Hoy os sigo contando mi idilio en el punto que lo dejé en la primera entrega de este artículo, Córdoba, la ciudad que conquista _ I

El tercer día amaneció tristón, como presagiando lluvia, pero estando en Córdoba pensamos que sería poco probable que el sol no luciese. Nos encaminamos a la oficina de turismo, ubicada cerca del Guadalquivir. Zona Arco del Triunfo de Córdoba

En esa zona del Arco del Triunfo, te percatas de la gran cantidad de autobuses que llegan diariamente a la ciudad, desembarcando una riada de excursionistas, ataviados con su cámara fotográfica y su preceptivo gorro, dispuestos a inundar las callejuelas que rodean a la Mezquita.

Desde allí nos fuimos a la Judería, que merece la pena. Comenzamos en la plaza Tiberiades, donde se encuentra El Museo Taurino e inmediatamente detrás se ubica el antiguo zoco, hoy convertido en un mercado de artesanía tradicional cordobesa (joyas, curtidos, cerámica…), del que os hablamos en la segunda parte del artículo Los Patios de Córdoba.

Al salir del zoco por la calle Judíos nos dirigimos a la sinagoga, única que se conserva en Andalucía. En ella se aprecian inscripciones en hebreo que reproducen versos de la Biblia, del libro de los Salmos. Al entrar nos encontramos con un patio desde el que se accede a la sala de la oración y también donde se ubica la escalera de acceso a la sala de las mujeres. Se trata de un templo sencillo pero muy hermoso.

En esta parte de la ciudad nos encontramos señalizados, en el suelo, todos los monumentos que están incluidos en la Red de Juderías-Caminos de Sefarad. La señalización es una iniciativa de esta asociación y en mi opinión muy acertada. Una vez que reconoces el significado de la chapita dorada ya puedes reconocerla en todo la península.

Y comenzó a llover a mares, optamos por subirnos en el bus turístico. Realmente el billete combina un microbús para recorrer el casco histórico con calles más pequeñas y el típico bus de dos pisos. Lógicamente los asientos de la parte de abajo estaban ocupados, y para contemplar el recorrido por la ciudad no quedó otra que estar en la parte superior del autobús. Cogimos una buena mojadura, el toldo que tiene está preparado para el tiempo soleado, ese día lluvioso servía para acumular agua y verterla hacia adentro en las curvas. Pronto consideramos que la idea del bus, no era buena.

Pero hay que ser positivos y a pesar de la “mojadura”, el recorrido en bus turístico sirvió para que viéramos los jardines de Colón o edificios como el Palacio de la Merced, que antes fue convento de la Merced Calzada y hoy es sede de la Diputación de Córdoba, a los que no hubiéramos llegado caminando solo por el casco antiguo. Pudimos contemplar también desde otra perspectiva la Iglesia de San Lorenzo o la plaza de Las Tendillas.

Al finalizar el trayecto decidimos dirigirnos a los jardines de la Victoria. Allí existe un mercado del mismo nombre que ocupa un edificio antiguo de hierro forjado. Anteriormente era una caseta de feria, que se ha reconvertido en un espacio gastronómico, donde existen distintos puestos especializados en comida cordobesa, italiana, japonesa… nosotros nos inclinamos por uno de ellos, La Salmoreteca  donde se puede degustar aparte del salmorejo tradicional, otras variantes como la de aguacate, de manzana…

En nuestro caso nos decidimos por una cata de tres salmorejos: salmorejo clásico cordobés, la variedad de mazamorra de queso azul y miel de cilantro y el salmorejo de setas y boletus, y lo acompañamos con un pincho de tortilla tradicional de patatas. Todo ello riquísimo, os aseguro que lo de innovar al chef Juanjo Ruiz se le da de miedo, nos encantó.

Por la tarde dejó de llover, y pudimos ir hasta Medina-Azahara pero eso ya es otra historia… que en breve os contará elviajeroaccidental.

De vuelta a Córdoba estuvimos paseando por la zona de la muralla y la puerta de Almodóvar, el único acceso que se conserva de los 9 que edificó Abd al-Rahman I.

Anochecía en Córdoba cuando nos adentramos en un conjunto de calles trazadas rectas, a cordel, que fueron proyectadas tras la conquista cristiana de Córdoba.

Nos encontramos en el barrio de San Basilio, justo detrás de los alcázares, famoso por sus patios. ¿Qué decir del barrio?  Que contrasta con las sinuosas calles de la Judería, que es precioso, que está muy bien conservado, que en una de sus calles está la sede de la Asociación de Amigos de los Patios, que tiene tabernas y mesones donde degustarás un buen montilla con un pincho… como ejemplo la taberna La Viuda  que nos recomendaron en la recepción del hotel. Os sugiero que como acompañamiento con el fino o la caña probéis la japuta en adobo clásico.

Y de ahí nos fuimos hasta Bodegas Guzmán en plena Judería. Merece la pena conocer el local, y probar su queso en aceite o un poquito de jamón acompañando un Montilla. Para los taurinos decir que es la sede de la tertulia taurina “Finito de Córdoba”.

Para cenar ese día fuimos al Mesón Juan Peña, del que nos habían hablado bien y allí comimos acedías y boquerones que también fueron de nuestro agrado.

Te da pena despedirte de Córdoba, esa Córdoba que inexplicablemente no me gustó hace años. ¿¿¿En qué estaría yo pensando????

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Puedes leer la primera parte de este artículo aquí:

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Nota de la autora: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo, no tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”.

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