Nuestra última cita con Marta Sánchez en este recorrido por Rumanía en autocaravana nos dejó con muchas ganas de más…Rumanía, un país infinito.

 

Entre pueblos, montes, ciudadelas, monasterios y cuevas…

Rumanía en autocaravana

¡Otra vez de invitados!

 

Alucinados estamos, la hospitalidad no tarda mucho en hacer aparición de nuevo…entre pueblo y pueblo y montes y bosques, paramos a preparar la comida en un rinconcillo donde están los consabidos columpios y toboganes de esos que vemos muchos últimamente…enseguida se llena de niños que salen del cole y aquí notamos que son especialmente curiosos y sociables, enseguida sonríen y observan a Noa, y a nuestra furgo, que les llama mucho la atención.

Charlamos un rato con la profe del cole que aparece por allí también, que sabe un poco de español, hasta que llega el autobusito que les lleva de vuelta a casa, y ¡adiós, chavales!, pero he aquí que al poco rato aparece una de las chavalinas que había estado con Noa, acompañada de su padre, que nos explica que le ha contado su hija que “había una familia española en el parque”…y que vienen a buscarnos para invitarnos a algo, “estuvimos trabajando en España varios años, y sabiendo que andáis por aquí, os invitamos a visitarnos”. Pero buenooo….esto es la leche…

Ahí que les seguimos y nos llevan hasta su casa, en un sitio precioso por cierto….Sergio, Helena, y sus hijos Diana y David, fueron a España cuando los peques tenían cinco años y…¡cuatro meses!. Jo, qué valientes….Están muy agradecidos de cómo les fueron las cosas allí, “esta casa la construimos gracias a eso”. Son una familia muy agradable y Noa se lía a jugar con Diana, la peque, mientras nos preparan un café. Insisten en que no hay problema en que nos quedemos a cenar, a dormir…tanto la casa como el entorno son muy apetecibles, y Diana y Noa parecen amigas de toda la vida, pero nos da “no sé qué”…¡como sigamos así, no avanzamos!…Mañana dan empeoramiento del tiempo y tenemos idea de ir saliendo de estos valles…así que finalmente agradeciendo su hospitalidad, compartimos merienda, charlas, anécdotas…otro buen encuentro con generosas personas en Rumanía…

 

 

Y sí, efectivamente, el tiempo estaba a punto de cambiar. Tiramos hasta Rimetea, que es un pueblo muy bonito pero completamente diferente de los anteriores que vimos, porque es…¡húngaro!. Hasta tiene su otro nombre húngaro: Torockó, y los carteles que vimos por el pueblo están escritos en húngaro. ¡Curioso! En mitad de Rumanía como quien dice…son unos tres o cuatro pueblos cercanos con estas características. En su día bajo dominio húngaro, y hoy en día con un porcentaje de población húngara de nada menos que el…90%!!. Tiene una arquitectura muy chula y un emplazamiento precioso en la montaña, y aunque dimos un pequeño paseo montañero, una pena que no pudimos hacer demasiado, de repente la cosa se puso cuasi invernal y hacía bastante fresco…y llovió por la noche.

 

 

Así que según este giro meteorológico iba apareciendo, fuimos replanteando nuestro rumbo, y decidimos adelantar la visita de Yolanda a Craiova, para vernos enseguida que ya teníamos ganas, y de paso estar a refugio de la “pequeña invernada” que parece ser que venía…Sobre todo porque a Noa eso de taparla con mantas es tarea muuuy complicada…creo que no es algo infrecuente entre “la gente de su edad”…😉

De camino paramos en un sitio bastante conocido que se llama Alba Iulia y nos encanta, con su espectacular ciudadela fortificada, rodeada de murallas y puertas. Dentro del reciento fortificado está la catedral católica y la ortodoxa, así como otras construcciones; también restos romanos….y es que Alba Iulia fue capital de la Dacia romana, con el nombre de Apulum. Y aparte de muchas otros avatares posteriores, entre húngaros, eslavos, cristianos, etc; también aquí se firmó, esto ya en el siglo XX, la unión de Transilvania con Rumanía. En fin, ¡una historia más que interesante!

 

 

La variedad rumana nos siguió entreteniendo, aquí hay mucho por ver y, aunque querríamos ir a un lago, no lo logramos (¿¿dónde estaba la señalización??) pero acabamos visitando otro de los muuuchos monasterios de por aquí, el monasterio de Prislop. Aparte de ser chulo el lugar y el entorno, nos encontramos con una increíble peregrinación de gente que venera un santo que ha debido de hacer algo que no entendemos bien, pero la cola ante su tumba es respetable (y los puestos previos de flores y estampitas y demás…), y todo el mundo con garrafas y botellas para llenar lo que parece ser un agua bendita…En fin, de lo que ya nos vamos dando cuenta es de que los rumanos son muy, pero que muy religiosos.

 

Rumanía en autocaravana

Prislop

 

Craiova no está tan cerca, nos tenemos que ir a otra región, a Oltenia, pero dimos un pequeño impulso, todavía otra paradita en el pequeño “Parcul National Ciclovina”, a conocer la mini cueva de pestera Boli, y ver lo bonito que está el otoño por aquí, y sentir el frío que ahora ya sí hace y….¡¡prepara la cama, Yolanda, que llegamos!!, ¡qué ganas del reencuentro!…y aquí nos instalaremos por unos pocos días…en Craiova, en un rinconcito-hogar cántabro en Rumanía.

 

Un hogar cántabro en Rumanía

Cinco días en Craiova, calentitos en una casa cómoda, y más calentitos aún al calor de la amistad. Unos días de paréntesis, de hasta aquí hemos llegado, y coger aire para lo siguiente.

Ratos de charlas y risas, de ponernos al día y de compartir realidades y sueños.

 

 

De visitar Craiova encontrando aquí y allá sus rinconcitos que merecen la pena…entre el tráfico…y ruidos de ciudad…y descubrir edificios ornamentados entre arremolinados cables que nos recuerdan más a alguna urbe asiática…y oxigenarnos por su bonito parque Nicolae Romanescu.

 

 

Y comer los omnipresentes “covrigi” y probar las ricas “chorba” humeantes.
Un lugar donde descansar, compartir, y desde el que seguir adelante…
Gracias Amiga, seguimos camino pero siempre seguimos cerca…DRUM BUN!!

 

Vuelta a Transilvania. Empezando en territorio sajón…

Dejamos Craiova, Oltenia y vamos de vuelta a Transilvania, ahora a otra parte, al llamado territorio sajón…¿sajón?…pero….¿cuántas Rumanías hay en Rumanía?…rumana, húngara, gitana, germánica….Menudo país de variadas culturas que confluyen, en parte son independientes, en parte interactúan…y configuran un territorio único y peculiar.

Damos un buen salto con nuestra casita con ruedas, y es que tenemos ganas de volver a los pueblos, bosques, montañas…Dejamos Oltenia con cielo aún gris y eso contribuye a que los entornos semiurbanos, un tanto desvencijados, lo parezcan aún más…otras caras de Rumanía que están también…..

Pero encontramos las otras caras que buscábamos…cerquita de Sibiu, una ciudad preciosa a la que le dio un nuevo aire el ser capital cultural europea en 2007, están los pueblos de Cisnadie y Cisnadioara, con sendas fortalezas sajonas espectaculares, calles y casas bien cuidadas con aire centroeuropeo, y coquetos entornos de valles y bosques. Pero…¡si hasta hay un carril bici que comunica con Sibiu!, oh la lá….
Sibiu como ciudad es también un gusto de recorrer y admirar, sus plazas, sus muchos edificios históricos y su ambiente callejero.

 

 

Cisnadie y Cisnadioara son la puerta de entrada a los mundos rurales de alrededor a los que volvemos encantados, a pie, a pedales y…¡por fin a pleno sol!.
Eso sí, por unos días siguen dando temperaturas nocturnas muy bajas, así que pernoctamos en pensioncitas…no es mal lugar para hacerlo, puesto que en Rumanía todavía es posible encontrar opciones muy aceptables por un precio que en otros lugares europeos sería…¡imposible!

 

 

Si ya estamos “de subidón” por las callejuelas que huelen a leña, los bosques y el cielo azul, todavía las alturas tienen un poco más que ofrecernos y allí cerquita está también Paltinis, una estación de montaña, bastante modesta pero que a nosotros nos parece, en un estupendo día claro y frío de noviembre, el paraíso montañero. Cuánto cambian los lugares según las luces, el momento, la compañía….y es que, las montañas onduladas brillan doradas con el sol de la tarde, los bosques de pinos dan un toque muy alpino al paisaje, nos reímos dando los primeros toques a nuestro recién estrenado balón de voleibol, y caminamos “a ver qué se ve desde allá…y desde allí…”, y siempre la vista tiene algo que ofrecer…y la tarde cae, fresca y luminosa, con un aire mágico en las montañas que nos hace….felices….y sentir que… no necesitamos más….que estos pequeños, enormes momentos. ¡Carpe Diem!

 

 

 

Vínculos en este artículo:

Rimetea

Alba Iulia

Dacia romana, con el nombre de Apulum

la mini cueva de pestera Boli

Craiova

Y comer los omnipresentes “covrigi” y probar las ricas “chorba” humeantes.

Transilvania

Cisnadie y Cisnadioara

 

Más de Marta Sánchez en El Viajero Accidental

 

 

Nota de la autora: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo, no tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”

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