Marta y su familia nos siguen llevando de la mano en su gran viaje, dando cambolitas. Hace unas semanas les dejamos en Donosti, a punto de entrar a Francia. En esta entrega comparten su recorrido por Las Landas, Arcachón, Burdeos… 

Bonjour, France!

FRANCE, hemos venido muchas veces, expresamente o de paso hacia otros lugares, y nos encanta este país. Como yo digo a veces, podrías pasarte la vida viniendo a Francia sin cansarte.
Además de los paisajes, de los pueblos y ciudades, montañas, playas…lo que me gusta de Francia son esos mil detalles que hacen que todo sea “tan francés”. Lo cuidado que está todo, lo bien que sacan partido de lo suyo (ya sea vinos o cuevas o rutas en kayak), el olor del pan recién hecho que sale de sus boulangeries, el sabor de los croissants franceses, los mercaditos locales, donde abunda lo colorido, lo artesano y lo ecológico y que son fáciles de encontrar en cualquier lugar…lo bien que suena su idioma, su modo de”savoir vivre”, de disfrutar la vida.
Y qué decir del paraíso que representa para el autocaravanista. Como leí una vez en un blog, los propietarios de autocaravanas somos tratados en España como tiradillos, y en Europa como señores. ¡Y es verdad!
Y Francia es el primer y muy destacado país (yo diría que el más destacado incluso) de ese contraste de actitud. Casi cada pueblo tiene su área de autocaravanas, o al menos sus lugares de llenado y vaciado de aguas, conviven sin ningún problema las pernoctas en las áreas, en los campings y por libre, algo que en nuestro país a menudo parece irreconciliable.
En Francia la pernocta, servicios múltiples y disfrute del usuario de autocaravanas está facilitado al máximo, y la permisividad hacia la pernocta libre en muchos otros lugares es bastante alta, seguramente porque una gran parte de franceses es propietario de una autocaravana. También abunda, imprescindible para que todo esto funcione de esta manera, el respeto y la buena educación.
France, France, nos recibió con calorcito veraniego, respiramos hondo y cogimos impulso, doblamos el golfo de Gascogne y tiramos Landas arriba mientras Noa dormía plácidamente.

Las Landas constituyen una de las más grandes reservas forestales europeas, que se abren al océano en interminables playas, paraíso de surfistas, y con encantadores lagos o étangs, laguitos, de aguas más templadas y tranquilas
Todo este territorio está surcado por una surtida red de carriles bici y vías verdes que hacen las delicias de un público bien variado. Esto es territorio ciclista y da gusto ver en los carriles a señoras y señores mayores con sus cestos de la compra, a avezados ciclistas de carretera, a viajeros con alforjas, a turistas o residentes de un lado a otro, a familias con sus niños en los carritos y sillitas más variados.

Francia, ya estamos aquí, y esta vez Francia significa algo más o algo diferente a otras veces, es la entrada a lo que empieza, a ese mundo de posibilidades que se nos abre, algo totalmente nuevo. Y que a veces nos hace mirarnos y sonreír cómplices, y otras sentir aún un pequeño nudito en el estómago…
Nos dejamos fluir por Francia, como sus ríos, entre valles, pueblos, costas y montañas. De momento, en el área de autocaravanas (7 euros la nuit, gratuita fuera de temporada estival) del lago Parentis. Agua calentita y atardecer estupendo. Et voilà, France, ¡aquí estamos!

Bañito con Noa en el Lago Parentis

Landes, c’est si jolie!

Después de unos días por Las Landas, cambiamos de “département”, llegamos a Gironde, en la bahía de Arcachon, aunque, en muchos carteles, al bosque y a la reserva natural la siguen llamando Landes, o “Landes de Gironde/Gascogne”.
Tras un par de días en el lago Parentis, con baños , vueltas ciclistas y ver un poco de cerca la curiosa festividad de san Bertemiu “a lo San Fermín” ( toda la peña de rojo y blanco, vaquillas, cachaperas aquí y allá y una sartenada gigante con mil huevos y revuelto de jamón a repartir…o sea, un San Fermín a lo rural y francés), seguimos subiendo un poco a otro lago, el de Biscarrosse.

Fiesta de San Bertemiu

Aquí dormimos en otra área bastante más finolis, por 15 euracos, pero bien aprovechados, porque el sitio era fantástico. Y nos gustó mucho, con un montón de actividades, desde kitesurf y vela hasta rutas de senderismo y, por supuesto, los omnipresentes carriles ciclistas.

Por cierto, que todo esto forma parte de “la Velódysée”, un itinerario ciclista de 1.200 km exclusivamente reservado a ciclistas, que atraviesa Francia de Roscoff a Hendaya, a lo largo del océano Atlántico. Oooohhhhh…¡una pasada!

Bassin d’Arcachon

Y tras darnos también un baño en el océano después de tanto lago (Noa estaba encantadísima con tanta incursión acuática; y yo, claro….), hicimos una breve parada con pernocta incluida en Arcachon, que es más grandecito, y con un área de AC gratuita, aunque en este caso sin mucho encanto, la verdad. Pero nos sirvió de base para recados varios.
Y desde allí, allí llegamos a un sitio que nos recomendó una francesa muy maja, continuando la bahía de Arcachon, llamado Biganos.

Biganos, como en casa….

¡Uy, pero qué buenísima recomendación nos hizo esa familia francesa! De verdad que Biganos es un sitio encantador y estuvimos super a gusto…y por cero euros. Una suerte de sitio para olvidarse de aglomeraciones veraniegas, porque, supongo que por desconocimiento, igual que nosotros, aquí pernoctamos cinco o seis furgos al día máximo.

En bici en Biganos

Sombrita, árboles, paseos a pie y en bici, el delta del río Leyre para ir en piragua, una “maison a huitres” para comer ostras mirando al puertito que, a diferencia de otros, parece literalmente sacado del verdor del bosque.
Un puerto ostrero salido de un bosque, verdaderamente un sitio peculiar y pintoresco. Nos contagiamos del encanto del lugar y, relajados, andamos entre nuestros quehaceres, también haciendo amistades con las gentes variopintas que por aquí iban pasando, y planeando los próximos días.

Un día de ciudad, ¡nos vamos a Burdeos!

No somos mucho de ir a ciudades, ya sabemos que nos perdemos cosas muy interesantes, pero nos da un poco de pereza y todo nos parece más difícil en ellas, vamos, que nos vemos un poco como Paco Martínez Soria de visita en la capi, jajaja.
Además, con la furgo es más complicado entrar, buscar sitio previo callejeo etc. Pero, es que ir a Bordeaux lo teníamos bien fácil esta vez. Habíamos pasado cerquita más veces y no había cuadrado, pero ahora…¡ trayecto de 35 minutos en tren desde Biganos! En un tren en el que, por supuesto, ¡hay vagón de bicis! ¡Allá vamos!
El día cumplió los pronósticos meteorológicos de Mr. Meteofrance, a saber: un poco de sol, un poco de nubes y un poco de lluvia… Y así vimos la “Belle Dormant”, uno de los sobrenombres de la ciudad, bajo diferentes colores y luces…bonita bajo todas ellas.

Y es que Burdeos es muuuy bonita, no sólo lo decimos nosotros, sino que es nada menos que Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Y lo merece, la verdad. Y además, es una ciudad en la que es super fácil desplazarse en bici y de hecho un buen número de gente así lo hace, creando un ambiente muy chulo y animado. A lo largo del río Garona y en todo su casco urbano, carriles bici aquí y allá…gente de paseo…gente a lo suyo…mucho trasiego y vidilla.

La catedral es una pasada, y todas las callejuelas dentro del llamado “triangle d’or”; la plaza del Parlamento. Y muy difícil elegir dónde llenar la panza, madre mía qué cantidad y variedad de restaurantes. Al final, con la novedad de comer fuera de nuestra “casa”, nos apetece algo “exótico”, y acabamos comiendo en un hindú, pues las brasseries que nos habían recomendado estaban llenas y eran más carillas, y éste era bonito, más espacioso y de comida muy rica. ¡Y barato! A Noa le encantaron las pakoras de calabacín y el naan (pan hindú) de queso con pollo.

Y contentos y con la tripa llena, a por la siesta de Noa con paseo-mochila y así aprovechamos para conocer el Jardin Public y el Jardin Botanique, un precioso oasis de verde en la grande ville.

Y ya de vuelta a las bicis, capeando el último chaparrón y pasando la plaza de la Bourse, salió el solete de agosto y oh, voilà pero qué es esto?
Pues un inventillo urbano de estos bordeleses: una plaza en la que sale agua a chorros del suelo, y a veces vaporizada formando una especie de bruma, y donde niños y no tan niños se lo pasaban pipa chapoteando los pies o hasta el cuerpo entero refrescándose de los calores estivales. Allí rematamos, con momentos muy mágicos, el día en la ciudad…y pedaleando, pedaleando, hasta la gare Sant Jean, a coger el tren que nos lleva de vuelta a nuestra casita que sigue en Biganos. Un bonito día urbano, bonne nuit!

Burdeos

¡¡A los caballos, bici-trip por la bassin d’Arcachon!

“¡¡A los caballos!!”, como diría nuestro amigo Vallejo, refiriéndose a su montura metálica a pedales.

Y eso hicimos, “ensillar” nuestras queridas monturas, cargar las alforjas, y emprender un pequeño viaje ciclista a lo largo de toda la bahía de Arcachon, hasta la punta de Cap Ferret. ¡Qué ganas! Desde abril en el cabo de Gata, no habíamos vuelto a enganchar las alforjas. Qué gusto sentir el viajar ligero, con todo lo que necesitamos a cuestas y pedaleando, y en un territorio tan bien preparado para ello. Y qué buena idea, en uno de esos puentes de agosto donde abundan colas y atascos. ¡Para olvidarse de ellos!

Fueron unos días muy chulos, pedaleando entre el bosque y el mar, primero la recogida bahía, y después el extenso océano. Noa tenía dos lugares para elegir cuando pedaleábamos, su carro-remolque Chariot, normalmente cuando tocaba siesta, y su sillita al sillín trasero de papá o mamá, si quería ir más en alto y más al aire….Y le encantaban las dos, dependía del momento.

El tiempo fue bueno, aunque en teoría hacía fresco para la época, pero para pedalear era perfecto. También nos dimos algún que otro chapuzón.
Y la primera noche llovió un poco, pero cuando ya estábamos en la tienda, así que sin problemas.

Los pueblitos ostreros a lo largo de la bahía son unos cuantos: Andernos-les-Bains, Lège, l’Herbe, Gujan-Mestras, por nombrar sólo algunos. Con una tradición fascinante y muy viva: el cultivo de la ostra y la pesca marítima forman parte de la vida local y han dado forma a la Cuenca.

La vida va al ritmo de las mareas, que hacen cambiar completamente la fisionomía del paisaje: de ver los barcos flotando en el agua, a estar anclados en el lodo. Un fenómeno que se repite cada día. En marea alta, el agua….en marea baja, un mundo vivo (moluscos, cangrejos, gambas) y vegetal en un paisaje insólito. Puertos ostrícolas, cabañas de madera, embarcaciones típicas denominadas”pinasses” y “pinassottes”.

Y bordear la cuenca avistando el océano, a lo largo de la célebre península de Cap Ferret, que se extiende a lo largo de 25km.
Para mí, estos lugares abiertos, con tanto horizonte y orientados a la puesta de sol, tienen una magia especial, y una poderosa energía. Y poquito a poco, la fuímos absorbiendo, mientras pedaleábamos entre bosques, sabiendo que el agua estaba cerca aunque a veces no la veamos.
Los campings tenían gente pero hicimos nuestro huequito y teníamos nuestra tienda-cobijo. Noa ya la conocía de otras veces, y durmió encantada en ella. Uno de los campings cerca del Cap, le Truc Vert, parece flotar en el verde que llega hasta el mar…y así, pedalada a pedalada, llegamos a Cap Ferret, donde cogimos un barco al que subimos nuestros “trastos”y nuestras monturas; y cruzamos la bahía hasta Arcachon, con unas vistas preciosas del cabo, las playas contorneadas con el verde de los pinos y la impresionante duna de Pyla, la más alta de Europa, que se puede ver perfectamente enfrente, al sur de Arcachon.

De playa

En Arcachon, “a los caballos” de nuevo y pedaleando a nuestro “campo base”, Biganos, que aún quedaban más de 20 km.
Yo llegaba ya pensando en unas ostras y un vinito blanco bien frío…pero, al llegar a nuestra casita con ruedas, el hambre nos pudo antes de poder hacernos con tales viandas, y le hincamos el diente a un salchichón comprado en “la Fragua”, en Espinilla, cerca de nuestra casa, antes de salir -y regado con una cervecita- y, con las ganas que traíamos, nos supo todo igual de bien que las ostras, jajaja.

Por cierto, que tras estos días de parking en Biganos, que hemos ido charlando con unos otros, ya esta vuelta fue casi como que te esperan amigos al llegar. Entre otros, una pareja de abuelos franceses que estaban pasando la semana con su nieto Luca, un poco mayor que Noa y con el que anduvo correteando

Y, sobre todo, con una familia alemana con dos hijos. Nos contaron que eran unos enamorados de Francia y venían muy a menudo. De hecho una de sus hijas, Aurélie, tenía nombre francés. ¡Noa y ella se hicieron muy amigas! Esa noche a la hora de cenar, nos trajeron un poco de embutido típico alemán y nosotros a cambio les llevamos unas anchoas de Santoña que aparecieron por la despensa ¡Intercambios gastronómicos!
Buen sitio y estupenda compañía pero….en algún momento teníamos que irnos.¡Continuará!…buenas noches, ¡aaaa descansar!

Au revoir, Bassin!

Bonjour….ooohhh, si parece que nuestra Camper tenía una cama de lujo después de venir de dormir en la tienda de campaña, jajaja.

Después de desayunar y antes de ir a hacer recados, un rato con la familia alemana. Su hijo mayor, Alexander, era un crack de la tecnología…así que no perdí esa oportunidad y aproveché para preguntarle dudas con la tablet…entre ellas, cómo puedo hacer para “meter” cosas a la tablet, como por ejemplo fotos de la cámara…y es que aunque parezca raro no consigo encontrar el “disco duro”de la tablet, ¿¿¿dóoonde estás???
En temas tecnológicos, “paciencia y cariño, como con todo”, me decía nuestra amiga Patri, otra de mis “asesoras tecnológicas”, junto con mi hermana Raquel…. ¡No esperemos milagros rápidos, pero espero ir aprendiendo poco a poco!

Nos despedimos de la familia alemana, intercambiando direcciones, y todavía se tomaron su rato juntas Noa y Aurélie. Me resultaba muy curioso verlas juntas, la verdad…Aurélie tenía siete años, y le encantaba el mar, y todo lo relacionado con él. Casi siempre llevaba a alguno de sus “peluches marinos”-una ballena azul, una orca-y tenía una bonita y surtida colección de conchas, y le regaló una a Noa, que se puso tan contenta.

En cuanto a su manera de comunicarse…no les hacía falta hablar el mismo idioma para entenderse. Noa todavía tenía un vocabulario limitado (entre sus palabras, “nena, nena, nena” que repetía insistentemente cuando veía a Aurélie….y, casualmente, “agua” era otra de sus palabras preferidas).

Y Aurélie parecía bastante tímida, pero parecían tener suficiente con su intercambio comunicativo, se buscaban a su manera y se juntaban, Aurélie le enseñaba sus peces y los hacía “nadar” por el aire hacia Noa, a modo de ondas imaginarias por el aire. Y Noa le sonreía encantada, y le decía “nena, nena”. Se saludaban por la mañana y se despedían por la noche con la mano, y Noa le mandaba un beso. No se decían más de lo que necesitaban, y al mismo tiempo, se comunicaban lo necesario para ellas. Y se despidieron con una sonrisa. Los niños y su capacidad para estar en el presente y nada más…a veces pienso que tendríamos mucho que aprender, ¿verdad?

¡En fin! Pues…..¡que no nos vamos aún de la Bassin d’Arcachon! porque, despistada irremediable que sigue siendo una, perdí hace unos dias mi tapón especial del oído para bañarme….buff, imposible estar sin él….Y es algo que te hacen a medida y que tardan unos días en tener listo, ¡vaya chapuza!
Pero, casualidad de las casualidades, nos fijamos que allí, muy cerca, había un sitio llamado “Centre Auditif Entendre”, y para allá vamos….a ver….

¿Aquí se fabrica esto o algo parecido?….et….”bien sûr, claro que sí, se fabrica y se llama bouchon de l’oreille”…voilà! Pero hasta mañana no me daban hora para hacerlo, así que teníamos que quedarnos una noche más. Les explico la situación (porque el bouchon tardará varios días en estar listo-procedimiento casi igual que en España-) y me dicen que sin problemas, me lo mandarán donde les diga. ¡Bueno bueno! ¡Pues muy bien! Problemillas que fuímos solucionando…

¿Y dónde dormimos hoy? Por cambiar de Biganos y conocer otro “campamento”, echamos un vistazo al mapa que nos dieron en la ofi de turismo, y vimos que muy cerquita está el puerto de Taussat, con pequeña playa y parking gratuito para autocaravanas. ¡Perfecto!. Para allá fuímos, parando antes en la zona de baño de Cassy, estupenda para niños…es una zona acondicionada para baño en la bahía, que no depende de las mareas. Y es que aquí cada día, con las fuertes mareas, hay ratos que puedes bañarte, y otros no, porque….¡no hay agua!
El puertito de Taussat resultó ser un sitio bien tranquilo y con mucho encanto, que nos regaló una preciosa puesta de sol. Mientras Icar preparaba ese día la cena, yo me acerqué con Noa a la playa para coger conchas, piedras y descubrir mil tesoros enterrados….y de vuelta, “el mozu” se las apañó para poner unas ostras encima de la mesa! ¡Sorpresaaa! Uummm…si es que…no podíamos marchar de aquí sin probarlas, ¡claro!. Y… ¡Qué bien aderezan la cena con sabor a mar y limón!

Noa en Taussat

Taussat

Despedida en barca

Atardecer en Taussat

Y, ahora sí, nos despedimos del mar, al menos hasta dentro de un tiempo. Y este sitio especial, la bassin d’Arcachon….¡hasta la vista, qué bien nos acogiste, fue todo un placer! ¡Dentro de poco nuestra siguiente etapa por Francia!

 

Links incluidos en este artículo:

Las Landas

Bahía de Arcachón

La Vélodyssée

Burdeos

Punta de Cap Ferret

Pueblos ostreros

Puerto de Taussat

 

Más Cambolitas en elviajeroaccidental:

Nota del autor: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo, no tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”

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