Hoy vamos a continuar con nuestro recorrido por Vietnam, concretamente por la parte sur del país. Si recordáis nuestro artículo “Buenos días, Vietnam” lo finalizábamos con el viaje de vuelta a Hanoi, después de haber conocido Halong Bay.


Al llegar de nuevo a Hanoi nos fuimos directamente al aeropuerto de Noi Bai para volar a Danang, la mayor ciudad portuaria del centro y sur de Vietnam, desde donde nos trasladamos a Hoi An en la provincia de Quang Nam. Se trata de una ciudad pintoresca, al sur de Danang, situada a orillas del río Thu Bon. Fue uno de los principales puertos internacionales del sudeste de Asia entre los siglos XVII y XIX, y desde 1999 la ciudad entera está inscrita como Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO como ejemplo de conservación de puerto comercial, que muestra en sus edificios una mezcla impresionante de influencias locales y foráneas. Fue conocida como Faifo por los primeros comerciantes occidentales. En Hoi An hay alrededor de 800 edificios históricos pero sólo se puede visitar un porcentaje muy bajo.

Hoi An lleva el sobrenombre de la joya de Vietnam. Se libró de la destrucción que trajo consigo la guerra de Vietnam, a la que allí se refieren como la guerra americana.

Hoi An es el punto neurálgico de los farolillos… una de mis debilidades en Vietnam, como dejo ya claro en la foto de cabecera de este artículo. Aquí son de seda en lugar de ser de papel. Si a esto unimos que es una ciudad famosa por sus sastrerías, que te confeccionan un traje en el mismo día, en nuestro caso en medio porque no disponíamos de más tiempo, y a un precio mucho más bajo que en Occidente, es fácil adivinar que encontrarás muchas fábricas de seda. Aquí os dejo mi foto con el traje típico de Vietnam, el Áo dài que me hice, pero puedes elegir cualquier otro modelo y cualquier otra tela.

La mejor forma de conocer Hoi An es caminando. Uno de los primeros lugares que visitamos fue la Sala de Asambleas de Phuoc Kien, uno de los recuerdos que se te graban son los ladrillos rosas de su portada de acceso. El templo es una pagoda china construida sobre 1690 que fue restaurada y ampliada en 1900. Encontramos como en todos los templos los conos de incienso como ofrendas con sus deseos y sus oraciones escritos en una tarjeta. El tamaño de los conos depende del importe de la donación y los más grandes pueden llegar a durar encendidos unos 7 días.
Y de ahí nos fuimos a conocer la Capilla de la Familia Tran, construida por el mandarín Tran Tu Nhac en el siglo XIX, para adorar a sus antepasados, a partir de las donaciones de distintos miembros de la familia. Es un perfecto ejemplo de la arquitectura asiática tradicional.

Conocimos el puente cubierto, uno de los lugares más famosos de esta ciudad. El primer puente fue construido en 1593 por los japoneses de la comunidad de Hoi An para unir los dos barrios principales, y se cubrió para protegerse de la lluvia y del sol. El objetivo principal de su construcción fue comerciar con las comunidades chinas que había en la otra orilla.

Lo cierto es que Hoi An nos “rechifló” a todos, por su estética y por cantidad de detalles. Por las noches las niñas con las abuelas te ofrecían unas velitas con un barco de papel, que vendían, para que pidieras tu deseo y las echaras al río donde se veían flotando muchos otros deseos.

Al día siguiente, en nuestro sexto día en Vietnam nos apuntamos a una excursión opcional. Se trataba de visitar My Son, antigua ciudad imperial del reino Champa, que tuvo esplendor entre los siglos IV al XIII, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1999.

Actualmente quedan 5 yacimientos arqueológicos de diferentes épocas, que aglutinan 70 construcciones extendidas por más de 140 hectáreas entre senderos boscosos. Hay unas 20 edificaciones que se encuentran en bastante buen estado a pesar de haber sufrido el paso del tiempo y la guerra de Vietnam de la que quedan huellas como los socavones de las bombas. Llama la atención el contraste entre el verde del recinto y las tierras rojas.

Estas ruinas estuvieron durante siglos sepultadas bajo la selva por lo que eran perfectos escondites para los soldados durante la guerra del Vietnam. Esto trajo consigo que los aviones americanos bombardearan continuamente esta zona para que el Viet Cong saliera de sus escondites. Aún así, como os decíamos se mantienen algunos templos y varios complejos están en buenas condiciones. Están agrupados por letras.

De las 68 estructuras que existieron quedan en pie 17. Aunque estas ruinas son bastante más humildes que las de Camboya, a veces se habla de ellas como el Angkor Wat vietnamita. Los templos del grupo E han sido restaurados, y se ven distintos.

Después de conocer My Son nos trasladamos por carretera desde Hoi An a Hue. Este recorrido nos sirvió para conocer una de sus técnicas de pesca mediante redes y palitroques en el agua.

En Hue visitamos la tumba imperial de Tu Duc, un mausoleo compuesto de varios pabellones y que en vida el propio Tu Duc utilizó como residencia de verano. Está compuesta por 50 construcciones diseminadas por 12 hectáreas y cuando recuerdo la visita me viene a la cabeza la sensación de tranquilidad, de paz, y la visión de los nenúfares. Otra de las imágenes que se te quedan grabadas es la de la Sala del Trono con las constelaciones en el techo.

Y de ahí nos fuimos a la pagoda Thien Mu navegando por el río Huong Giang, llamado el río del perfume porque antiguamente se cultivaban plantas aromáticas, pero de eso a día de hoy sólo queda el nombre… os digo en confianza que si caigo en él por accidente, después me sumergiría en lejía. La pagoda Thien Mu es un icono de Hue, una torre octogonal de siete niveles que se ha convertido en el monumento más representativo de Hue. Es el lugar de la inmolación del monje Thic Quang Duc y durante la década de los 60 del pasado siglo se convirtió en un centro de protesta contra el gobierno.

Sin duda ninguna me quedo también con el paseo por sus jardines y el recuerdo de extrañas flores que colgaban de algunos árboles.

En Hue está la Ciudadela Imperial, una antigua ciudad imperial basada en los proyectos de la ciudad prohibida china, modelo de la ciudad de Pekin. Se trata de un majestuoso complejo de principios del siglo XIX, cuyos muros originales tenían una extensión de 10 km y estaban rodeados por un amplio foso. Los monumentos que han sobrevivido a la guerra de Vietnam nos dan una idea de la vida fascinante de la corte durante la dinastía Nguyen, tiene diez torres. La ciudad imperial está en continua rehabilitación. Tras la guerra sólo 20 de los 148 edificios originales siguieron en pie.

Llama la atención la utilización del color en su portada, y la inmensidad pero no podemos olvidar la cantidad de habitaciones de la que debían disponer para dar alojamiento a todas las concubinas de las que disponían.

Hue también es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1993.

En nuestro octavo día cogimos un avión en Hue y nos fuimos a Ho Chi Minh, la antigua Saigón, que bajo ese nombre fue en su día la capital de la colonia francesa de Cochinchina y tras la independencia pasó a ser la capital de Vietnam del Sur entre 1954 y 1975… como veis estuve en la Cochinchina según reza el título de este artículo, haciendo uso de la expresión popular que hoy en día ya no se usa tanto pero que hace algún tiempo se utilizaba coloquialmente para referirse a algo que está muy lejos. En 1975 la ciudad de Saigón se unió a la provincia circundante de Gia Dinh y se bautizó como Ho Chi Minh.

Saigón es una ciudad llena de energía, movimiento y actividad, es vibrante, y une a la perfección tradición y modernidad. En su skyline se funden con armonía los templos con los edificios coloniales. Encontrarás jóvenes circulando con sus motos y hablando por su móvil entre el tremendo barullo, y cerca de ello el silencio de los patios de los templos con los fieles orando y las nubes de incienso alrededor de ellos. Por no hablar de que saber llevar la carga en las motos es toda una habilidad, o del hecho de que un ciclomotor quepan las cuatro personas de una familia.

 

En Ho Chi Minh hay que pasear por el centro histórico, recorrer la calle Dong Khoi, la principal calle comercial y el corazón de la antigua Saigón colonial. Esta calle antes se conocía como Rue Catinat. Encontraremos edificios de estilo clásico europeo como el Hotel de Ville o Ayuntamiento, de estilo francés, que se encuentra en un edificio colonial del año 1906; la Casa de la Ópera, construida en 1897 por el arquitecto Eugenio Ferret, y con una fachada redecorada en 1998; la oficina central de Correos, la más grande de Vietnam construida por el arquitecto Gustave Eiffel, que recuerda a una estación de tren, y cuya sala principial está presidida por una gran imagen de Ho Chi Minh; y la Catedral neo-románica de Notre Dame. Este paseo nos hará afirmar que se conserva muchísima arquitectura colonial en esta ciudad.

 

No puedo resistirme a enseñaros fotos de los mercados. En algunas zonas era una tienda de chinos tal cual las conocemos aquí, y había que pasar en fila india. Es un laberinto de calles bajo cubierta. Puedes comprar desde fruta fresca hasta los últimos avances tecnológicos.

Desde la antigua Saigón aprovechamos para hacer una excursión por el río Mekong, navegando por él comprendes la importancia y magnitud de este mítico río, especialmente en My Tho.

 

¡Puff…! Podría seguir contándoos muchas cosas de este viaje pero en algún momento tendré que parar.

Te llaman la atención tantas cosas… Por ejemplo, el régimen no es pro-religión, pero te llama la atención que todos tienen algo en común: el culto a los antepasados, con pequeños altares en sus propias casas, algunas parecen mini pagodas en lo alto.
Ves pequeños nichos en los arrozales, y es que resulta que a los 3 años, que es la duración del luto oficial, sacan los huesos y los limpian todos. En los ritos funerarios en Vietnam se lavan los restos con agua de arroz.

La mayoría de la población de Vietnam es taoísta.

También sorprenden cosas más nimias como la proporción desmedida de motocicletas, en el año 2013 en la antigua Saigón había 7.000.000 de motos para 9.000.000 de habitantes; y en Hanoi para 4.000.000 de personas se contabilizaban 4.000.000 de motos. Una duda que me gustaría que alguien me aclare es cómo hacen para aparcarlas y desaparcarlas, aquí os dejo unas fotos que justifican mi duda, y que preferí tomarme a risa… Y sorprendente el contraste entre edificios coloniales y rascacielos

Otras curiosidades: los vietnamitas siempre van muy tapados, ellos llevan mascarillas en las motos y ellas tapan incluso sus manos. Los ves con sus chubasqueros con capucha, mascarilla y apenas ves un centímetro de piel.
Es un buen lugar para practicar el arte del regateo porque si no lo llevas a la práctica te pondrán “precio de americano”.

Los guías aprenden español en Cuba gracias a los acuerdos llevados a cabo entre países comunistas. Así por ejemplo, los vietnamitas enseñaron a plantar arroz a los cubanos y éstos a ellos a plantar plátanos. Con lo cual la primera vez que oyes a tu guía, que españoliza su nombre y se hace llamar “Marcos” decirte: “Oye, mi niña” te quedas atónita, como os podéis imaginar.

Recordad si vais que no se puede beber el agua pero sí se puede comer ensaladas porque se limpian con productos que permiten su consumo. Y a un dato a tener también en cuenta es que la época de lluvias es de septiembre a diciembre, y dicen que especialmente la primera quincena de octubre, el primer día que llueve se inunda todo.

Seguro que se me quedan cosas en el tintero pero lo que os puedo asegurar es que este viaje me encantó y os lo recomiendo… A lo que me niego es a no dejaros aquí una muestra de algo que me hizo muchísima gracia: ver la serie “Sexo en NY” doblada a su idioma. Este es el enlace al vídeo que grabé en la habitación de mi hotel:

No me diréis que no resulta curioso de escuchar…

¡Hasta la próxima! Prometo seguir contando viajes, para volver a vivirlos.

 

Nota de la autora: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo, no tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”

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