El MV Plassy, a veces mencionado simplemente como Plassey, fue un barco adquirido por la flamante Limerick Steamship Company Limited en los años 50 para usarlo como carguero. Normalmente el Plassey cubría la ruta entre los puertos europeos de Liverpool, Amberes y Rotterdam y los puertos de la costa oeste de Irlanda. El 8 de marzo de 1960, después de viajar entre Liverpool y Fenit, debía de continuar en su ruta hacia Galway. Lo que nadie sabía es que ése iba a ser su último viaje.

No soy un gran fanático de los tours organizados, pero a veces, cuando el tiempo apremia, realmente es más cómodo y rápido dejarse hacer. Por eso, en mi viaje por tierras irlandesas, contraté una excursión de medio día desde Galway. Nos recogerían temprano por la mañana, y durante la jornada haríamos una ruta en micro-bus por las carreteras plagadas de verde mientras contemplamos el paisaje del Burren. Nuestros destinos principales eran dos: los acantilados de Moher y la más pequeña de las Islas de Aran: Inis Oírr (Inisheer).

Mi anfritrión en los acantilados de Moher.

Como Moher es el plato fuerte, se reserva para el final de la excursión. El viaje hasta la isla se hace en ferry desde el pintoresco pueblo de pescadores de Doolin. La ida es bonita, pero la vuelta es preciosa. Se hace justo por debajo de los acantilados, pudiendo disfrutar desde un punto de vista exclusivo de toda su inmensidad.

Ahora bien, he de serte sincero. Disfruté lo máximo que pude en ambas travesías, pero no mucho. El mar no estaba precisamente calmo, y siendo ya una persona que se marea con facilidad, mi sensación era la de ir completamente drogado a bordo de este barquito que se movía, para mi gusto, demasiado. Así que por desgracia, no me despegué de una barra metálica que había en la parte exterior del barco. Si sufres del mismo mal, la única recomendación que te puedo hacer es que te hagas con una bolsa de plástico por si las moscas y que bajo ningún concepto te sientes. Si piensas que estás mareado de pie, será peor si te sientas.

Instantánea tomada luchando contra el mareo. Lo que sea por una buena foto.

En cualquier caso, en mitad de mi odisea marítima llegamos a la más pequeña de las Islas de Aran, famosas por sus jerseys, y pronto el mareo se convirtió en admiración. A pesar de su reducido tamaño, Inisheer tiene la fama de ser la más bonita de las tres islas de Aran, o al menos eso pone en el folleto que te dan una vez llegado a puerto. Bueno, no van a decir que es la más fea, claro. No puedo hacer comparaciones, pero sí puedo decirte que vale mucho la pena llegar hasta allí. La isla se puede recorrer a pie, en bicicleta, o en unos carros a caballo que verás por todas partes. Los coches son una anécdota, ya que en pocas ocasiones los menos de 300 habitantes de la isla, cuya lengua materna es el gaélico, han de usarlos.

La bajada de bandera es realmente económica.

Pronto volví a recordar por qué no me gustan los tours organizados. No iba a ser capaz de recorrer y llegar a cada uno de los rincones de esta isla en hora y media, por pequeña que fuera. Así que mi consejo es que intentéis ir con tiempo. Calculo que con unas 3 horas se puede ver en su plenitud.

Lo primero que llama la atención es la pureza del paisaje. No hay feísmo ni especulación urbanística en Inisheer (aunque sí un aeropuerto). Los muros que van marcando los caminos y protegiendo a plantas y animales del viento, están construidos con piedra caliza que se monta en seco, sin argamasa ni cemento. Al lado del puerto está la pequeña y bonita playa de An Trá. Pasé de puntillas por ella porque no fui en verano. Pero me imagino perfectamente la gozada que puede ser disfrutar de un día de sol y calor allí. Al levantar la vista rápido verás las ruinas del castillo de O’Brien, del siglo XV, y la An Túr Faire, una torre de defensa construida a principios del siglo XIX ante la posibilidad de una invasión francesa.

Ruinas del castillo medieval de O’brien
Ruinas del castillo medieval de O’brien.

De repente empezó a llover, aunque de forma muy suave, y eso me hizo centrarme en mis objetivos en la isla: proteger mi cámara reflex de la lluvia, para lo que usé la bolsa de plástico que cogí como medida de precaución en el barco y acercarme lo máximo posible al faro de la isla caminando por el este, lo que me llevó a pasar al lado de un gran lago y al dejarlo atrás darme de narices con EL BARCO. Ya no te acordabas, ¿verdad? Pero es cierto, este post comenzó hablando sobre el MV Plassy, ese carguero irlandés que, aquel 8 de marzo de 1960 se dirigía al puerto de Galway y transportaba, entre otras cosas, hilo, vidrios, cristales de colores, y, cómo no, whisky.

La tormenta no hizo fácil la travesía, pero todo transcurría de forma normal, hasta las 5:10 de la mañana, cuando se escuchó un sonido desgarrador, un gran chirrido que llenó por completo los oídos de los marineros. Era el sonido del Plassey estrellándose contra Finnis Rock. Comienza a entrar el agua, y a cundir el pánico. La tripulación empieza a correr en todos y en ningún sentido y a gritar.

En la isla, son avistados por dos niños que estaban recogiendo algas, los cuáles corren en busca de ayuda. El capitán del Plassey avisa por radio de su situación y da la orden de abandonar el barco. Intentan salvarse usando botes salvavidas, pero la solución es considerada como insegura y vuelven a bordo. Justo cuando el último termina de hacerlo, la corriente se lleva los botes a la deriva. La adrenalina y la histeria dominan la situación, pero de repente varios vecinos aparecen con un aparato llamado ‘Breeches Buoy’, una muy curiosa especie de tirolina-salvavidas en forma de pantalón por la que los marineros fueron rescatados uno por uno, para ser después mimados y calentados a golpe de whisky.

Dos semanas más tarde, otra tormenta empujó al Plassey a su ubicación actual, fuera de la corriente del mar, y lo situó encima de la roca. Esto permitió a los vecinos darse un festín y profanar la tumba del MV. Se dejó al barco prácticamente vacío, hasta sin puertas, por lo que lo que podemos contemplar hoy es simplemente el armazón, el esqueleto del Plassey, que se ha convertido en uno de los iconos de la cultura popular irlandesa y en la principal atracción turística de Inisheer.

Es, de verdad, un lugar único.

 

Nota del autor: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo. No tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”.

 

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