El ensayo de Antonio Muñoz Molina describe la historia musulmana de Córdoba, la vida en sus intrincadas calles, la vida diaria de sus gentes, sus casas, sus costumbres… Señalar que el ensayo fue publicado en 1991, en un contexto sociopolítico muy distinto al actual, quizás por ello el autor  gozó de mayor libertad en su análisis.

La lectura de este  libro es recomendable antes de visitar la ciudad, genera en el lector el ansía de conocerla, de pisarla, de saborearla, de descubrir sus rincones, que son muchos.

Córdoba de los Omeyas comienza hablándonos de Abderraman I, de su viaje desde Siria, de las numerosas vicisitudes que debe pasar en los dos años que dura su éxodo,  de los lazos de parentesco que le permitieron sobrevivir a su llegada a la península. Describe, en mi opinión, de manera maravillosa, el sentido de pertenencia a una tribu, a un grupo familiar.

La ciudad, desde Abderramán hasta los tiempos de Almanzor, crece en habitantes como crecen las columnas de la Alhambra, el “antiguo solar  en ruinas” se  convierte en un sueño de un hombre hecho realidad. Córdoba llena de vida, se recorre a través de su laberíntico trazado de callejuelas, palacios cerrados y  muros que salvaguardan  la intimidad. La casa como vida privativa y el patio como espacio de tránsito entre la esfera pública y privada de los moradores. “La casa es inviolable: toda visita que no sea amiga de la dueña o de vendedores de perfumes o telas está prohibida. Si vienen amigos del hombre, éste no les permitirá llegar al patio: los recibe en una habitación que da al zaguán y cuando se marchan los despide allí mismo”.

La ciudad, que habiendo sido la capital del mundo occidental en el siglo X,  llega a su decadencia por las distintas  guerras de taifas.

Entre los distintos capítulos que componen el libro destaca el destinado a Medina Zahara, del esplendor  de una ciudad palaciega  al abandono de la  memoria, la vida de Medina Azara fue exigua.

“Abderramán III nunca pudo imaginar que su obra, su palacio y su estado, duraría apenas medio siglo. El califa tenía miedo de no ver la ciudad terminada, en el año 936, en el día y en la hora que los astrólogos consideraron propicios, se enterró la primera piedra de la ciudad. Apenas seis años más tarde la corte ya estaba allí”.

La Medina se construyó en las estribaciones de la Sierra Morena, edificada en terrazas, con los más bellos mármoles, rodeada de hermosos jardines y con el esfuerzo de muchos trabajadores.

“Madinat Al-Zahra, la ciudad de la soberbia, se hunde como la torre de Babel: al menos de ella quedan las ruinas”.

Lectura realmente recomendada para entender y conocer la Córdoba de los Omeyas.

Nota de la autora: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo, no tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”

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