Las Fragas del Eume constituyen un ecosistema único ubicado en la provincia de A Coruña. Es uno de los bosques atlánticos de ribera mejor conservados de Europa. Se extienden formando un triángulo cuyos vértices están en los ayuntamientos de A Capela, Monfero y Pontedeume. Tocan además los municipios de Cabañas y As Pontes.

Para llegar hasta allí puedes utilizar cuatro portales de acceso, que no tienen comunicación entre ellos. El más usado es el que sigue el curso del río a través del coto pesquero de Ombre, a diez kilómetros de Pontedeume. Ese fue el que nosotros utilizamos pero unas amigas lo hicieron desde Monfero y el recorrido les encantó también.

Una fraga es un bosque en gallego, y es que siguiendo el curso del río Eume estaremos inmersos en un exuberante bosque lleno de robles, castaños, chopos, fresnos, avellanos, acebos, laureles, helechos y líquenes, que abarca una extensión de 9.000 hectáreas y que pertenece a la red de Parques Naturales de Galicia.


Las fragas del Eume hay que recorrerlas a pie y disfrutar de su vegetación. Hay puntos en los que la vegetación es tan espesa que no permite pasar la luz del sol. En el recorrido nos encontraremos cascadas, puentes colgantes sobre el río, merenderos donde disfrutar del bosque y lugares donde darte un baño.

Además este bosque oculta en su interior un monasterio con más de mil años de antigüedad, el monasterio de Caaveiro, un conjunto de edificaciones donde vivieron en comunidad y aislados del mundo una comunidad de monjes. Llegamos hasta el monasterio por un camino enlosado de pizarra.

 

Cuando se fundó en el S. X los monjes que lo habitaban pertenecían a la orden de San Benito. Esta orden monástica seguía la regla de ora et labora. Los monjes no solo debían orar y meditar sino también trabajar, y eso hacían porque trabajaban el campo y el huerto del monasterio.

Dos siglos más tarde, por razones que se desconocen, el monasterio cambió de orden monástica pasando a estar ocupado por la orden de San Agustín desde el siglo XII.

Con el transcurso del tiempo y hasta el siglo XVIII, el monasterio prospera y su iglesia logra la categoría de Real Colegiata. Hasta tal punto que llegó incluso a estar exento de la autoridad del arzobispado de Santiago de Compostela.

Con la desamortización de Mendizábal, los bienes del monasterio pasan a manos particulares. Uno de los propietarios, don Pío García Espinosa, realizó una “restauración” en el siglo diecinueve. Aquí os mostramos dos fotos tomadas en la exposición que hay en el propio monasterio.

 

 

 

 

El cenobio está ubicado en lo alto de un promontorio muy escarpado, lo que obligó a sus constructores a realizar un gran muro de apoyo pegado al barranco. Además para salvar los desniveles del terreno se van construyendo varios edificios a distintas alturas e incluso estancias subterráneas.

 

 

Cuando llegas, tras haber recorrido durante unos diez minutos el sendero de acceso construido con pizarra, te encuentras con la antigua casa de los guardeses (hoy cafetería, restaurante). Enseguida divisas el monasterio erigido en lo alto del bosque.

 

La estampa impresiona: una escalinata de piedra te conduce directamente al arco de entrada, sobre el que se levanta el campanario barroco del S. XVIII y a su lado vemos el ábside románico de la iglesia.

 

La iglesia  de Santa Isabel desde abajo muestra orgullosa su ábside, triple y con dos columnas, que impresiona al verlo en un alto y además es que proporcionalmente es muy grande. Desde esa perspectiva se aprecia claramente que el templo está apoyado en una base de piedra, con grandes contrafuertes, para ayudar a salvar el desnivel del terreno.

 

El monasterio contaba con dos iglesias pero solo ha llegado hasta nuestros días esta iglesia del S. XII, de claro origen románico y que fue objeto de “restauración” por parte de Pío Espinosa, utilizando para ello los restos de la otra iglesia.

 

Pío Espinosa para emprender la restauración del conjunto derriba lo que queda de la iglesia prioral, edifica un pabellón almenado, “reconstruye” la capilla de Santa Isabel reinventando su portada principal y además arregla dos de las casas donde vivían los monjes.

 

En el punto neurálgico de las edificaciones está en el atrio, empedrado, con una balconada de piedra. Abarca desde el hueco de entrada hasta las casas donde vivían los canónigos.

Los arreglos del conjunto realizados por Pío Espinosa se interrumpieron después de unos años y pronto llegó de nuevo el abandono del conjunto hasta que la diputación de A Coruña emprende su rehabilitación ya finalizada.

Para llegar hasta el monasterio desde Pontedeume debemos seguir la carretera que discurre junto al río, la que mandó construir Franco para ir de pesca, hasta que lleguemos al puente desde el que hay que seguir caminando hasta el monasterio. Por el camino nos encontraremos con rincones únicos.

 

Conviene decir que no se puede subir en vehículo particular hasta el monasterio si acudimos a las fragas en Semana Santa o en verano. En esos períodos esa posibilidad está restringida y hay que dejar el coche a unos cinco kilómetros del monasterio, en el Centro de Interpretación. Desde allí puedes optar por coger el autobús lanzadera gratuita o subir andando. Nuestra recomendación es que aunque subas en autobús no dejes de recorrer un tramo caminando, solo entonces podrás disfrutar del maravilloso bosque atlántico en el que te encuentras.

Os dejamos aquí los 2 vídeos que hemos dedicado en nuestro canal de YouTube a este recorrido del que os he hablado hoy:

 

 

Nota de la autora: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo. No tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”

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