De Capadocia al Mediterráneo, nueva etapa de Marta Sánchez y su familia en autocaravana. Seguimos por Turquía. Seguimos disfrutando de este gran viaje. 

Un poco más de Capadocia y cruzando montañas rumbo al mar

Pues claaaro, como era de esperar, Capadocia nos enganchó, y además, pasada la nevada, que tuvimos la suerte de que no nos pilló “en mal sitio”, y con el gusto después de disfrutarla con cielo azul…Nos hizo entrar las ganas de ver un poco más de esos valles menos conocidos, así que para el valle de Ihlara pusimos camino. A conocer “esas otras Capadocias”.
Carreteras blancas a los lados, y montañas “aañes, aañees”, como dice Noa, en el horizonte….

 

Noa en la nieve

 

Ihlara es un valle encantador, con cañones rocosos espectaculares como el del valle del Monasterio, o el cañón de Ihlara, donde se acurrucan, en los ángulos más insospechados de la roca, puertecitas, arcos, ventanas y demás elementos reveladores de casas, iglesias, pueblos enteros y hasta ciudades subterráneas, que construyeron los troglodíticos habitantes de la zona. ¡Es de veras digno de ver!

 

En la ciudad subterránea de Güzelyurt_3

 

Y efectivamente, este valle nos pareció mucho más rural y menos, digamos, con esa combinación “rural-cosmopolita” de Gorëme; que aquí se queda en simplemente rural. Muchas estampas ganaderas entre los cañones, las moradas trogloditas y la nieve. Nos encantó también, y es que, aunque sea mucho menos conocido, nos pareció que no desmerece en nada a los valles cercanos a Gorëme, y en cambio lo visitamos casi en solitario, explorando aquí y allá entradas a casas y ermitas.

De telón de fondo, el fantástico Hasandaği, el monte Hasan, de casi 3.300m blaanco y majestuoso. Se nos ponen los dientes largos imaginándonos con los esquís de travesía en esas laderas…aaayyy…¡menuda pintorra tiene!…en España parece que ahora mismo no estaba el blanco elemento como para comenzar la temporada, y aquí lo que nos faltaba es el material y la situación, pero…todo no se puede, eehh…no nos quejamos, todo lo contrario…sólo por este año, perdonamos el sacar los skis en noviembre-diciembre😉

 

De Capadocia al Mediterráneo

 

Nuestro “campo base” era un pueblo llamado Güzelyurt, que está a más de 1.500m (y unos 500m más alto que Gorëme), y aquí quedaba bastante nieve. Estaba blanco tanto el pueblo como los alrededores.

También el alojamiento iba en esta línea más rural, claro, y aquí nada de suites, sino auténtica “pansiyon de pueblo”, con hasta nuestra rústica y forjada en hierro estufa-chimenea de carbón en la habitación para caldear, como toda la vida…y una decoración entre rural y yé-yé, que pegaría hasta para una peli de Almodóvar, oyes😁….. Simpática y pizpireta propietaria only Turkish-speaking y buen desayuno turco también incluido, rematan el ambiente de nuestro rinconcito en Güzelyurt.

 

 

Después de esta”extensión de Capadocia”, ahora sí que pusimos rumbo a la costa.

El viaje caravanero invernal iba a continuar allá, por temperaturas más suaves…cuando miramos la meteo, parecía increíble las diferencias de temperaturas que daban.

Pero todavía tardamos un poco, un par de etapas nomás, sin aparentemente mucho sitio de por medio donde parar. En algún sitio que nos quedara “a mitad” teníamos que parar, y éste fue la ciudad de Konya.

Konya es una de esas ciudades que no son para nada turísticas y por eso a mí la verdad que me resultan atractivas. Es una ciudad más bien”de ellos”. Es bastante conocida por ser una ciudad muy conservadora, dentro del panorama religioso turco, que es bastante abierto, comparado con otros países musulmanes.

No es nada que vaya a afectarte como visitante, pero la verdad que a simple vista se ven muchas más mujeres con pañuelo, y más burkas también, que casi no se ven en otros lugares de Turquía.

 

 

A mí me gustaría bastante tener la oportunidad de charlar de estos temas más a fondo con algunas personas del país. Pero el idioma no nos permite, normalmente profundizar tanto como para ello. Y es que la gente en general es abierta y simpática, y estaría genial poder hablar más en detalle…en el mundo occidental tomamos el pañuelo como un símbolo de una religión que yo personalmente no apruebo en varios aspectos.

Respeto cualquier religión, aunque no me identifique con ninguna, pero siempre y cuando ésta sea respetuosa con los derechos de las personas, qué menos. Y la “ocultación” de la mujer y la sociedad patriarcal de la religión musulmana no las veo en esa línea.

Pero, por otro lado, me pregunto, aquí hay un montón de turcos de muchos tipos, vemos, por ejemplo, infinidad de tipos de personas diferentes, de parejas jóvenes y no tan jóvenes, de adolescentes… que podrían perfectamente (por atuendo, por actitud…) estar paseando por las calles de Barcelona, o París, o Soria vamos, por decir algo; con pañuelo, sin pañuelo, con ropa ceñida, ancha, con poca ropa, con mucha ropa…en fin, aparentemente, como les da la gana, …¿o no?…, ¿el pañuelo (hablo del pañuelo, no del burka que lo veo cosa bien distinta) lo ven algunos de ellos simplemente como un distintivo cultural, o les aporta necesariamente muchos otros matices que aceptan al llevarlo, o… que no tienen más remedio que llevarlo?

Y, más importante que ningún pañuelo, al observar a estas parejas y a las personas en general me pregunto qué pensarán de ciertos preceptos de su religión, si piensan que muchos están trasnochados y es socialmente aceptable “pasar de ellos” (a veces aparentemente así se les ve), ¿o no es algo tan sencillo? ¿O pueden pasar pero en algún momento tienen que hacer “como que no pasan”?

Desde luego, las imágenes públicas, publicitarias, etc, de ese mundo paralelo y tan poderoso que son “los medios de comunicación de masas”, la imagen que muestran (mujeres más bien despampanantes, solas, “modernas”, bien ceñiditas y con la melena al viento) no es, para nada, de esas otras mujeres que sí existen también en algunos lugares de este país (y en muchos lugares de otros países): tapadas, con poca participación y visibilidad pública, bajo la mayor o menor voluntad de su padre-hermano-marido….un poco contradictorio el “fomentar” unos “valores” desde los medios de comunicación y generar unas expectativas que supongo que en muchos casos choquen con la realidad. Son preguntas que me planteo, no porque no me haya planteado antes, sino porque de veras siento curiosidad por saber la opinión de algunas de las dispares personas que observo.

No sólo son detalles cotidianos, no hay que olvidar que cosas que pueden parecer tan denostadas como “las muertes de honor” (de mujeres, claro, que han “deshonrado a la familia”…) existen aún. Si existe eso, ¿qué no existirá también?

¿Hacia dónde evoluciona todo ello? ¿Evoluciona sólo un parte del país/sociedad, y la otra es totalmente ajena a esa imagen actual y moderna que ofrece la mayor parte del país que vemos?…y…¿qué pensará cada una de las partes, de la otra? En fin…viajar te resuelve algunos interrogantes…y sin duda te abre otros.

Algunas de estas cosillas pensaba mientras miraba a las mujeres con pañuelo de Konya…ciudad que por cierto tiene al menos un par de cosas interesantes para visitar. La más conocida es el famoso sepulcro de Mevlana.

Konya, aparte de su dilatada historia anterior, fue capital del sultanato selyúcida, hacia el siglo XII, y se conservan muchos edificios y mezquitas de aquella época.

Mevlana, por su parte, fue un célebre poeta místico musulmán y erudito religioso que nació en Afganistán y murió en Konya. Tras su muerte, sus seguidores fundaron la orden de los llamados “derviches giróvagos”, famosos por realizar un místico baile, o más bien meditación en movimiento, con un gran simbolismo y ambiente un tanto especial.

Estas “danzas derviches” se anuncian como espectáculo turístico en Estambul, pero, por lo que se ve, nada tienen que ver con el espectáculo genuino, más intimista que espectáculo, cuya sede principal es precisamente en Konya.

Tenemos que seguir viaje si queremos ir dejando atrás los fríos.

Estaba claro que a Noa no le interesaba nada ni Mevlana ni su sepulcro, ni el bazar (aunque a veces sus “puntos de interés” pueden aparecer en los lugares más insospechados…¡de vez en cuando nos llevamos sorpresas!), y la cosa es que ella eligió:  tuvimos que hacer un alto, al grito de “¡¡¡pÁaaaque, pÁaaaque, pÁaaaque!!!”

Llevábamos muchos días en altura y por carreteras y pueblos nevados.
Hasta que, a través de un puerto de montaña de casi 1.900m, el puerto de Alacabel, pusimos rumbo al mar. Hacía pocos días incluso había estado cerrado por nieve unas horas. Nosotros nos encontramos carreteras perfectamente limpias y espectaculares paisajes de montaña. En general estuvimos gratamente sorprendidos por el estado de las carreteras turcas. Muchas de las que en el mapa aparecen simplemente como carreteras nacionales, resultan ser en la práctica casi como autovías.

La nieve tampoco fue nunca un problema en las carreteras del país , llevábamos unos cuantos kilómetros, y encontramos siempre los accesos impecables, ya fuera a pequeños pueblos, como a un valle más remoto, a una ermita solitaria o en una carretera más principal.

Por un rato nos parece que estamos en Canadá, entre paredes rocosas nevadas…y aún después de pasar la cumbre del puerto, seguimos en varios sube-bajas y la nieve no termina de abandonarnos, hasta que empezamos a bajar…y bajar…y bajar…y nos sobra la calefacción, y nos vamos quitando ropa, y nos entran ganas de parar a beber un zumo de naranja y granada de los muchos puestos que, de repente, los venden a los lados de la carretera.

Y la vegetación cambia…y huele de otra manera, y hasta nos empezamos a sentir de otro modo; estamos excitados porque sentimos como si, de algún modo, cerráramos una etapa, otra más, y, y, y…”¡Míralo, míralo, ahí está!”…esa franja azul, con destellos plateados…: AKDENIZ.
Mediterráneo.
¡Hemos llegado al mar!

 

Estampas rurales en Manastir Vladisi

 

¡Akdeniz!

 

De Capadocia al Mediterráneo

Mediterráneo

AKDENIZ. Así llaman los turcos a su Mediterráneo. Nosotros le llamamos: azul, calor, y…4 MESES DE VIAJE, que cumplimos justo en este 1 de diciembre.

Cuatro meses…¡¡Yaaa!!!. ¡¡¡Todavía!!!….

Llegada estupenda, atónitos por todos los grados que ha subido la temperatura, estrenando nuestro periplo marinero con paseo vespertino en jerseycillo, y despertar con cielo azul y desayuno outdoor. Una delicia…

Side fue nuestra primera parada mediterránea. Uno de esos pueblos que debía de ser un coqueto rincón de pescadores, y que el turismo playero, como en tantos otros sitios, ha echado un poco a perder. Y es que las casitas bajas otomanas, de armoniosa mezcla de piedra y madera, han sido sistemáticamente ocupadas, sin piedad, por todo tipo de negocios, desde el hortera playero al chiringuito de kebab, pasando por relojerías, ropa y más ropa, y de todo un poco…comprar, comprar, comprar…

A pesar de esta crítica inicial, Side tiene varias cosas que hacen que merezca la pena, en nuestra opinión, y no sólo porque luce un cielo azul con el que todo se ve mejor, y nosotros estamos cuicos-cuicos-cuicos…😊

La primera de ellas es unas ruinas romanas espectaculares, que ves nada más llegar, porque….¡pasas por parte de ellas con el propio coche!. Suponemos que este acceso fue hecho en un momento que no daban mucha importancia a semejante conjunto de “piedras”…madre mía, ¡a quién se le ocurre! Que estás llegando en coche y empiezas a ver pasar un desfile columnas…templos…arcos…¡impresionante!

 

 

Nuestro propio parking de pernocta (a unos 6 euros al cambio, las 24h) estaba a más o menos a unos tres metros de unos restos romanos. Y con vistas al mar…¡qué pasada! Íbamos necesitando ya estas temperaturas, y es que gracias a ellas, enseguida montamos en el parking un pequeño “zafarrancho de combate”, algo que iba haciendo ya muuucha falta: dar vuelta a la furgo, limpiar, reorganizar…al solete, ¡bien!

 

De Capadocia al Mediterráneo

Zafarrancho de combate al sol

 

Y tras el “orden y limpieza”, merodeamos por estos espectaculares restos del pasado.
Todos impresionan, pero sobre todo, el bastante bien conservado teatro, que tenía capacidad para nada menos que 15.000 espectadores; el pórtico del templo de Apolo, que está a ala misma orilla del mar, y el ágora, donde me encanta imaginar a los lugareños de hace…más de 2.000años, ataviados con sus túnicas y de charla, compras y demás…¡la plaza del pueblo, vamos…!

Tardamos poco también en “ensillar” las bicis y dar una vuelta, y disfrutar de un rato de playa con toboganes para Noa incluidos…arena…agua…piedras…placeres sencillos…y qué sería de la vida sin estos “ratucos”…😉

 

 

Side estaba tranquilo por ser fuera de temporada, pero no tanto como pensábamos: había gente visitando las ruinas, bastantes jubilados (en su mayoría alemanes), viviendo la vida en estas latitudes sur, y también familias, y bueno, un poco de todo. Y es que andar en camiseta empezando diciembre es una sensación que no conocíamos y es… ¡de lo más agradable!

Después de este buen comienzo de un par de días en Side a orillas de Akdeniz, seguimos un poco hasta Antalya.

Una ciudad bastante grande, pero que en parte nos apetecía conocer, y en parte necesitábamos entrar, porque nos hacían falta recados varios que aquí íbamos a encontrar mejor.

La entrada a Antalya no se pareció en nada a todo lo que nos iba a gustar después. Y es que nos liamos sobremanera para llegar al parking-destino (idea cortesía de nuestros amigos de “Cuatro por el mundo”, que nos han pasado una lista de pernoctas en Turquía de cuando el año pasado anduvieron por estas tierras, y seguro que varias de ellas empleamos. ¡Muchas graciaaaas!)

En cuanto al caos de entrada en la city… ¡Y eso que teníamos….navegadorrrrr!, éste era cortesía de nuestro amigo Vicente, que, aparte de todos los detalles que tuvo con nosotros en Estambul, nos prestó este “tom tom” hasta que nos volvamos a ver (y nos regaló varios CDs para hacer más ameno el viaje, y un “palo” para enganchar a la tablet y hacernos “selfies”…).

Bueno, la cosa que esto del tomtom está bien a medias, para ciertos recorridos sí (aunque a mí no me quita de mirar y remirar mapas porque me encanta), pero para callejear en ciudad, no sé… y es que se empeñaba en mandarnos por direcciones prohibidas, y una vez que te habías pasado “la que era”, menudo cacaoooo…porque Antalya está llena de calles de sentido único, y ahí ya la habíamos liado.
Después de repetir la misma operación no una ni dos, sino ¡tres veces!, y llamar todo tipo de lindezas al amigo Tom, llegamos por…nuestros propios medios, jajaja.

 

Antalya marina y murallas

El parking resultó ser un sitio estupendo de pernocta para ser una gran ciudad. En la propia marina, un sitio superchulo, al pie de la muralla y de frente a los barcos. Por 10 liras las 24h, un poco más de 3 euros. ¡Nos pareció un chollo! Aquí estuvimos tres días, Icar tuvo que cambiar de teléfono (en Turquía abundan sitios donde comprar, cambiar, reparar…todo tipo de teléfonos. Más o menos lo que busques, lo encuentras…), también fuímos a una librería grande donde encontramos la Lonely Planet de Grecia, para ir preparando con calma futuras etapas, y compramos algún libro también para que Noa aumente su pequeña colección viajera… (y es que ésta es la única adquisición material que de veras pensamos que merece la pena hacer, algo que siempre le gusta y pide una y otra vez). Era algo que ya sabíamos, pero que no cesamos de comprobar….aparte de los libros, lo que es juguetes, un niño necesita, en nuestra opinión…los justísismos. Muy, muy poco. Porque se va a entretener con cualquier otra cosa…últimamente Noa anda muy, muy atareada con los calcetines y las pinzas..ya veremos en qué da más adelante!).

 

 

Aparte de eso, Antalya es sin duda una ciudad que encontramos muy auténtica, y que merece mucho la pena conocer. En su casco antiguo, llamado Kaleici hay un montón de casas otomanas muy bien conservadas y un ambiente muy chulo. La propia bahía está en un sitio espectacular que nos recuerda a los fiordos, pues está rodeada de montañas. Desde la parte baja donde estábamos, a nivel del mar y debajo de las murallas, subes arriba por una especie de ascensor transparente, con vistas estupendas. ¡A Noa le encanta este sube-baja con vistas a mar y montañas!

 

De Capadocia al Mediterráneo

Antalya y sus vistas

 

¡Pues muy bien! Nos vamos para destinos más pequeñitos y rústicos, siguiendo a orillas de este mar enmarcado por majestuosas montañas, del Parque Nacional Beydağlari, hacia donde nos dirigíamos. Seguía haciendo muy bueno.

Y así iba empezando este diciembre, tan, tan distinto de cualquier otro…

 

 

 

Vínculos en este artículo:

 

Más de Marta y su familia en el Viajero Accidental

 

Nota de la autora: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo, no tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”

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