Hoy con Marta llegamos a Capadocia en autocaravana. Nueva entrega de este roadtrip genial de la mano de Marta Sánchez y su familia.

 

Cruzando (un poquito de) Anatolia

¡Y seguimos camino, tras casi una semana en Estambul!..Es veintipoco de noviembre…

 

Capadocia en autocaravana

Entre mezquitas, minaretes y cantos de muecín

 

Aunque Turquía es una vez y media España, en cuanto a extensión; a mí, no sé por qué, se me hizo más extensa aún. Los kilómetros y kilómetros de costa mediterránea, toda la costa del norte, el llamado Karaideniz (el mar Negro), y en medio de todo esto, Anatolia, que son muchas regiones, el enorme interior de Turquía.

A mí, el nombre de Anatolia me evoca algo así como mesetas esteparias, lugares remotos y misteriosos, lejanas montañas nevadas…Algo de todo eso hay, y mucho más. Turquía tiene un poco de todo, aparte de una ciudad muy conocida, y tan llamativa, vibrante y especial como Estambul.

Y la enorme Anatolia tiene sus bien distintas regiones ccidental, central, y oriental. Este vídeo es una buena introducción a la historia de esta región, cruce de caminos de occidente a oriente.

 

 

La Turquía oriental es la puerta a otro mundo, que ahora no vamos a visitar, y que no se parece en nada al modo de vida más próximo al occidental, que es posible ver en muchos lugares del oeste turco (aunque también conviviendo con otros modos de vida tradicionales….chocante ver, por ejemplo, tanto vaqueros ceñidísimos, como pañuelos y burkas, conviviendo de modo más o menos estrecho).

El remoto este de Turquía lo imagino como territorio presto al descubrimiento, entre aldeas perdidas, gentes de costumbres centenarias, pastos de tierras altas, estepas infinitas, ruinas de antiguas civilizaciones y altas cordilleras que culminan en el majestuoso Ağri Daği, el monte Ararat, que con sus 5.137m es el punto culminante del país.
Quizás para otros momentos y otros viajes…Nosotros nos decidimos por Capadocia en autocaravana.

Pero nosotros, en esta época del año y con Noa como integrante de este “equipo”, lo que nos planteamos es buscar temperaturas lo más cálidas posibles, para viajar y dormir a gusto en “nuestra capsulita”, y a la vez encontrar los máximos momentos para “esparcirnos y explayarnos” al aire libre.
Y todo eso creemos que lo encontramos costeando por el Mediterráneo turco e ir subiendo hacia Grecia. Pero, para llegar hasta ese punto donde empezamos ese periplo costero, tuvimos que bajar al sur del país por algún lugar…cruzando un poquito de una parte de esa gran y diversa (y fascinante) Anatolia.

Mirando en el mapa, hay casi tantas opciones interesantes como rutas posibles…dudamos sobre todo entre la llamada “región de los lagos” con gölus (lagos) como el lago Beyşehir, el Egirdir, el Burdur….., o bien, la opción que acabamos eligiendo, acercarnos a conocer Capadocia, y de allí ir a la costa. Capadocia en autocaravana.

 

Camino de Capadocia

 

¡Nos atraen muchos sitios, pero Capadocia acabó ganando!

Para ello, salimos de Estambul y, cruzando a Asia por un espectacular puente colgante, ¡qué chulada!, cogimos la autopista a Ankara. Una autopista impecable de tres carriles. Desde que entramos en Turquía, sólo circulamos por autopistas o por carreteras en muy buen estado. La impresión que obtuvimos de los lugares que cruzamos es de un país moderno, con industria y servicios bastante potentes. Da gusto ir por Capadocia en autocaravana.

Por cierto que para circular por las autopistas turcas hace falta comprar una tarjeta electrónica recargable que al principio nos trajo un poco de cabeza; a nosotros no nos pareció ni que hubiera mucha información previa sobre la obligatoriedad de esta tarjeta, ni muchos puntos donde comprarla después…ahí íbamos, algo agobiadillos porque si no la llevas, al salir de tramos de autovía, una especie de detector pita de modo bastante escandaloso….¡Ay madre!…ya nos imaginábamos a una horda de polis turcos persiguiéndonos; pero no, nada de eso…ya nos enteramos de que no pasa nada, de que luego, cuando la compras (se llaman HGS o bien OGS, pero tampoco sabemos muy bien la diferencia entre ambas), algo así como que automáticamente te descuenta el tiempo que hayas circulado por autopista sin ella. ¡Qué modernillos estos turcos…!. Y nada, ya tenemos la dichosa HGS…

En algunos momentos de la autopista, (donde también hay cada pocos kilómetros estupendas áreas de servicio con-de-todo, y muchas hasta con parques infantiles-es que en esto ahora nos fijamos mucho, jeje) el paisaje nos recuerda a varios lugares; dependiendo del grado de verdor nos podría parecer el País Vasco, cuando llegan paisajes más de meseta nos recuerda a las extensiones castellanas…y luego empiezan a aparecer montañas nevadas en el horizonte… Oh, qué chulo…Pero siempre, hay una nota distintiva en el “paisaje humano” que lo hace de repente característico, y nos re-sitúa donde estamos: las inconfundibles siluetas de las mezquitas y sus minaretes, de las que brota periódicamente el sonido de los cantos del muecín, que nos llevan acompañando desde que entramos en este país. (El almuédano, almuecín o muecín, el encargado de realizar en el Islam la llamada a la oración cinco veces al día, no es, por cierto, “una persona cualquiera”. Resulta que son seleccionados tanto por su voz como por su personalidad, y algunos de ellos llegan a hacerse célebres por la calidad de sus voces). A mí, estos cánticos me parecen super evocadores…a Noa también le gustan, y cuando empieza a oír cantar, se queda siempre parada un momento, escuchando atenta; y después dice, afirmando: “¡Nene!”. El nene de todos los días cantando…

Volviendo a la ruta, la cosa es que bajemos por donde bajemos, nos vamos a encontrar con el invierno…y es que el interior turco está lleno de montañas, y no precisamente montañitas…para llegar a la cálida costa mediterránea, donde daban temperaturas rondando los 20 grados, por numerosos pasos hay que cruzar puertos de, por ejemplo, entre 1600 y 1800 metros. Iremos viendo en nuestro recorrido por Capadocia en autocaravana….

De momento, la temperatura cambia y mucho de cuando llegamos a Estambul, que lo inauguramos en camiseta (aunque nos marchamos ya más abrigaditos)….

 

Capadocia en autocaravana

Lago Abant entre tinieblas

 

De hecho, el cambio es tal, que en nuestra primera parada en Anatolia, que fue a orillas del precioso lago Abant, o Abant gölu,, estaba…¡nevando! cuando llegamos…Entre eso, y la niebla, no pudimos ver ni disfrutar demasiado de lo que debe de ser un lugar muy chulo, rodeado de bosques y montañas.

Nos enteramos de que en el este del país están cayendo grandes nevadas, y aunque por donde vamos a ir nosotros no va a ser cosa de tanto ni mucho menos, sí que dan varios días de temperaturas bajas y con poca variación entre día y noche, sin demasiado sol tampoco…nuestra pequeñuela anda un pelín con el moquillo suelto (cosa de poco, esta chiquilla prácticamente no sabe ni lo que es un catarro, ¡qué maravilla!), y como andamos viajando por Capadocia en autocaravana y al llegar a los sitios se hace de noche pronto y no da para dar muchas vueltas, por todo ello decidimos probar por unos días los alojamientos turcos, y vamos encontrando sitios calentitos, acogedores, bien de precio y…¡con un increíble desayuno!.

 

Desayuno a la turca

 

Y es que la gastronomía turca es otro de los atractivos del país. Aquí se come muy bien, y se compran cosas muy ricas, sobre todo en los bazares y mercados (que nos gustan mucho más que los supermercados de aquí). La verdura y la fruta son estupendas, los frutos secos se venden a granel en todas partes y son fantásticos, se preparan muchas ricas sopas (que aquí también se llaman “çorba”), abundan las buenas legumbres, carne y pescado.

Aparte de los archiconocidos kebaps, estan riquisimos los kofte, una especie de albóndigas que sirven con arroz y verduras, las “pide”, que son una especie de “pizzas a la turca”, el pescado a la brasa…También hay muchos “peynir” (quesos), se bebe mucho “çay” (té), y una bebida que se toma en las comidas, el “ayran”, que es uja especie de yogur pero totalmente líquido y ligerísimamente salado. En fin, un poco de todo…ooooh, y sin olvidar unos dulces que se llaman baklava (¡enre otros muchos!) y son una auténtica perdición…con miel, pistacho, nuez, almíbar….mmm..Vamos disfrutando de todas estas delicias.”Afiyet olsun!”… (¡buen provecho!).

 

 

Con la gente también la experiencia resultó entretenida. Aunque lo del idioma es un poco rollo, porque nos dio la sensación de que muchos turcos no hablan inglés, sólo en las zonas mas turísticas. Eso sí, enseguida echan mano, con mucha soltura, de los traductores de sus móviles, y de ese modo entablamos conversaciones, sencillas claro está. Porque lo que sí son es bastante espontáneos y comunicativos….y sobre todo, yendo con Noa, porque…¡les encantan los niños!, a veces, hasta por demás, y es que todos querían decirle algo y cogerla -cosa que a Noa no le hace especial gracia (la verdad que la entiendo, la gente a veces tiene la manía de andar haciendo con los niños cosas que a un adulto no nos apetecería en absoluto, como que nos achuchara alguien a quien no conocemos de nada…¿no?); así que a veces tuvimos que andar un poco “defendiéndola de los abrazos turcos”, jajaja. Nos llama la atención que aquí ese comportamiento tan extrovertido y cariñoso hacia los niños lo tienen tanto hombres como mujeres (y hasta más los hombres, a diferencia de en España, por ejemplo-aunque estoy generalizando, por supuesto), y de todas las edades.

Lo que está claro es que por el hecho de ir con Noa, siempre nos ganamos alguna sonrisa extra, algún comentario simpático, algún trato “deferente” y hasta a veces algún regalito…

Y estas y otras cosillas vamos viendo y viviendo mientras seguimos avanzando primero al este y luego al sur, entre siluetas de montañas nevadas en el horizonte, a orillas de lagos como el salado lago Tuz (el segundo en extensión de Turquía tras el lago Van) y cruzando pueblos y ciudades…rumbo a nuestro próximo destino: Capadocia.

 

Kapadokya: mundo troglodita, chimeneas de hadas y…¡nieve!

Terminando Noviembre en Kapadokya, o Capadocia: un paisaje lunar, desfiladeros de colores rosados, rocas de formas imposibles y mágicas (quizá por eso se llaman “chimeneas de hadas”), casas trogloditas y ciudades subterráneas, iglesias rupestres (con espectaculares y coloridos frescos en sus techos y paredes) donde se refugiaban los primeros cristianos (allá por el siglo IV y hasta mucho después)…: esto y más nos encontramos por aquí. Y con un detalle, de color blanco y fría textura que la transforma, a nuestros ojos, en “aún más atractiva”…: ¡nieve!.
Definitivamente el blanco elemento hace, aún más si cabe, que estos paisajes parezcan de cuento, casi irreales a veces.

 

 

Muy contentos de haber decidido este previo paso por estos valles antes de llegar al mar. Nos quedamos varios días en una de las posibles “bases” para conocer la zona; a nuestro juicio, una vez conocido el entorno, una de las más atractivas, Gorëme. Un sitio encantador, que conjuga con bastante fluidez varios factores, que no siempre resultan en mezcla exitosa en otros lugares: fama y tranquilidad, turismo y vida local, alojamientos y preservación del entorno…Nos reafirmó en nuestra idea de esta Capadocia en autocaravana.

Y es que, aún en esta época del año, fin de noviembre, tan tan temporada baja, había un cierto ambientillo de viajeros de aquí y de allá, desde asiáticos coreanos y de Singapur, algún japonés, europeos mochileros, jóvenes, familias, jubilados…que daban vidilla a barecitos bastante majos, pequeños restaurantes de pide, kofte, kebaps y demás delicias de por aquí y, sobre todo, lo más llamativo, a la increíble cantidad de alojamientos para un sitio tan relativamente pequeño.

Este flujo de viajeros parece convivir en armonía con una vida local con la que es bastante fácil interactuar, sin agobios; comprando en sus mercados, charlando con los lugareños, con un ritmo muy distinto al de una ciudad. No sé exactamente por qué, pero uno tiene la sensación de que a estos habitantes no les disgustan los viajeros, y son bien recibidos, sin tener tampoco la sensación de que te ven como “alguien que me compre cuantas más cosas mejor”.
En fin, la consecuencia de todo esto, bajo nuestro punto de vista, es que ¡Gorëme resulta ser un sitio bastante agradable para pasar unos días!

 

 

Los muchos alojamientos que, como decía, hay, siguen la estética de sus primitivos moradores trogloditas y están horadados en la roca, creando sitios super originales y acogedores…y mucho donde elegir, competencia que mantiene a raya los precios y los baja hasta extremos insospechados.

 

 

Creo que no nos volverá a pasar, -entre otras cosas porque una vez que lleguemos a la costa y a las temperaturas más suaves, volveremos a dormir en nuestro querido caracolillo- (en el que no es para nada imposible dormir ahora tampoco, pero al no tener “termoregulador”, como otras autocaravanas “más avanzadas”, hace que tengamos que depender de dar ratos alternados la calefacción (que hace algo de ruido), y con días seguidos de frío y con poco sol, nuestras placas solares autocaravaneras están “temblando” y hemos decidido darles un pequeño respiro. Los días son cortos, y si hace demasiado frío,tanto por el día como al caer la noche, no se trata de pasar horas en un espacio tan pequeño, ni por Noa ni por nosotros. Nuestra capsulita es la mini-casa perfecta, pero…siempre que cuente de modo más o menos regular con el necesario aliado de la vida en la Naturaleza)….como decía, que me enrollo, no creo que nos vuelva a pasar el alojarnos en lo que creíamos una pensión, pero que nos den una habitación que no sólo nos parezca de hotel, sino de suite (“porque está libre en esta época y os la dejamos al mismo precio”), por unos 32 euros al cambio (maravilloso desayuno incluido).
Así que a aprovechar la oportunidad toca, hemos disfrutado de nuestra cálidísima cueva-habitación, de la amplitud, de un sitio super coqueto con hasta…¡graaan bañera redonda! ¡uuaauu!, y de desayunos ricos-ricos.

 

Globos y globos sobrevolando Capadocia al amanecer

 

Así que nuestra estancia en The Traveller’s Cave Pension, la Cueva de los Viajeros (nunca mejor dicho), fue el sitio perfecto y genial estos días para nosotros, desde el que descubrir este rinconcito de Capadocia: el propio Gorëme, el cercano y nevado Uchisar con su castillo encaramado en la roca, pueblos como Cavusin y Zelve, y también cercanos valles de evocadores nombres; algunos de los cuales hemos podido caminar: valle Rosa , valle de la Paloma, valle de la Miel, valle del Amor….

 

 

Después de ver estas cosas tan cautivadoras que hay por aquí, nos entró la duda de si tirar directos a la costa (a la que llegaríamos en unos dos días), o bien…explorar un poquillo más Capadocia; y es que, aunque ésta sea la zona más conocida que se suele visitar, vimos que aquí relativamente hay muchos otros “valles trogloditas” con pinta interesantísima…ay, pero mira que siempre nos entretenemos por el camino…Seguirá este Capadocia en autocaravana.

Ya veremos…¡continuará!😉

 

 

 

Links en este artículo:

el llamado Karaideniz (el mar Negro)

“región de los lagos” con gölus (lagos) como el lago Beyşehir, el Egirdir, el Burdur.

Y es que la gastronomía turca es otro de los atractivos del país

Kapadokya: mundo troglodita, chimeneas de hadas y…¡nieve!

Gorëme

Uchisar

 

Más de Marta, su familia y su autocaravana en El Viajero Accidental:

 

Nota de la autora: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo, no tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”

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