Fecha última actualización 13/08/2021 por El Viajero Accidental

Fuerteventura es la isla que está más próxima al continente africano y, al igual que su vecina Lanzarote, la parte más árida del archipiélago.

Podríamos pensar que responde a la idea de una pequeña isla, con alguna palmera solitaria en un terreno árido y volcánico, pero la isla es mucho más, es la historia de sus gentes viviendo, amando y luchando por su sustento en un trocito de desierto en el Atlántico.

La isla desde el avión aparece como desterrada del continente africano, separada de él apenas 97 kilómetros y asomando una pequeña colina cerca del aeropuerto. Pronto se descubre que su gran superficie de costa está repleta de playas muy extensas. Un solo municipio como es Pájara tiene 136 km de costas.

Tras un año de trabajo nuestra pretensión se centraba en playa, vuelta y vuelta, y nos equivocamos… la isla tiene mucho que ver.

 

Vamos a empezar por las playas pero en próximos artículos iremos desgranando mucho más porque sin duda lo hay.

Está claro que las playas de la isla son espectaculares. Al llegar, lo primero que quisimos conocer fueron las impresionantes dunas de Corralejo. Es una maravilla contemplar durante 8 kilómetros unas dunas, finísimas, formadas por la erosión del viento, por restos de conchas, moluscos… y debajo de esa arena se encuentra el típico malpaís, ese suelo volcánico tan característico de las Islas Canarias. La sensación es de bienestar y de paraíso natural, por ello creemos que la carretera que las atraviesa, la FV-1, debe mantenerse únicamente como vía de acceso a las dunas.

 

El Parque Natural de Corralejo ocupa una franja costera de 2,5 km. por 10,5 km.. Está situado en el nordeste de la isla. Su parte norte la constituyen las dunas de Corralejo bañadas por las aguas del Océano Atlántico que son el mayor campo de dunas de las islas Canarias, en puro contraste con la parte sur del parque natural que es volcánica. Las mejores playas en las dunas de Corralejo son la Playa Larga, Playa del Moro y Playa Alzada, todas ellas bañadas por aguas turquesas.

Cuando caminas por las dunas de Corralejo da la sensación de estar haciéndolo por un desierto y te viene a la cabeza más que nunca la definición que Unamuno hizo de Fuerteventura: “ese pedazo de África sahárica lanzado al Atlántico“.

 

 

Son playas todas ellas que se prestan a la práctica del nudismo, por su extensión en la que puedes estar sin molestar a nadie, y de los deportes naúticos por su clima y por los vientos alisios.

 

Con tantos kilómetros de playas, nos vamos a encontrar muchas opciones para elegir y muy diferentes entre sí. Las playas de la Costa Calma, las playas de Sotavento, las de Barlovento, las de la Isla de Lobos, la del Gran Tarajal, la de La pared que debe su nombre a un muro que separaba los dos reinos prehispánicos Maxorata y Jandía, las próximas al Faro Tostón, que guía a la gente del mar…

 

En muchas playas de la isla te vas a encontrar construcciones circulares de piedras volcánicas que son para protegerse del viento, las llaman corraleros o goros. También es habitual que en los terrenos próximos a las playas nos encontremos con pequeños montículos de piedras en equilibrio, llamadas apachetas, que parecen construcciones de culto.

 

Hablar de las playas de Fuerteventura y recomendar alguna en particular es algo temerario, por la gran cantidad que hay y porque cada persona o familia tiene sus preferencias, pero aún así nos vamos a atrever a destacar tres de ellas.

En primer lugar mencionaríamos la playa de El Salmo, se encuentra en la zona de Sotavento de Jandía. Es impresionante, es una delicia de aguas turquesas, área fina y gran longitud que te permite tomar el sol o leer un buen libro sin la recomendación de la madre de al lado sobre el bocadillo del niño, y además es nudista.

¡Sin duda una de las que más nos impresionó en toda la isla!

La playa de Ajuy en el oeste de la isla. El pueblo de Ajuy se encuentra en el municipio de Pájara y está situado en la desembocadura del barranco de Ajuy. Se trata de un acogedor y pequeño pueblo marinero. El pueblo de Ajuy conserva todavía el aspecto de una pequeña población costera. Es una zona formada por pequeños barrancos.

 

Es un terreno de relieve accidentado y encontramos importantes colonias de tarajales (un pequeño árbol típico de Canarias) y palmeras. Es muy conocido por las originales cuevas que encontramos en las montañas que rodean la playa y el pueblo en general y que se pueden visitar de forma totalmente gratuita.

 

La playa tiene una arena volcánica finísima y alrededor encontramos espectaculares dunas solidificadas. Hay que tener cuidado con el mar porque aunque a ratos no lo parezca presenta un fuerte oleaje… y os lo dice alguien que se baña en Galicia cada verano.

 

 

Por último, la playa de Cofete, en el suroeste de la isla. Cofete es una delicia para los sentidos. Preciosa, lejana a la civilización, fuera del mundo. Para acceder debes atravesar una carretera sinuosa y sin asfaltar, emprendiendo uno de esos trayectos en los que, por alguna extraña razón, se conduce durante mucho tiempo y al ver el cuentakilómetros éste nos dice que apenas hemos avanzado un breve trecho del camino. El paisaje lo merece, al igual que hacer una parada en el mirador, donde se siente un fuerte viento y la inmensidad del horizonte. A quien no le apetezca conducir o no haya alquilado coche, no tiene que perderse la experiencia ya que puede ir en guagua, la playa cuenta con una línea regular desde Morro Jable, por un módico precio.

 

 

Sin duda es la playa más virgen y salvaje de la isla, pero no sólo es playa por eso la he dejado para el final. Os recomendamos un paseo por el pequeño pueblo de pescadores que allí sigue latente con sus casas al pie de las impresionantes montañas. Nos contaba Marcela Pardavila, gallega afincada en Fuerteventura que fue quien nos recomendó qué ver en la isla, que “cada mes de junio se celebra una famosa romería en honor a San Juan de Cofete. Los romeros y las romeras caminan unos 4 kms para llegar a su capilla, ataviados con sus vestimentas típicas canarias y por supuesto, cargados de instrumentos que desprenden acordes y cánticos del maravilloso folclore de las islas. No faltan timples y voces que lo envuelven todo de alegría y baile ni sus comidas, sus vinos y verbenas que acaban con fuegos artificiales y hoguera”.

 

Nos encontramos en la península de Jandía que hasta hace pocos años fue de un solo propietario. El ingeniero Gustav Winter compró la península de Jandía y en Cofete se construyó una casa con una torre en 1946. Sobre el porqué no sabemos nada. Construyó una casa donde no vivió, y aunque hubiese habitado la casa la integración con los vecinos sería muy difícil por su ubicación. La carretera de acceso aún hoy es una aventura.

La Casa Winter se encuentra en medio de un paraje espectacular. Si la visitas nos cuenta Marcela que allí mismo te recibe Pedro Fumero, quien en primera persona te narra las leyendas (quizá no tan leyendas) del paso de los nazis por la isla y la invasión que Franco les permitió para sus experimentos. No deja indiferente…

 

Winter construyó una vivienda en medio de la nada, la misma nada que hoy nos encontramos, con la salvedad de cuatro casas que atestiguan la existencia de un pueblo y un cementerio abandonado, ubicado en la playa ¿Por qué alguien compra una península entera, construye una casa en un lugar tan apartado, no la habita y vive en Morro Jable? Y todo esto en un escenario de posguerra mundial.

Con todos esos ingredientes no es difícil imaginar las leyendas que circulan sobre la vivienda ¿Quien vivió allí? ¿Algún mandatario nazi que necesitaba estar lejos de todo? ¿Era un lugar de reunión de espías? Incluso circula la hipótesis de que fue un centro de avituallamiento de submarinos alemanes. La propiedad ahora está ubicada en un parque natural. La familia Winter vendió su casa a finales de los años noventa a una cadena de hoteles, que pretende convertirla en uno de sus establecimientos conservando su fachada y sus leyendas, pero a día de hoy Pedro Fumero sigue viviendo allí.

En esta zona de la isla nuestras vecinas serán las cabras, que tanto han ayudado a la economía insular… ¡Nos encanta el queso majorero que se hace con su leche!

El cementerio de Cofete que mencionábamos antes resulta también impactante, ya que las tumbas están excavadas directamente en la arena finísima de la playa.

 

La verdad es que como dice Marcela Pardavila: ¡Cofete es una miscelánea de sensaciones que nadie debe perderse!

Os recomendamos que la visitéis en días de poco viento y que tengáis sentidiño con las corrientes de esa loca costa oeste. Un último consejo es que llevéis comida y bebida por la falta de servicios de la zona. Existe un restaurante que no siempre está abierto.

¡Como veis maravillosas playas que nos permiten descansar, pasear, o practicar muchos deportes náuticos, pero la isla es mucho más y os lo contaremos!

 

Nota de la autora: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo. No tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”

 

 

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