Recorrer Dublín es conocer una ciudad que en pocos kilómetros cuadrados tiene mucho encanto, totalmente abigarrado, te da la sensación de que se han ido acumulando siglos de música, religión e historias interesantes.


Este es un paseo de apenas tres días por Dublín. Seguro que alguien dirá, “no hace falta mucho más que tres días”. Sin embargo se queda corto, por lo menos a nosotros, a Raquel y a mí, se nos quedó algo corto.

Dublín te hace sentir a gusto, te acoge. Es tan fácil alojarte a poca distancia del centro, tan cercanos están los sitios a ver alrededor del río Liffey, que nunca dejas de saber que estás en Dublín, es inconfundible.

Nuestros recorridos no fueron planeados más allá de un “norte del Liffey y sur del Liffey”. Eso nos ayudó a descubrir varios sitios que en otras circunstancias no hubiéramos visto.

Alojarnos en Landsdowne Road, al sur del río, nos permitió pasar todos los días por una zona tranquila y también elegante, más al sur de Merrion Square. También poder sentir en directo la importancia del Rugby como deporte del que se sienten muy orgullosos puesto que nuestro Bed & Breakfast (Ariel House) estaba al lado del Aviva Stadium, hogar del Rugby en Irlanda.

The Grand Canal, Northumberland Rd

Dublín es una curiosa combinación para quienes conozcan solo su fama más mediática. La antigua Dubh Linn del gaélico original, ha sufrido como el resto de Irlanda un sinfín de invasiones y ocupaciones. Y a su vez ha extendido a sus descendientes por el mundo en una diáspora espectacular, pero mejor no adelantemos nuestras etapas, eso llegará después.

Dublín es, claro, el Trinity College

En el Trinity se perciben ya algunos temas que se repiten por la ciudad. De origen protestante, el Trinity no admitió estudiantes católicos hasta 1793. Como a Irlanda, y a Dublín por tanto, no le faltan escritores de renombre, alardean de ellos sin falsa humildad. Wilde, Beckett, Stoker, Burke…todos fueron alumnos del Trinity.

El tour que guían los propios alumnos por el campus nos gustó especialmente. Las anécdotas fueron un continuo en el recorrido. ¡Qué bien saben contar una historia los irlandeses! Desde los varios arquitectos, casi todos ingleses, que nunca cobraron por sus trabajos, hasta la dura costumbre de dar públicamente la graduación a los alumnos en el orden de sus notas.

Trinity es pequeño en comparación de sus hermanos mayores británicos. La arquitectura es en algunas zonas un pastiche, alcanzando su punto más desafortunado en la Biblioteca Berkeley que más parece un refugio nuclear al aire libre que un lugar para disfrutar del conocimiento.

Trinity es también el Libro de Kells, un libro manuscrito por monjes en la Edad Media. Y para los que no ocultamos nuestra devoción a la Fuerza, la Antigua Biblioteca es la inspiración de los Archivos Jedi en Coruscant.

Iglesias en Dublín, la paradoja de la ocupación

Resulta paradójico que las dos catedrales de origen medieval en Dublín estén dedicadas al rito anglicano, cuando se encuentran en la capital de uno de los tradicionales países católicos. Esa paradoja se manifiesta por todas partes en Dublín donde lo protestante y lo católico se superponen, muestra de un pasado complejo.

La Catedral San Patricio nos gustó especialmente. Enclavada al sur del río, rodeada de un parque que la realza, San Patricio aparte de su belleza arquitectónica, está cargada de algunos otros atractivos realmente interesantes. Allí se puede encontrar su área de estandartes, donde diferentes regimientos colgaron sus estandartes (sobre todo tras la I Guerra Mundial) en memoria de los caídos. Aquí se vuelve a mezclar la historia de Irlanda al ser esos regimientos todavía parte del Imperio Británico, estando durante bastantes años los veteranos en tierra de nadie, héroes de ningún país.

También está la tumba de Jonathan Swift, autor de Los Viajes de Gulliver. Y como muestra de cómo se superponen las religiones, la campana de los Hugonotes, los protestantes franceses que tras huir de Francia recalaron en Irlanda y que durante casi dos siglos usaron la Capilla de Nuestra Señora para su culto.

La Catedral de la Santísima Trinidad (Christchurch) es la más antigua, con un aire mucho más medieval. Tiene una cripta muy interesante y además presume de ser el primer lugar donde se interpretó el Mesías de Haendel.

 

Temple Bar y el río

No nos vamos a extender mucho sobre Temple Bar. Seguramente sea hoy en día la parte más conocida de Dublín con su exuberante vida nocturna y diurna. Gastronomía de una variedad espectacular, teatro, música…

Y al lado el río con sus numerosos puentes. No hace falta detallar mucho más, lo suyo en Temple Bar es caminar.

La diáspora irlandesa, (casi) todos somos dublineses

Un sitio que recomendamos es el Museo de la Emigración Irlandesa. Creo que casi todos hemos oído hablar de la Gran Hambruna que a mediados del s.XIX diezmó a Irlanda, tanto en muertos como en una corriente de emigración inmensa. Pero este museo va más allá del sufrimiento y cuenta de una manera muy entretenida cómo emigraron los irlandeses en diferentes épocas, a dónde fueron, qué han aportado a sus países de destino y qué le ha aportado eso a la propia Irlanda.

Es un museo que rezuma orgullo, prueba de un país que vive un resurgimiento de su autoestima bastante evidente. El museo se encuentra al principio de la zona más moderna de Dublín, en los antiguos muelles ahora reconvertidos en oficinas donde se albergan multinacionales y la mayoría de las oficinas centrales en Europa de las grandes tecnológicas americanas.

Monumento conmemorativo de la Gran Hambruna

Los acantilados de Howth

Nuestra incursión al norte del Liffey dentro de Dublín fue más buen escasa. Nos habían hablado de los acantilados de Howth, así que nos cogimos un autobús y allá nos fuimos. Excelente idea.

Howth está a pocos kilómetros al norte de Dublín, en la parte norte de la bahía. Se llega en autobús recorriendo los barrios residenciales del norte. Esta península tiene un puerto con varios restaurantes que sirven marisco, pero su atractivo es subir a The Summit, puesto que el terreno se eleva hacia el mar y en la cima se puede disfrutar una vista espectacular de la bahía de Dublín, amén del faro.

Se puede recorrer la subida por un camino que da al mar, o también para los aficionados al ciclismo es muy recomendable dar una vuelta por aquí. Y arriba del todo está The Summit Inn, donde pudimos disfrutar de una tarde soleada tomando una cerveza.

 

Una cerveza en The Summit Inn, Howth

Algunos retales, aquí y allá, y sobre todo cerveza y buena comida

Algunos sitios no visitamos, la fábrica Guinness, y otros por desgracia no pudimos visitar, la cárcel de Kilmainham. Pero sí que nos pateamos ese recorrido y desde luego recomendamos la cárcel para conocer mejor la historia de Dublín e Irlanda.

Lo que nos encantó fueron los pubs, claro. Posiblemente no estuvimos en los más típicos, pero eso nos dio igual, se estaba muy a gusto de todas maneras:

Y por supuesto también recomendamos un sitio para comer. A nosotros nos gustó mucho Pichet. Una fusión de platos locales con cocina continental en un ambiente muy agradable.

Poco más nos queda ya por contar. Solo despedirnos con una de esas obras muy irlandesas, este póster de “El hombre tranquilo” de John Ford, algún día volveremos a Innisfree.

 

Links en este artículo:

Ariel House Bed & Breakfast

Aviva Stadium, hogar del Rugby en Irlanda

Dubh Linn

Trinity College

Libro de Kells

Archivos Jedi en Coruscant

La Catedral San Patricio

Jonathan Swift

La Catedral de la Santísima Trinidad (Christchurch)

Museo de la Emigración Irlandesa

Restaurante Pichet

 

Nota del autor: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo, no tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”

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