Vuelvo otra vez a Las Merindades, a esa comarca burgalesa que tuvo importancia capital en la creación de Castilla. Una comarca poco conocida para el turismo masivo que cuenta con mucho patrimonio cultural, histórico, paisajístico y gastronómico.

Muchos son los pueblos singulares que podemos visitar, pero dentro de todos ellos hay uno que no podemos dejar de conocer. Hablo de la ciudad medieval de Frías, que está ubicada en un cruce de caminos entre la meseta castellana y la costa cántabra.

Esta pequeña localidad de algo más de 250 habitantes tiene título de ciudad, ya que así se lo otorgó en el S.XV el rey Juan II de Castilla, padre de Isabel la Católica.

Su núcleo urbano presenta una estructura en sus calles claramente medieval. Calles estrechas que nos conducen a lo alto de la gran peña, conocida como La Muela, dónde se asienta a un lado el castillo y al otro, en el extremo opuesto del recinto amurallado, la iglesia de San Vicente. Además, en uno de los lados de la localidad, encontraremos las casas colgadas sobre el acantilado, todo un espectáculo digno de ver.

 

Tengo que reconocer que cada vez que voy a Las Merindades visito Frías, es mi debilidad. Me gusta mucho volver con amigos y mostrarla a quien no la conoce. El castillo no pasa desapercibido, ya que está construido sobre una peña, lo que le otorga un gran valor estratégico. Desde su Torre del Homenaje y desde sus murallas se domina todo el Valle de Tobalina.

 

En nuestro recorrido por sus calles y plazas nos impresiona lo bien que han sabido conservar su arquitectura tradicional. No nos encontramos con edificaciones que estropeen la armonía del lugar, han realizado un buen trabajo de conservación y rehabilitación.

Os recomendamos que dejéis vuestro vehículo en el aparcamiento que hay a la entrada y comencéis a subir por sus empinadas calles empedradas. Nosotros lo hicimos así. Al llegar a lo alto de la Muela lo primero que nos encontramos es con la iglesia de San Vicente, colocada al borde del precipicio, caminando un poco llegamos a la plaza de entrada al Castillo y nuestra mirada se dirige inevitablemente hacia la fortaleza.

 

El castillo de Frías conserva su Torre del Homenaje, aunque a lo largo del tiempo se han producido varios desprendimientos que se han llevado por delante a lugareños y a varias de sus casas. De hecho, a principios del siglo pasado llegó a plantearse la eliminación de la peña, afortunadamente sin éxito. Los distintos desprendimientos también han afectado a distintas partes del castillo.

Muchos han sido los moradores de esta fortaleza pero destacan los Condes de Velasco, familia muy influyente en las Merindades. A ello se debe que, además de conocerse como el Castillo de los duques de Frías, se conozca también como el Castillo de los Velasco.

 

Tras visitar el Castillo nos dirigimos a la iglesia de San Vicente, que tiene una curiosa historia: su pórtico románico está en Nueva York.

Esta iglesia de Frías fue edificada casi al borde del cortado rocoso de la montaña. De ahí que su ubicación la convierta en una atalaya desde la que vigilar el Valle de Tobalina y así ayudar en la defensa de la villa. Cuando se construyó tenía una robusta y alta torre cuadrada que servía como campanario y como torre defensiva, ya que estaba coronada por un parapeto almenado y disponía de dos troneras en el panel superior, es decir, tenía dos aberturas estrechas que permitían defenderse en caso de necesidad y al mismo tiempo estar protegidos por los muretes superiores.

 

Al estar situada en el extremo opuesto del castillo lo complementaba en la defensa de la localidad. Pero en 1906 durante un tormenta cayeron dos rayos. Como resultado se derrumbó la torre, un rosetón gótico de la fachada y parte de la iglesia.


El pórtico románico se vendió al Museo de Claustros de New York y el dinero se usó para arreglar la iglesia. Marchantes americanos recorrían entonces Europa para adquirir piezas para un museo ideado por John D. Rockefeller Jr., quién compró unos terrenos en la zona norte de la isla de Manhattan, destinados a crear el parque de Fort Tryron y dentro de él construir un museo al aire libre destinado a la arquitectura de la Europa Medieval, al que llamó The Cloisters, ‘los claustros’. Allí está el pórtico de la iglesia de San Vicente de Frías, junto con otros fragmentos de claustros, monasterios y abadías medievales. Para quien quiera visitarlo decir que en la actualidad The Cloisters es una sección del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.

Pero volviendo a la preciosa ciudad medieval de Frías, no podemos olvidarnos de mencionar el puente medieval que se encuentra en sus proximidades, a unos dos minutos en coche por la carretera BU-504.

 

Este puente, que salva el río Ebro, es de origen medieval. En su centro cuenta con una gran torre de planta pentagonal destinada a cobrar el pontazgo. Se trata de un tributo que debían pagar quienes querían pasar el puente. Frías poseía una ubicación estratégica en el camino entre la meseta y los montes cántabros, de ahí que muchos comerciantes necesitaran pasar con sus mercancías o con sus rebaños de animales debiendo pagar por hacerlo, lo que convirtió al puente en una buena fuente de ingresos para la ciudad.

Hoy en día Frías vive del turismo, que acude a conocer esta maravilla medieval que en el año 2014 fue incluida en la lista de Los pueblos mas bonitos de España.

Nos vamos ya de la ciudad más pequeña de España, pronto volveremos porque que cada vez que visitamos Las Merindades acudimos a Frías, es nuestra debilidad.

 

Nota de la autora: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo. No tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”

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