En nuestra visita a Córdoba no podíamos dejar de ver Madinat al-Zahra, cuya traducción es “la Ciudad Resplandeciente”. Tras conseguir las entradas en la oficina de turismo, ubicada al lado del arco de Triunfo, nos dirigimos al autobús que nos lleva a ella.

La ciudad palaciega está situada a unos 8 kilómetros de Córdoba, a los pies de Sierra Morena. Es el capricho de un hombre, Abderraman III, que se autoproclamó califa. Sus antepasados venidos de Siria eran emires del califato de Oriente pero él se relacionó de igual a igual con los mandatarios de su época.

Según A. Muñoz Molina “quería que su ciudad surgiera de la nada, como Bagdad, crecida en el desierto… quería que se pareciera a las ciudades imaginarias de los árabes, a Iram, la ciudad de las columnas, de la que dice el Corán que fue creada como ninguna otra en el mundo”.

La ciudad palaciega tuvo una vida muy breve, permaneciendo en el olvido hasta el siglo pasado. Durante años fue popularmente conocida como Córdoba la vieja y se creía que el origen de las ruinas era romano.

 

De acuerdo con Muñoz Molina su mezquita “tenía cinco naves, un soberbio alminar y un patio pavimentado de mármol de color vino en cuyo centro había un manantial de agua helada”. Y lo que resulta más increíble, en su libro sobre la Córdoba de los Omeyas nos señala que “ la mezquita de Medinat al-Zahra se concluyó en 48 días, porque al-Nasir tuvo continuamente empleados en ella a mil hombres hábiles, de los que trescientos eran albañiles, doscientos carpinteros y los demás enladrilladores y mecánicos de varias clases”. Hoy apenas quedan restos del edificio, fue el que mas espolio sufrió.

La visita a las ruinas arqueológicas de Medina Azahara ha sido diseñada de manera distinta a como era conocida la ciudad por sus visitantes cuando acudían a ella para ser recibidos por el califa.

En el  S. X, cuando una comitiva llegaba a la ciudad entraba por la parte inferior de la Medina, franqueando unos arcos y comenzaba a ascender por unas calles laterales construidas en rampa hasta llegar a ser recibidos por el califa, en el salón del trono. Medina Azahara no solo era una ciudad sino también un escenario que debía transmitir el poder del califa.

En el S. XXI, la visita comienza en la parte alta de la ciudad resplandeciente, no nos vamos a encontrar con el majestuoso gran pórtico en primer término, sino que entraremos por la terraza alta, por la puerta norte de la ciudad. La visita se realiza conociendo la Medina de arriba a abajo.

Sin más introducción, comienza la visita, preparad las cámaras.

En la parte alta de la Medina, nos encontramos con la Puerta Norte que se utilizaba para abastecer al Alcázar , el cartel explicativo del recinto nos cuenta que “era la vía de comunicación más rápida con Córdoba y por donde se abastecía el palacio (Alcázar) de alimentos y materiales de construcción. Como puede ver, su pavimento original de piedra se encuentra bien conservado en su tramo final”.

Podréis observar en nuestras fotos que se trata de “un pasillo con varios quiebros, respondiendo al esquema de acceso en recodo y termina en un pequeño espacio cerrado por puertas enfrentadas, donde se instalaba la guardia que controlaba el paso. Este dispositivo “en recodo” se utilizaba en la arquitectura militar islámica para controlar el ingreso al interior de los recintos amurallados”.

Las fotos que vienen a continuación fueron obtenidas adentrándonos en el recorrido, en varias de ellas se aprecia una pared de la vivienda del Primer Ministro, casa de Ya’far,  y en el último escalón ( visto desde arriba) se divisa el Gran Pórtico Oriental.

 

Antes de continuar con la visita os mostramos un plano general de la ciudad para situarnos y hacernos una idea de la disposición en terrazas.

 

Seguimos, en la terraza intermedia nos encontramos con viviendas de servicio, la casa de la alberca y con una vivienda que se identifica hipotéticamente como la residencia del hayib (Primer Ministro o Visir) del Estado Califal entre los años 961 y 972, Ya´far ibn Abd al-Rahman, es una de las más complejas y suntuosas del palacio. A esta estancia corresponde la foto que elegimos para portada de este artículo, y es conocida como la puerta de la casa de Ya’far, o puerta de Ya’far directamente.

 

La zona pública u oficial  es un edificio de trabajo y representación, de planta basilical, al que se entra a través de una gran portada con decoración labrada en piedra. La presencia de esta ornamentación de ataurique, existente también en los tableros de la puerta de acceso a la nave central, y el pavimento  de mármol de las estancias, expresan la pertenencia de Ya´far a la élite política del Estado omeya.

Continuando la visita nos encontramos un edificio que se considera que debió ser alguna institución administrativa del Estado califal. Tanto los materiales como el decorado eran sencillos: pavimento de ladrillo, y paredes y arcos enlucidos con una mezcla de cal y arena, pintados de blanco y almagra (rojo oscuro).

Se desconoce su función concreta, tiene forma “basilical” característica de los edificios públicos, con columnas y arcos que separan varias salas longitudinales (naves) y una transversal. Hay quien dice que se trataba de la “Casa del Ejército”.

 

Cerca nos encontramos con unas cuadras o caballerizas destinadas a la unidad de caballería que debió estar al servicio de los visires y otros altos funcionarios que trabajaban en los grandes edificios administrativos.

 

Por último llegamos al Gran Pórtico y adosadas a él viviendas destinadas a la guardia real.

Salimos hacia la plaza de armas y una vez allí nos damos media vuelta, ahora si que podemos trasladarnos al S. X: Lo primero que veían al llegar era ‘El gran pórtico y la plaza de armas’. Medina Azahara no solo era una ciudad sino también un escenario que debía transmitir, al visitante, el poder del califa.

Como reza el propio cartel explicativo del recinto: la gran arquería fue concebida para impresionar. En el mismo podemos leer: “El Gran Pórtico que ve enfrente es la entrada emblemática, simbólica y ceremonial al Alcázar. Es una construcción puramente escenográfica, concebida para deslumbrar a los visitantes. Sus catorce arcos practicables (abiertos) ocupan todo el lado oeste de la Plaza de Armas, en la que se encuentra ahora.

En esta amplia plaza,  con habitaciones al norte y al sur, se celebran algunos actos militares. Probablemente el califa pasaba revista a la formación del ejército desde un mirador situado sobre el arco central.

Este Gran Pórtico se edificó en los últimos años del califato de Abd al-Rahman III o en los primeros de su hijo al-Hakam II. Sin embargo, muy pronto fue modificado: se cerraron 3 arcos del extremo norte (a su derecha) para instalar habitaciones destinadas a la guardia, y se construyó la rampa que comunica la Plaza de Armas con una nueva puerta abierta en la muralla norte”.

Arco del Gran Pórtico

Arco del Gran Pórtico

 

La ciudad se construyó en piedra arenisca, extraída de las canteras cercanas, y sus columnas con mármoles de primera calidad.

Todo el escenario estaba estudiado, cuando alguna comitiva llegaba a la ciudad por la parte inferior de la Medina, franqueando unos arcos, comenzaba a ascender por unas calles laterales construidas en rampa, en dos tramos, hasta llegar a ser recibidos por el califa. La guardia de la ciudad y los funcionario de palacio se colocaban en perfecta formación sobre los poyetes que hay a ambos lados, cubriendo el trayecto protocolario de visitantes ilustres.

Fijaos también en los jardines de los que disfrutaban los huéspedes, de los que se conservan parte:

Os sorprenderá que no hemos hablado de la vivienda de la familia del califa, conviene aclarar que los distintos hijos de Abderramán III no vivían en Medina Azahara,  solo el sucesor, para  evitar intrigas palaciegas. Para los omeyas el heredero no está ligado con la progenitura, por lo que era costumbre que los otros hijos residiesen fuera de palacio.

Medina Azahara, de la majestuosidad hoy quedan las ruinas que visitamos. El complejo cuenta con un centro de interpretación, inaugurado en 2009. Es un edificio de tres plantas pero  que nadie se asuste no rompe con el entorno, solo una está en la superficie, las otras dos plantas están bajo tierra. Dentro de él podemos ver exposiciones, de carácter permanente, de distintos restos arqueológicos obtenidos en las excavaciones. Resulta muy recomendable antes de comenzar la visita a las ruinas, visionar en el auditorio una recreación realizada por ordenador de la vida de la ciudad palatina, nos ayudará mucho a entender lo que vemos.

El Salón Rico, así llamado por su espectacular decoración, era el salón destinado a las grandes recepciones políticas de Abderraman III, pero no pudimos visitarlo porque está en proceso de restauración. Así que deberemos volver en breve  a hacer otra visita.

http://cadenaser.com/emisora/2016/03/21/radio_cordoba/1458516907_964783.html

La ciudad brillante, la Medinat  Al-zahra que construyó el califa tuvo una vida corta, pero ha resurgido, al final Abderramán III consiguió su propósito de dejar a la posteridad una ciudad memorable, que estuvo enterrada en el olvido pero ya no.

La Junta de Andalucía ha logrado en julio de 2018 que Medina Azahara esté reconocida en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

¡Enhorabuena!

Y si queréis escuchar el podcast que hemos dedicado a Córdoba dadle al play:

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Nota de la autora: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo, no tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”.

 

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