Con Marta y su familia llegamos a Eslovenia, una etapa llena de agradable sorpresas, el país, amigos y muchas cosas más. Aquí llega Eslovenia.

Eslovenia, primeras impresiones
Tan pequeña que la podríamos recorrer a pie, y tan grande que puede ser explorada indefinidamente”, éste es el pequeño eslogan figura en la parte trasera de nuestro mapa esloveno. Eslovenia tiene una superficie de 20.273km2 y un poco más de dos millones de habitantes. ¡Un país de tamaño “manejable”!

Nosotros entramos por su esquinita oeste, donde se yergue majestuoso el macizo del Triglav, y la carretera ofrece estupendas vistas de montañas y plácidos valles, con estaciones de esquí conocidas como Kranjska Gora.
Eslovenia nos gustó desde que entramos (Icar ya la conocía de un viaje anterior), tiene un no sé qué que la hace apacible, como si nada desentonara mucho. Las construcciones son muy agradables, aunque tampoco suntuosas; no hay grandes edificios que alteren la sintonía, los valles son verdes y plácidos, con sus curiosos secaderos de hierba al sol. Simplemente yendo por la autovía, el paisaje también es bonito dondequiera que mires. No hay mucha industria, predomina más lo rural, suponemos que también el turismo.

Nosotros hicimos la primera parada en Bled, y los primeros días en la zona del Triglav.

Icar recordaba Bled de su viaje anterior como muy bonito, y la verdad que no defrauda. Es una especie de emplazamiento perfecto rodeado de montañas, con una arquitectura armoniosa, un castillo encaramado en un escarpe rocoso y un lago en el que flota misteriosa una islita con un monasterio en el que, dicen, hay que hacer sonar las campanas y pedir un deseo para que se cumpla….

 

La única “pega” que le vemos a Bled es que nos resulta bastante turístico. ¡Pero si vemos hasta algún autobús de japoneses!. ¡Menos mal que es septiembre y entre semana!.

No teníamos muy claro dónde dormir e íbamos algo pillados de tiempo con Noa, sin mucho margen para investigaciones. Como en realidad no nos hacía falta camping para enchufarnos ni vaciar, etc, nos quedamos en el parking que hay a la entrada del camping, que vimos hay un par de autocaravanas.

De Bled pusimos rumbo al cercano Triglav, “Triglavski Narodni Park”. Montañas, cascadas, lagos, bosque, coronados por la cumbre del Triglav, de casi 3.000m. Le siguen en altura otras como el Mangart, no menos espectacular.

 

 

Al lado del lago Bohinjska, un sitio precioso, vimos que había un camping (en principio siendo esta zona parque nacional la pernocta libre es más complicada), pero al entrar vimos algo raro: había gente acampada pero no parecía haber nadie en la entrada ni nada. Unas chicas me confirmaron que el camping ya no estaba abierto pero como no era un recinto cerrado, había gente acampando, y nosotros hicimos lo propio. El lugar era fantástico, a la orilla del lago, rodeado de bosque y en un circo rocoso que rodea el lago tan completamente que de hecho no deja ver las montañas que están detrás, ahí mismo. Qué buen lugar para pasar la tarde-noche…era fin de semana y se veía mucho movimiento de gente. En general en el país vemos mucho ambiente de turismo de naturaleza.

 

 

Bueno, aquí había mil excursiones y posibilidades más pero nosotros después de este encuentro con el Triglavski Narodni nos teníamos que ir yendo casi a la otra punta del país…que eso, tratándose de Eslovenia, significa sólo unas dos horas y media o tres de coche. Nos hubiéramos entretenido un poco más por estos lares pero es que…¡teníamos fecha fijada para un encuentro esloveno que nos estaba esperando! ¡Nuestra primera experiencia de WWOOF!

 

Cruzando Eslovenia rumbo Wwoof….

21 de septiembre, ¡fiesta de San Mateo en Reinosa! Mientras Reinosa andaba ocupadísima con sus festejos, nosotros nos plantamos en el otro lado de Eslovenia, y es que el 22 empezaba nuestra primera experiencia como WWOOFers en Jarenina, un pueblito cerca de Maribor. WWOOF son las siglas de World Wide Opportunities for Organic Farming, y se trata de una especie de voluntariado en granjas ecológicas; una red mundial que pone en contacto a productores ecológicos (principalmente agricultores, pero también puede haber tareas de ganadería, jardinería, construcción sostenible, cocina…) con voluntarios que desean aprender, contribuir al impulso y desarrollo de proyectos ecológicos, compartir conocimientos…

Se realizan tareas unas 4-6 horas al día, a cambio de alojamiento y comida. Es una manera de profundizar en estos temas, si te interesan-generalmente no se necesita para nada ser un experto, ¡nosotros desde luego no lo somos!, de viajar barato (el dinero no interviene en una estancia wwoof), y también…de intercambio cultural, de practicar idiomas, de profundizar en la realidad de un país a través de su gente.

A nuestro entender, una manera estupenda de conocer más “de verdad” las personas de un país, puesto que convives con ellas, integrándote por un tiempo en su día a día.

El funcionamiento es simple, están los “anfitriones de wwoof”, que los hay en todo el mundo, y se muestran en listados por países (en España también hay); y los voluntarios “wwoofers”, te haces miembro y puedes solicitar una estancia en una granja wwoof. Hay redes wwoof nacionales, y en ese caso pagas la cantidad establecida para hacer uno (o los que quieras) wwoof en un país, por ejemplo Wwoof España, Italia, Francia, etc….o bien “Wwoof Independents”, (www.wwoofindependents.org) de la que nos hicimos miembros nosotros, que abarca unos cuantos países, entre otros Eslovenia. Pagamos 15 libras por un año de pertenencia, unos 17 euros.

Y es posible participar en un wwoof siendo una familia. Algunas incluso lo piden; en este caso, en general son a su vez familias con hijos, que lo consideran una experiencia para sus hijos también el convivir con familias de otros países.

A nosotros Eslovenia nos pareció un buen país para iniciarnos en esta historia…mandamos dos posibles propuestas y ambas respondieron positivamente, pero al final una no podía ser por problemas de fechas y en la otra todo cuadraba…

Así que camino del Wwoof, cruzando Eslovenia hasta Maribor con parada intermedia en un “Kamp” pasado Lubjliana, cerca de Celje . En el Kamp estuvimos con unos austriacos y unos franceses, pero ambos se fueron prontito y la dueña, que era un encanto, nos dijo que nos quedáramos hasta cuando quisiéramos. Pudimos plantar nuestros tendales de ropa tranquilamente en mitad el camping enterito para nosotros, tras la super-colada….hacía tiempo veraniego y se estaba genial, nos turnamos para ir a correr por unos senderillos muy chulos a la vera del río, mientras Noa estaba de lo más entretenida con sus tizas y sus historias…

 

 

Después de los calores anunciaban tormentas, pero llegamos a Maribor aún con muy buen tiempo, y tras aparcar en el espacio Camper en pleno centro, junto a la estación de buses, aún nos dio tiempo a dar una vueltita en bici por la city.

Maribor fue capital cultural europea en 2012, y la verdad que nos gustó su ambiente y merece la pena conocerla. Es la segunda ciudad de Eslovenia tras Lubjliana, la capital. Entramos sin problemas al ser domingo por la tarde…muy tranquila. Además de una arquitectura digna de ver, Maribor es muy famosa por sus vinos, sobre todo blancos. Realmente la ciudad está totalmente rodeada de verdes viñedos y eso le da un encanto especial. Tras el paseo de domingo vespertino, a cenar a “casita” y dormimos con el sonido de la lluvia que, ahora sí, empieza a caer….y mañana a Jarenina y nuestra granja wwoof, pero….¡ésa será otra historia!

 

 

Wwoof en Jarenina

SLO son las iniciales de las matrículas eslovenas, parecido a SLOW, el ritmo de esos días de WWOOF.
Vivir más despacio, por unos días, sin itinerar de aquí a allá. Recoger con tus manos lo que comes en la mesa después. Comprender la importancia de los procesos que median entre la producción, la recolección, la manufactura y nuestros monederos o nuestros paladares…Ninguna de estas realidades nos era ajena antes, la verdad. Hacía tiempo que nos interesaba este modo de ver las cosas, que nos preocupaba lo que comemos y que procurábamos vivir con una cierta-que no total ni mucho menos, siempre hay tanto por hacer- coherencia con el entorno. El lugar donde vivimos en Cantabria es, también, un lugar privilegiado para poner en práctica muchos de estos preceptos. Aunque “itinerar”, lo que hicimos en este viaje, no es compatible con la dedicación y paciencia, con plena consciencia y al ritmo SLOW que marca la naturaleza, que requiere la producción propia casi al margen de los circuitos comerciales para lograr prácticamente el autoabastecimiento.

Ver y vivir y compartir esto con la familia Turinek fue una experiencia increíblemente interesante…

Maja y Matjaz son una pareja joven, rondando los treinta, con una familia ya formada: Luka, Emma y Samu, tres encantadores chiquitos rurales de entre 1 y 5 años, felices en su granja y con sus hermanos.

Ni Maja ni Matjaz son unos aficionadillos, ambos cuentan con una licenciatura de 5 años en agricultura (desconozco si en España hay algo similar), y después no se han desvinculado de la universidad, ampliando su formación, ya de modo específico, en agricultura ecológica y biodinámica; en el caso de Maja todavía realizando una tesis sobre ello.

Pero sobre todo, viven en el lugar idóneo para poner en práctica algo de lo que son profundos conocedores y convencidos defensores, su propia pequeña empresa, Zlate Misli, que nos explicaron viene a significar algo así como “Pensamientos Dorados”.

No fuimos sus primeros wwoofers ni mucho menos….de hecho, ese año ya llevaban, con nosotros…¡27 wwoofers nada menos! Nos contaron que para ellos es un modo perfecto de recibir ayuda para su empresa, que de otro modo debería ser a través de un sistema remunerado convencional, pero que a través de esta opción, se convierte en mucho más que una contribución a su trabajo, al ser una experiencia de vida para todas las partes. “Y nosotros ahora, con la granja y los tres niños pequeños, tenemos difícil viajar. Recibiendo wwoofers en casa, es el mundo el que viaja a nosotros”, nos explicaron. Una bonita manera de verlo….y es que, sin duda, ¡hay muchos modos de viajar! En su cocina había un mapa del mundo donde iban figurando las procedencias de todos los wwoofers….desde Australia a Nueva Zelanda pasando por Sudáfrica, Canadá o Chile, además de muchos países europeos. ¡Ahí entramos nosotros también!

Por otro lado, me encantó ver cómo no influyen las distancias geográficas, las distintas procedencias, la diferente lengua materna y las variadas circunstancias para encontrar un montón de nexos comunes. Fueron unos días de hablar (en inglés, el idioma de este “intercambio”, que ambos hablaban perfectamente) decenas de temas, de realidades de ambos países, de ecología, de crianza, de ideología…

 

 

Y de reírnos, y de compartir tareas, y de intercambiar nuestro esfuerzo por un lugar donde dormir (que tras nuestros casi dos meses en nuestra casita con ruedas se nos ha antojado espacioso y estupendo cual habitación del Ritz) y una comida deliciosa.

Una semana en la que no abrimos el monedero, y rica a más no poder en experiencias.

Saneamos y troceamos coles para hacerlas prensadas en conserva con sal, recogido y clasificado zanahorias, remolachas, pimientos y tomates, colaboramos a hacer las cajas semanales de fruta y verdura para vender, recolectamos semillas de caléndula, hicimos un poco de cocinillas, ayudamos a levantar una nueva pared para el almacenaje de productos….

Noa estaba encantada con sus nuevos amigos, con el tobogán casero, con los tractores de juguete y con los de verdad, con las vacas, las cabritillas y los chones negros.

 

 

Probablemente, intentaremos vivir una o varias más experiencias wwoof en el futuro, no sabemos cuándo ni cómo, pero sin duda ésta dejó el listón bien alto. Nos fuimos bien pertrechados con una bolsa llena de pasta y mermeladas caseras, de pimientos, zanahorias y tomates de regalo. Y con muy buenas sensaciones, por lo vivido y aprendido. Y, sobre todo, porque llegamos como wwoofers y nos fuimos…como amigos. ¡Hvala, familia Turinek! ¡Hasta siempre!

 

Maribor entre amigos y más Eslovenia

Después de nuestra primera experiencia wwoofer, volvimos a la “vida nómada” en nuestra casita con ruedas…aunque la primera parada iba a ser muy cerca y ya nos era conocida: Maribor, pero esta vez en compañía. ¡Más encuentros en el camino! Ahora con nuestro amigo austriaco Martin y su familia: Neli, Aline y Luna.

 

 

Martin es otro compañero y amigo que hice en mi año Erasmus-napolitano, con los que la amistad perdura. Ha sido una cosa curiosa porque tras la vuelta de Italia mantuvimos contacto mucho tiempo por carta, teléfono (cuando el sr. Internet no tenía aún casi sus “redes”)…hasta un momento en el que, por ninguna razón en particular, lo fuimos perdiendo. Y hace un par de años, gracias precisamente a esas redes que hoy sí existen (en demasía muchas veces, pero en este caso con un estupendo fin), investigué un poco y: ¡ahí estás, Martin Kleiner, te encontré! Veinte años después y cuatro arruguillas más pero sin duda el mismísimo! Retomado contacto, y como el año pasado nuestro viaje veraniego fue casualmente Austria, tras Danubio en bici y Alpes austriacos, planeamos el encuentro de lo que ahora eran dos….¡familias! Y estuvo genial, como si nos hubiéramos visto el día anterior…cosas de las buenas amistades. Entonces, ese encuentro fue en la sureña región austriaca de Carintia, a orillas del Worthersee, uno de sus preciosos lagos.

Esta vez, en Eslovenia, porque Maribor está a sólo a unos cuarenta minutos de la ciudad austriaca de Graz, donde Martin y su familia viven.

En fin, pues que….¡otro día estupendo! Esta vez con el aliciente de que conocimos a Neli, que no pudo venir el año pasado….Un día chulo de muchas charlas, risas y hasta planes….¿¿nos volvemos a encontrar cuando estéis de vuelta, en Trieste o Venecia, por ejemplo…??…pues veremos, pero ya nos gustaría….

Aline y Luna se acordaban de Noa del año pasado ( cuando le preguntamos a Noa, dijo que también, aunque no lo tenemos tan claro, jajaja). Luna y Aline son un encanto y muy “niñeras”, no paran de hacer carantoñas a Noa y ésta encantada…

 

 

Comimos juntos, bueno y barato (más barato que en Austria nos dicen, algo más que en España también), encontramos un

 pequeño festival de productos de la zona con música y degustación de los vinos de lugar, que son blancos fundamentalmente y están muy ricos. Y tras un día redondo…¡hasta la vista amigos, ha sido un gran placer! Martin y yo bromeamos diciendo que, tras casi veinte años sin vernos, ahora íbamos a encontrarnos todos los años…¡que así sea!.

 

 

 

 

Nosotros, por nuestra parte, vuelta a cruzar Eslovenia, digamos que era un poco “retroceder” en cierto modo, considerando que desde Maribor, por Zagreb tendríamos bien cerquita Hungría, a donde iremos después…pero…estar tan a tiro de piedra de Croacia y de ese mar que hace tiempo que no vemos y nos está llamando, y no pasar por allí, sería una pena …..Así que allá nos fuimos, y de paso, a ver alguna cosita más de Eslovenia por el camino.

 

 

 

Volvimos a parar cerca de Celje, como la vez anterior, pero esta vez en un pueblo llamado Zalec. Como casi todos los sitios que hemos visto en Eslovenia, tiene algo que ofrecer: paisajes verdes, pueblitos agradables, carriles ciclistas y buenas vistas. ¡Parada y fonda! Continuará….

 

 

Links en este artículo:

“Triglavski Narodni Park”

Bled

WWOOF son las siglas de World Wide Opportunities for Organic Farming

Maribor fue capital cultural europea en 2012

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Nota de la autora: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo, no tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”

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