Estaba pasando un domingo en O Rosal -sur de la provincia de Pontevedra- cuando me acordé de que hace años me habían hablado de los molinos (muiños) de agua que hay en sus montañas, sabía que “Os Muiños do Folón e do Picón” son un patrimonio etnográfico que se ha conservado hasta nuestros días.

Así que una vez terminada la comida, propuse a mis amigos ir hasta allí, y con ayuda del navegador llegamos al centro de interpretación. Dejamos el coche y comenzamos la subida pensando que pronto estarían ante nuestros ojos esos molinos construidos, entre los siglos XVIII y XIX, para moler el cereal y convertirlo en esa harina tan necesaria para el sustento diario.

O Rosal, se encuentra en una de las comarcas más bonitas de las Rías Baixas, O Baixo Miño. En la actualidad cuenta con un vino de excepcional calidad y con un importante sector productivo de cultivo de distintas especies florales y arbóreas. Para quien no haya probado un vino del rosal, advertimos que se está perdiendo un buen vino gallego.

Nos encontramos muy cerca del país vecino. En esta zona el río Miño está terminando su andadura, formando en su desembocadura una frontera natural entre dos países, España y Portugal, pero antes de encontrarse con el Atlántico, uno de sus afluentes -el río Cal-, es desviado para usar su agua como fuente de energía que mueve unos molinos. El desvío del agua posibilita dos zonas de molinos, los muiños do Folón e do Picón.

¡Vamos a conocerlos! ¡Comencemos el sendero… ha llegado la hora de caminar!

Nuestra ruta comienza por los Muiños do Folón e do Picón, ascendiendo la ladera del monte llamado Campo do Couto. Tenemos por delante una subida de más de 200 metros hasta llegar a la zona más alta. Se trata de una ruta circular, vuelves al punto de partida. Es un recorrido de tres kilómetros, previsto para unas dos horas, valorándose su dificultad como media.

Y allí estábamos nosotros, subiendo con ánimo por un camino pedregoso en el cual nos encontramos con dos personas en un quad que nos explicaron que la zona de subida, por la que íbamos, era la de los molinos del Picón y una vez que llegásemos a la cima comenzaríamos a descender por la zona de los molinos del Folón.

Nosotros hemos de decir que hicimos la ruta mal preparados, no llevábamos el calzado adecuado ni un bastón que facilitase el recorrido. En algunos momentos llegamos a pesar que habíamos sido muy optimistas al iniciar la marcha, pero la experiencia es digna de ser vivida. Nuestra valoración fue unánime: nos encantó la ruta.

Te encuentras un total de 60 molinos, construidos en piedra y en su mayoría de dos plantas, la planta inferior -llamada infierno- está destinada al mecanismo que aprovecha la energía del agua, en la superior es el lugar donde se muele el cereal. En la planta superior la pieza mas visible es una caja de madera -con forma de pirámide invertida- donde se vierte el cereal que será molido por 2 piezas circulares de piedra, la de abajo es fija y la de arriba es la que se mueve con ayuda de la fuerza del agua. La edificación del molino se termina con un tejado de un agua.

Hay que decir que cuando estás realizando la ruta, la subida se hace más llevadera gracias a que en la zona del Picón se alternan tramos de ascensión con tramos planos que te permiten descansar. Por el camino además de los molinos y de las obras de canalización del agua, disfrutas de unas vistas impresionantes de la desembocadura del río Miño, el valle de O Rosal, el Monte Santa Tegra (Santa Tecla) y enfrente, en el lado portugués, la localidad de Caminha.

En zona del Picón, si te fijas puedes observar “las rodadas” en las piedras del camino, los surcos que fueron dejando los carros que el clero utilizaba para transportar la mercancía hasta los molinos, por eso a esta zona se le llama “Camino de los frailes”.

La disposición de estos molinos constituye un ejemplo del aprovechamiento del agua como fuente de la energía natural. El caudal de agua entra por la parte posterior del molino situado a mayor nivel de altura, la fuerza del agua entrante mueve el mecanismo y luego el agua sale por la parte delantera del molino e inmediatamente hace lo mismo con el siguiente que está construido justo debajo, cuando de éste sale el agua la secuencia se repite a lo largo de 36 molinos dispuestos en la ladera de la montaña, como si fuesen una escalera.

El agua entre por la parte trasera y sale por el agujero del “infierno”

El agua corre hasta el siguiente molino

Así se molía el grano de la comarca, generalmente maíz o trigo, destinado al consumo de los  hogares vecinos.

Si hasta entonces estábamos encantados con nuestra ruta, una vez que nos encontramos con la disposición en cascada de los molinos del Folón quedamos asombrados. Es difícil de describir la belleza del lugar, a la impresionante naturaleza donde están ubicados se le suma la disposición en escalera de estos molinos.

Inicialmente los molinos pertenecieron al clero pero después pasaron a manos particulares. Cada propietario de un molino solía cobrar una parte del grano molido o una cantidad económica previamente estipulada. Para transportar el cereal hasta los molinos más altos se desplazaban a caballo.

A principios del S.XX los molinos dejaron de funcionar. La energía eléctrica los condenó al abandono hasta que un historiador realizó una labor de puesta en valor y se restauraron en los años noventa del siglo pasado.

Estos molinos contribuyeron de forma importante a la economía de la zona y pueden seguir haciéndolo gracias al turismo.

La primavera es una estación idónea para realizar esta ruta de “muiños”, que desde 1998 está declarado como bien de interés cultural. Si queréis información sobre horarios del centro de interpretación puedes consultar la página web del ayuntamiento de O Rosal.

Y si queréis conocer la historia, las creencias y todo lo que envuelve esta paraje único te recomendamos la visita guiada con Troulanda. Podrás conocer también el patrimonio inmaterial que guarda este recorrido. Puedes reservarla en este enlace: https://troulanda.com/fiesta/visita-guiada-muinos-do-folon-e-picon-alen-das-pedras/?ttafid=32569

¡Hasta la próxima! ¡Seguiremos recorriendo Galicia de cabo a rabo!

 

Nota de la autora: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo. No tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”.

 

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