En nuestro séptimo día de roadtrip por Francia, el viernes, abandonamos nuestro campamento base en Saint-Malo para dejar Bretaña y seguir conociendo Normandía. Fue un día con dos partes totalmente diferenciadas y cuando acabéis de leer el relato de lo que vimos ese día, creo que entenderéis perfectamente a qué me refiero.

Son tantas las referencias a todo lo acontecido durante las 2 guerras mundiales en esta zona que es inevitable no dejarse llevar por la curiosidad de ver cómo han mantenido la memoria histórica de todo lo sucedido para intentar no cometer los mismos errores. En mi caso, no hubiera necesitado tal excusa, estudié la especialidad de Historia Contemporánea en mi carrera universitaria por cómo la profesora de esta asignatura en COU nos transmitió el interés por ambas guerras trayendo periódicos de las fechas claves y haciéndonos palpar mucha documentación de esos períodos en sus clases. Por todo ello, poner el pie en lugares tan emblemáticos era algo que me apetecía, si bien la sensación resultaba agridulce.

Nuestra primera parada fue en Port-en-Bessin-Huppain, perteneciente al departamento de Calvados, en la región de Baja Normandía y el en el cantón de Ryes. Se encuentra en el corazón de las playas del desembarco de Normandía, y por su ubicación privilegiada se convirtió en 1944 en la cabecera de una red de oleoductos que tenía como objetivo abastecer de carburantes a los aliados. Muestra de que siempre ha sido un lugar estratégico para la defensa de la zona, es la Tour de Vauban, de finales del siglo XVII, que se conserva y está declarada monumento histórico desde 1948.

De ahí nos fuimos directamente a conocer la playa de Omaha, y como podréis adivinar no dudé en poner el pie en la arena de esta playa de 8 km de longitud que tuvo un papel importante en el famoso desembarco de Normandía. Al hacerlo se produce una sensación extraña, sabiendo que aquel “Día D” supuso un alto número de muertos, y de hecho es una playa en la que encuentras muchas excursiones de estudiantes escuchando cómo fue el desembarco, pero no son playas a las que los habitantes de la zona le den un uso lúdico, se respira un gran respeto.

Después de contemplar la playa nos dirigimos al Cementerio Americano de Normandía, sobre el acantilado de la misma playa. Nos encontramos en Colleville-sur-Mer, siguiendo en la Baja Normandía y en el departamento de Calvados, en el distrito de Bayeux y en el cantón de Trévières. Lo que se siente al contemplar cerca de 10000 cruces por los soldados muertos en las contiendas, te hace sentir un escalofrío que no se transmite estudiando o impartiendo “Historia” en un aula. De hacer sentir esto también se encargan en los distintos museos que dedican a todo ello, en el caso del que incluye este cementerio os aseguro por experiencia que lo consiguen totalmente, a través incluso de algunos documentales que te hacen saltar alguna que otra lágrima viendo las vidas de civiles y militares antes de que la guerra se las arrebatara. Os aseguro que una parte del recorrido hacia el siguiente destino fue en total silencio en el coche… Es una visita que merece la pena pero que hay que saber que toca la fibra sensible.

Y así pusimos rumbo a Honfleur, deteniéndonos antes en Trouville-sur-Mer, siguiendo en la Baja Normandía y en el departamento de Calvados pero cambiando al distrito de Lisieux. Es una población que data de la Edad Media y que en el siglo XIX fue una localidad marítima de moda hasta que la creación de Deauville le restó protagonismo. Llama la atención su casino, una construcción de 6500 metros cuadrados y de estilo colonial. Así que después de contemplar el casino y la playa de Trouville, nos dirigimos a Deauville, que está al lado, y que ha sido la localidad que le ha robado gran protagonismo a la anterior. Si bien toda la importancia le ha venido dada en gran parte por sus centros de ocio, casinos y hoteles de lujo, que la han convertido en la “reina” de las playas normandas y en el núcleo principal de la “Costa Florida” en la que veranean gran cantidad de parisinos, por encontrarse tan sólo a 200 km de la capital.

A media tarde llegamos a nuestro destino final para ese día: Honfleur. Después de las sensaciones de la mañana, uno de los mejores lugares posibles para tomarse un descanso y desconectar contemplando sus bellas calles y su puerto.

Honfleur es una comuna portuaria en el departamento de Calvados, que se encuentra en la zona sur del estuario del río Sena, muy cercana al puerto de Normandía, que la une con El Havre, marcando el contraste entre la tranquilidad del primer lugar y el dinamismo industrial del segundo.

Una de las cosas que más sorprende al llegar es la luz de su cielo, y por otra parte, al pasear por sus calles llama la atención la gran cantidad de galerías de arte. Si piensas que su puerto fue pintado en repetidas ocasiones por Courbet, Monet y Jongkind, que formaron la Escuela de Honfleur, de gran importancia para el surgimiento del impresionismo, todas las piezas encajan perfectamente. Sólo en el caso del casco antiguo se encuentran más de 20 galerías de arte.

Una de las joyas de esta población es el Viejo Dique, Vieux Bassin, en el centro del puerto y en el corazón de la localidad, rodeado de casas altas y estrechas, con fachadas de madera o piedra, y en algunos casos recubiertas de pizarra, construidas en los siglos XVII y XVIII, que se reflejan en sus aguas. En un lateral se encuentra la “Lieut enance”, sede del ayudante del gobernador y el único punto en el que todavía queda algún resto de las antiguas fortificaciones que rodearon Honfleur, que en su día estuvo cerrada por muralla y foso.

Otro de los edificios que destacan en el puerto es la iglesia gótica de Saint Etienne, construida en el siglo XIV y ampliada en el siglo XV, y que da nombre al muelle. Esta iglesia ha tenido casi tantas vidas como un gato, pues primero se dedicó al culto hasta la Revolución Francesa, luego fue tienda, bolsa del comercio, lugar de venta del arenque y actualmente es el Museo de la Marina, que recoge la historia de Honfleur. Tiene un pórtico de madera y un alto campanario revestido de madera.

Hay que destacar también en el recorrido por esta ciudad, la iglesia de Ste Catherine, construida en el siglo XVI por los maestros carpinteros de sus astilleros, completamente de madera, a excepción de los cimientos, y con un campanario peculiar. Es la iglesia de madera más grande de Francia y tiene una cúpula separada del edificio principal.

Y después de pasear por sus calles y tomar una cerveza acompañada de música en directo en uno de sus bares, cenamos y disfrutamos de las especialidades de la zona. Elegimos, recomendados por los recepcionistas del hotel un lugar llamado “Au Relais des Cyclistes“. Allí pudimos probar los camarones de la zona, distintos a los que comemos aquí, más claros y con una textura más arenosa, diferentes. Y como no podía ser de otra manera, probamos el Calvados para poder opinar… En Honfleur nos hospedamos en un Hotel Ibis, como algunos sabréis esta cadena de hoteles ofrece 3 “personalidades” distintas, en este caso era un Styles, el Honfleur Centre Historique, y la verdad es que como su propio nombre indica tenía una ubicación fantástica (en Quai de la Tour), el hotel está bien y el trato es muy agradable.

Y por hoy dejo aquí nuestro recorrido que ya va llegando a su fin… sólo me queda una última entrega que no por ello será menos relevante. Es más, fue la que más me sorprendió, en breve os cuento…

ENLACES MENCIONADOS:

Restaurante Au realais des cyclistes: http://www.restaurantaurelaisdescyclistes.com/

 

Nota de la autora: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo, no tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”

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