Hacía 16 años que no visitaba Lisboa. He tardado mucho tiempo en volver a disfrutar del placer de pasar unos días paseando por Lisboa.

Y bien que me hacía falta descansar y tomar las cosas con algo más de lentitud, bien acompañado.

Así que para este viaje me documenté bien, con la ayuda de nuestro buen amigo Telmo Valido. Y como voy a contar a continuación, no ha sido una decepción, más bien todo lo contrario. Tres días paseando por Lisboa y no parecieron suficientes.

No fue complicado organizar la estancia. Un apartamento en pleno barrio de la Mouraria (apartamento de Ana y Mariana en airbnb que recomiendo) desde el cual se podía llegar andando sin problemas a todo el centro (Baixa, Chiado/Bairro Alto, Alfama, Rossio).

Comenzamos nuestro paseo de este fin de semana en Lisboa por:

Chiado y Bairro Alto

En el Chiado y Bairro Alto es donde más notamos el cambio con respecto a la Lisboa que habíamos conocido hace tantos años. Aparte del bullicio enorme de las calles comerciales, se nota que la ciudad ha recuperado las ganas de vivir. Una ciudad que ha sufrido terremotos e incendios más allá de lo que sería su justa parte, se merece que la visiten y la admiren. Bajar paseando desde la Plaza de Camoens por la Rua do Alecrim hasta el Cais de Sodré y llegar al Tajo.

O subir en dirección al Bairro Alto y admirar las fachadas.

 

 

Recorrer las calles llenas de restaurantes como Largo Picadeiro donde se encuentra el excelente Cantinho do Avillez, un ejemplo gastronómico de la pujanza de la ciudad. Y un poco más abajo, más modesto es el bistro Xapuri con su pulpo al cus-cus con popadoms que no podemos olvidar.

 

La vitalidad se nota en todas las calles, cómo no en el elevador de Santa Justa.

 

 

Y en los tranvías que se afanan por remontar las colinas de Lisboa.

 

Praça do Municipio

Esta plaza nos pareció un descubrimiento. Luminosa, las fotografías conmemorativas de la Revolución de los Claveles la hacían aún más hermosa.

 

 

Desde aquí a la Praça do Comercio, ya en la Lisboa del XVIII, la que reconstruyó el Marqués de Pombal tras el terremoto de 1755 como una cuadrícula en la que las calles tenían que medir 12 metros de anchura y en la que que se repartieron los oficios de la época. Esta zona ahora recuerda a los centros turísticos de todas las grandes ciudades actuales (Roma, Madrid, Londres) con sus marcas de moda globales. Pero lo que mantiene la Praça es su grandeza. Su forma rectangular ilustrada que se abre al Tajo mostrando cuál era la prioridad de Portugal como imperio marítimo. Las escalinatas que desde la plaza bajan al Tajo reflejan con claridad la vocación de los portugueses.

Y desde ahí hacia el interior de la ciudad, hacia el castillo y la Alfama.

 

 

El Castillo de San Jorge ofrece las mejores vistas de la ciudad, posiblemente junto a la del Mirador del Parque de Eduardo VII. Personalmente nos pareció que el Castillo no está a la altura, en cuanto a restauración, de otras zonas de la ciudad. Aún así es agradable, eso sí, nosotros lo hicimos andando y recomendamos no tener prisa en la subida.

El recorrido por Alfama es el más monumental en el sentido de acumular la Catedral, la Iglesia de San Antonio, la de San Vicente y el Panteón Nacional. Aquí desde luego es mejor usar los tranvías y estar muy atento a las horas de apertura de los templos.

En Alfama nos gustó la Rua da Voz do Operario, con su edificio de la institución benéfica que le da nombre.

 

Otros descubrimientos paseando por Lisboa

Por la zona circundante al Parque de Eduardo VII, donde termina la Avenida da Liberdade nos gustaron los edificios con fachadas modernistas.

 

 

Y por supuesto bajando a la ribera del Tajo pudimos disfrutar de una ciudad con mar, puesto que tal es el tamaño del estuario que no parece sino el mar.

Junto a esa ribera está también la gastronomía moderna e informal del Mercado da Ribeira, mitad mercado tradicional, mitad zona de ocio gourmet.

 

 

Así, tan rápido se nos pasaron estos 3 días en Lisboa. No nos hizo falta ni acercarnos a las visitas turísticas de los alrededores (Sintra, Cascais). Fue suficiente quedarse por la ciudad y pasear, sin prisas.

Solo me queda recomendar un libro que puede acompañar un viaje así. Por las calles del Chiado se puede uno imaginar paseando a “Barley” Scott-Blair, el protagonista de “La Casa Rusia” de John le Carré (ver reseña en curiosity killed the cat) y residente en Lisboa. Barley seguro que saldría corriendo al ver tanta gente por el Bairro Alto.

Y aquí tienes el artículo sobre la misma novela publicado en nuestra revista:

Nota del autor: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo, no tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”

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