El ayuntamiento de Vilaboa se ubica al fondo de la ría de Vigo, en la preciosa ensenada de San Simón. Muchos son los atractivos para visitar esta zona, yo hoy os voy a hablar de su riqueza marisquera.

Desde hace más de diez años, todos los días conduzco de Vigo a Pontevedra para trabajar allí. A lo largo de los años las mariscadoras han formado parte del paisaje cuando voy por Vilaboa. Enfundadas con su trajes de aguas y provistas de sus aperos han acompañado mi trayecto en el coche. Cuando las veo pasar frío y desarrollar su trabajo en condiciones tan difíciles pienso si todo el mundo sabe que la cosecha del mar cuesta tanto obtenerla.

 

Cuando pensamos en el trabajo del mar la imagen mental que acude a nuestras cabezas es el hombre del mar: ese capitán, marinero o engrasador que faena entre olas. Pero ya es hora de reivindicar y visualizar el trabajo de las mujeres del mar, las mariscadoras.

La inmensa mayoría del marisqueo a pie está en manos de mujeres, ellas trabajan este mar que no regala el producto que obtenemos de él. En los últimos años la crisis económica ha originado que también los hombres se hayan incorporado al marisqueo a pie, pero son los menos en un sector mayoritariamente femenino.

 

El mar parece un vergel en el que se echa el arte de pesca (ganapán, anzuelo, red…) y ya está, pero nada más lejos de la realidad, para recoger el fruto del mar que hay que sembrar.

Todas las mañanas puedo observar el arduo trabajo de las mariscadoras de Vilaboa. En ocasiones, las veo en sus labores de siembra con su capazo lleno de semillas de almejas, de tamaño 11-12 milímetros, que echan sobre la arena. Antes ya han rastrillado la playa para eliminar a los depredadores del marisco y así tener el banco listo para la siembra. Y en otras ocasiones observo sus cuerpos doblados por la faena de la recogida de bivalvos.

 

Si te apetece hacer un recorrido para conocer su trabajo es fácil de identificar donde están, solo tienes que fijarte en la existencia de muchos vehículos aparcados en la cuneta. Claro que tienes que saber que las mariscadoras trabajan unos determinados días al mes.

Antes el trabajo de las mariscadoras era estacional, de octubre a marzo se recolectaba el marisco. El resto del año se ocupaban de otras tareas, los ingresos de esos meses eran los de todo el año. Ahora cofradías como la de Vilaboa gestionan los bancos marisqueros de forma diferente. Se recogen los bivalvos durante unos 12 días de cada mes, pero cada vez en un banco diferente, así rotando los bancos no se agotan.

Cada mes la administración autonómica establece que días pueden faenar, cuál es la cuota máxima que pueden recoger y en qué banco marisquero pueden hacerlo. Todas deben hacerlo en el mismo banco a la vez, de ahí el despliegue de coches que en su día despertó mi curiosidad.

 

Algunas mañana paro el coche y voy hasta la playa. Me hipnotiza observar cómo van recogiendo la almeja con la ayuda del “sacho” (azada) con el que sacan las almejas finas, babosas y japónicas, que deben pasar por una “peneira” (tamiz) para asegurarse de que dan la talla estipulada .

Además del marisqueo a pie, en Vilaboa podemos contemplar unas cuantas mejilloneras, llamadas bateas, cuyo producto se descarga en el tranquilo y coqueto puerto de San Adrián de Cobres.

 

La batea es un arte de cultivo muy extendido en las rías gallegas, se trata de construcciones de madera que están varadas en el mar, ancladas al fondo con un “muerto” ¿Qué es un muerto? Es un bloque de hormigón de 10 toneladas que cumple la función de ancla.

Las primeras bateas que se instalaron en las rías gallegas datan de mediados del siglo pasado. Para construirlas se usaron barcos en desuso a los que se añadió el emparrillado. Con estas fotografías tomadas en el Museo del Mar de Vigo, os podéis hacer una idea de cómo eran esas primeras bateas.

 

Ahora el emparrillado se sostiene en flotadores de madera o poliuretano. De la estructura se cuelgan las cuerdas de cultivo, donde se introduce la semilla: la mejilla (mejillón salvaje cogido en roca) metida en mallas que se sumergen en el mar y ya en la ría va creciendo hasta alcanzar el tamaño adecuado para su comercialización.

 

Para recoger el mejillón se usa un barco con grúas y cazoletas, así los mejillones se izan y se almacenan en cubierta.

 

Degustar este producto local es una alternativa que no debes perderte. Existen numerosos restaurantes donde degustar mejillón de la ría.

Además se están poniendo muy de moda alternativas como la de visitar una batea durante un paseo en barco por alguna de las rías gallegas incluyendo una degustación de mejillones durante el recorrido. Si os parece interesante podéis reservarlo pinchando aquí.

Vilaboa cuenta con muchos atractivos: forma parte del Camino Portugués, comparte con Marín el lago Castiñeiras, conserva las Salinas do Ulló del siglo XVII que a día de hoy pueden recorrerse paseando y cuenta con uno de los carnavales más singulares de Galicia, el Entroido de Cobres.

Vilaboa es una gran desconocida, no te la pierdas.

 

Nota de la autora: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo. No tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”.

 

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