de las excursiones obligadas cuando pasas unos días en Lisboa.

La fama de Obidos, su cercanía a la capital lusa -a algo menos de una hora- y el hecho de poder recorrerla fácilmente en un día están a punto de matar de éxito a esta preciosa villa. Desde luego el verano no es una época aconsejable para realizar una visita, ya que la encontrareis demasiado concurrida.

Cuando la recorremos es habitual hacerlo por la calle principal, la llamada Rúa Dereita, una vez atravesada la Porta da Vila. La calle, cuyas casas tienen los bordes pintados de amarillo o azul, está llena de tiendas. El trazado urbanístico del conjunto monumental está compuesto de pequeñas calles laterales, muchas de ellas con escaleras, y rincones con mucho encanto.

 

En el recorrido te vas a encontrar con una plaza que alberga la iglesia de Santa María, edificada tras conquistar la ciudad a los árabes. En esta plaza también podemos contemplar una picota, “O Pelourinho de Óbidos”, donde se castigaba a los criminales.

 

Ascendiendo un poco más, antes de entrar en el recinto del castillo nos vamos a encontrar con la iglesia de Santiago, que alberga una librería ¡Animaros a entrar, es algo curioso de ver!

La parte alta del pueblo la ocupa el castillo, construido en el siglo XIII cuando el rey Sancho, segundo rey de Portugal, logró conquistar la ciudadela a los musulmanes. Desde sus murallas, a las que se puede subir sin dificultades, se contempla todo el valle donde está enclavado, lleno de viñedos y huertas.

El castillo tiene la forma tradicional del castillo que regalamos a los niños. Nosotros lo conocimos hace años y en nuestra última visita pudimos ver que en su patio de armas se han construido unas casetas y un pequeño escenario donde realizar representaciones teatrales, para la celebración del mercado medieval de verano, durante los meses de julio y agosto. No dudo que la fiesta medieval merezca la pena pero el recinto, en mi opinión, con esas casetas pierde mucho encanto.

Una curiosidad que puedes contemplar en la parte baja del pueblo es el acueducto de Obidos, también llamado acueducto de Usseira. Construido en el S. XVI por orden de Catalina de Austria, la hija menor de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, casada con el rey portugués Juan III. El acueducto se realizó para llevar agua a Obidos desde la localidad de Usseira, donde se encontraba la fuente de agua. Construido en piedra de mampostería, tiene algo más de 3 kilómetros de largo ¡Ahí es nada!

¡Os recomiendo conocer Obidos ya que es una preciosidad! Pero recordad hacerlo en una época no especialmente turística o acudir a media tarde a verla y contemplar la puesta de sol, los autobuses con las hordas de turistas ya se habrán ido.

¡Portugal, mucho por descubrir!

 

Nota de la autora: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo, no tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”.

 

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