Vigo lucha contra el feísmo, contra esos callejones hechos sin tener en cuenta la conveniencia de vivir en un entorno adecuado. Vigo lucha contra los adefesios que quedaron ahí en medio como resultado de la especulación inmobiliaria. Vigo lucha contra esos muros que han quedado apuntalando una calle, contra esas medianeras que han quedado en medio de la nada, en una esquina de la calle o en la confluencia de varias de ellas y todo ello porque, en  algún momento, la intervención urbanística cambió de idea y la calle terminó en ese edificio. En definitiva, lucha contra el resultado de haber crecido de forma exponencial sin un proyecto de  ordenación municipal de largo alcance, que estableciese las bases de como debía crecer la ciudad.

 

En los años treinta del siglo pasado el prestigioso arquitecto Antonio Palacios (que realizó el Palacio de Comunicaciones de Madrid, hoy sede de su ayuntamiento), presentó un gran proyecto para el desarrollo de la ciudad de Vigo, que  fue aprobado por la corporación local pero que no pasó del papel.

El insigne arquitecto proponía tres zonas: marítima, interior y de extensión.

Palacios entendía que como toda ciudad con mar, Vigo debía tener un espacio destinado a la industria del mar, que él ubicaba detrás del monte “A Guía”. La ciudad debía en su opinión crecer alrededor del monte “O Castro”, logrando en esta colina una atalaya similar a la Acrópolis ateniense, zona destinada a grandes edificios administrativos (justicia, sanidad, ayuntamiento…). La ciudad se estructuraba en torno a dos grandes avenidas: la Atlántica que discurría paralela al mar y la Cornisa que unía el Castro con la zona de playas. Diseñó la ciudad dotándola de múltiples espacios ajardinados, zonas sanitarias, militares… y con edificios monumentales, como el Palacio Municipal. Contemplaba también una zona balneario en Samil.

Fotos del periódico digital Vigoé (vigoe.es):

 

Lo fundamental del proyecto de Palacios es que valoraba la necesidad de planificar el urbanismo de la ciudad a largo alcance, teniendo en cuenta que Vigo ya en los años treinta del siglo pasado tenía 100.000 habitantes.

El diseño de A. Palacios destaca por el trazado de las nuevas calles. En su opinión, las calles y avenidas que comenzaban a construirse deberían de discurrir de forma escalonada, garantizando vistas al mar a los edificios y proporcionando a la ciudad un skyline bellísimo.

 

El proyecto fue acogido por la ciudadanía con entusiasmo, aunque un grupo de prohombres influyentes se mostró en contra. El diseño del Vigo del futuro fue aprobado por la corporación municipal en enero de 1934, sin embargo tras la guerra civil fue anulado y Vigo creció sin un plan urbanístico integral y de futuro.

Ahora Vigo, que en su urbanismo no se caracteriza precisamente por el orden, intenta reinventarse. Uno de los proyectos interesantes es el llamado “Vigo, ciudad de cor”. A través de la intervención de afamados artistas, nuestras medianeras, muros o edificios se llenan de color.

 

 

La transformación urbana comenzó en 2014, en la céntrica Calle del Príncipe, donde se reproduce a través de la técnica del grafiti, un óleo del pintor Lugris “Fiestra” (Ventana). La milla de oro de la ciudad fue el preludio de la transformación. Pronto surge la primera edición del proyecto “Vigo, ciudad de color”, en el año 2015.

El proyecto desde sus inicios ha  implicado a artistas jóvenes y consagrados. Los artistas luchando contra “el feismo” y exponiendo su obra en las calles suman belleza y arte.

 

Donde más proyectos se están realizando es en las medianeras de los edificios, que resultan ser la parte más fea de los mismos.

 

Los motivos y las técnicas utilizadas son muy diversos, así como sus emplazamientos que van desde Valladares a Teis, pasando por la calle Aragón, por el entorno del puerto pesquero, por Coia, por la calle Urzáiz, por la villa marinera de Bouzas…

El proyecto empezó poco a poco y los ciudadanos vigueses nos mostramos inicialmente algo escépticos. Ahora el proyecto ha ganado fuerza y seguridad. Muchos vecinos desean en su zona o incluso en su propio edificio un mural.

 

Los artistas seleccionados por la corporación municipal son de diversa condición, artistas consagrados y noveles, locales o foráneos, autodidactas o con formación académica, que trabajan solos o como colectivos.

Está claro que a través de este proyecto el arte está al alcance de todos, el arte urbano llena las calles y todos los ciudadanos lo disfrutamos, pero, además, el arte urbano está incidiendo en la ciudad, transformándola, humanizándola y generando sentimientos de orgullo y pertenencia.

¿Hay algo mejor que el hecho de que un entorno urbano deje de ser frío y duro, para pasar a ser “vivible” y que la ciudad sume proyectos generando sinergias? En ocasiones un proyecto cambia a una ciudad, el museo Guggenheim logró la transformación de Bilbao ¿podrá el arte urbano trasformar Vigo?

 

Se echa de menos que no se actúe contra los grandes adefesios de Vigo, el edificio del ayuntamiento, el monstruo negro del Centro Comercial “A Laxe” y el edificio de Toralla ¿Podría algún colectivo de artistas gráficos realizar el gran trampantojo que la ciudad necesita? ¿Podría convertir la “torre” del ayuntamiento en una Torre del Homenaje de un castillo, desdibujar al monstruo de “A Laxe” para convertirlo en un buque encallado en el muelle de Vigo y transformar el urbanismo salvaje del bloque armatroste de Toralla en un faro que guíe a los navegantes de la ría de Vigo?

¡Lo estamos deseando, Vigo lo merece!

Nota de la autora: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo, no tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”

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