Nos vamos a ir Suiza… Un año más nos encontramos en Chamonix (Francia), invitados por nuestros amigos Mari y Steiner, de quién diremos que son unos magníficos anfitriones y muy generosos, no solo con su tiempo. Nuestros amigos ya nos habían invitado a conocer el CERN y el Montblanc, y  aún así volvieron a acogernos con una amplia sonrisa.

Y  aquí estamos, en Chamonix, asombrados con el glaciar que se ve a través de nuestras ventanas, deslumbrados con la belleza de los Alpes y desayunando croissants para irnos a la montaña, ya que en nuestro primer día de vacaciones nos hemos inclinado por realizar una ruta de senderismo.

A primera hora nos dirigimos a la oficina de turismo para recoger información sobre los distintos itinerarios que se pueden realizar en el valle, que cuenta con 350 kilómetros de senderos que lo recorren. Como os podéis imaginar existen muchas posibilidades a la hora de elegir, de manera que puedes optar por el que más se adapte a tus aptitudes y preferencias. Nosotros nos inclinamos por la ruta denominada “Balade à la Floria” que es de dificultad media, lo que nos permitió disfrutar con el excepcional paisaje montañoso que rodea al pueblo, la distancia la recorrimos con calma y hablando, por lo que la experiencia resultó muy gratificante y además tuvimos mucha suerte con el tiempo.

La montaña nos llenó de buen rollo, estábamos entusiasmados cuando, ya de vuelta a Chamonix, estuvimos paseando por el pueblo, que es una preciosidad, tomando unas cervecitas en sus terrazas y disfrutando a tope.

Al día siguiente comenzamos nuestro recorrido por Suiza, de este viaje destacaré tres localidades, visitadas siguiendo los consejos de nuestros expertos anfitriones.

Nos levantamos temprano para irnos, en nuestro monovolumen alquilado, a Gruyères, en el cantón de Friburgo, que se encuentra a algo menos de dos horas de nuestro campamento base: Chamonix.

Este cantón suizo cuenta con un paisaje prealpino, ondulado, lleno de colinas, en cuyo centro nos vamos a encontrar con el pueblo medieval de Gruyères, dominado en lo alto por su castillo.

Al pueblo no se puede acceder en coche, existe un aparcamiento disuasorio donde dejarlo de forma gratuita. Al comenzar a subir la cuesta te ilusionas con un paisaje precioso, parece que estés en un escenario de los cuentos infantiles. Es un pueblo algo turístico pero entrañable, mantiene su estructura medieval, con su muralla, sus calles, que están llenas de rincones bellamente adornados y su castillo, dominando el pueblo. Este castillo es el segundo más visitado de Suiza, solo superado por el castillo de Chillon a orillas del lago Leman. Antiguamente pertenecía a los Condes de Gruyerès pero hoy es propiedad del estado.

 

Callejeando por este bonito pueblecito medieval merece la pena fijar nuestra atención en algunos edificios que destacan en la calle principal, que lo atraviesa de lado a lado. No dejéis de ver LÁuberge de la Halle fijándoos en los bloques de piedra con un agujero, que tiene enfrente, que servían como medida del grano, y ya continuando con la ascensión por la calle mayor te encuentras con el edificio de El Calvario construido en el S XVI con fines de almacenaje de grano. Cuando estéis allí si os dais media vuelta y buscáis en el suelo, encontrareis un redondel en piedra, en el suelo, que es lo que queda de la columna de la picota.

En la visita a esta localidad resulta casi imposible no ver la fuente que se encuentra en el centro de la calle mayor, si bien esta fuente no tiene mayor interés que haber sido construida para abastecer de agua a toda la ciudad.

Y ya que estábamos en Gruyeres no podíamos dejar la ciudad sin probar el queso que la ha hecho mundialmente famosa. Encontramos un local precioso, solicitamos la carta y cuando nos pusimos a consensuar que podíamos comer nos contestaron en español, descubriendo a una compatriota casada con un suizo-alemán, que nos orientó genial. Pedimos una raglette, una fondue que sirven acompañada de pequeñas patatas cocidas sin pelar, cebollas y pepinillos; de postre frambuesas con requesón.

De vuelta a “nuestro apartamento” en Chamonix, volvimos a asombrarnos con el paisaje lleno de cuidadas casas rodeadas de árboles y de un césped que parece crecer espontáneamente, cubriendo todos los prados y colinas. Pasamos por continuas praderas, subiendo y bajando una montaña y otra más. Suiza me recuerda a los escaparates de esas tiendas en las que se venden trenes en miniatura, que recorren por raíles diminutos un paisaje alpino, lleno de abetos.

Cuando se está de viaje, se disfruta pero hay que madrugar. Eso nos pasó a nosotros, al día siguiente tuvimos que levantarnos temprano, nuestro objetivo era llegar al cantón de Berna donde mayoritariamente se habla alemán, menos mal que el segundo idioma más hablado es el francés, que lo domina uno del grupo. Nos esperaba un buen recorrido hasta llegar a nuestro destino, la localidad de Interlaken.

Para llegar recorrimos una impresionante carretera de montaña, en medio de los Alpes Suizos.

 

Al ver por primera vez Interlaken quedamos impresionados, esta localidad podría describirse como una gran explanada, rodeada de montañas alpinas y situada entre los lagos, Thor y Brienz.

El enclave es idílico, por ello ocupa uno de los primeros lugares en los sitios turísticos de Suiza, a pesar de ser una localidad de algo más de seis mil habitantes cuenta con dos estaciones de ferrocarril y dos funiculares.

 

La gran explanada central es única en el mundo, una enorme extensión verde desde donde puedes ver tres picos emblemáticos de los Alpes berneses, el Eiger (3970 metros), el Mönch (4099 m) y el Jungfrau (4158 m). Traducidos del alemán “el ogro”, “el monje” y “ la doncella”.

La cara norte del Mönch es una pared vertical de 1.500 metros que se ha convertido en un continuo desafío para los más avezados montañistas, su dificultad es extrema.

Toda la región de Jungfrau- Aletsch-Bietschorn, fue declarada en 2001 primer Patrimonio Mundial Natural alpino de la Unesco.

Interlaken es una localidad en la que elviajeroaccidental puede practicar muchas actividades deportivas: parapente,senderismo, escalada, esquí, golf, vela, remo, windsurf, pesca… y también disfrutar de una maravillosa excursión en el funicular de Harderbahn, que en solo 10 minutos te posibilita unas vistas maravillosas de la ciudad, los dos lagos y los picos montañosos de esta parte de los Alpes.

 

Como curiosidad diré que en el fondo de los dos grandes lagos existen municiones y restos de explosivos de los que se deshizo el gobierno suizo entre los años 50 y  los 70, pero que nadie se asuste. Miles de turistas disfrutan anualmente de las actividades que se pueden hacer. Los países con costa nos deshacemos del armamento en el océano, los suizos optaron por los lagos

Tras disfrutar de tantas actividades, pensamos que había que descansar. ¿Qué mejor que un balneario?

En el Cantón de los Grisones, existe una pequeña localidad alpina, Vals, que apenas supera ligeramente los 1000 habitantes, situada en el valle Valsertal a 1252 metros de altitud, y que es conocida por sus aguas termales que brotan a una temperatura de 30 grados. Comunicarse con sus habitantes se complica, en este cantón se habla francés, alemán y romanche, así que va a depender de con quién te encuentres.

En este tranquilo y acogedor pueblo se encuentra el balneario de Vals, recomendado por nuestros amigos y anfitriones de Chamonix, quienes nos comentaron que lo había construido el arquitecto Peter Zumthor, ganador del premio Pritzker (conocido coloquialmente como el nobel de arquitectura, ya que es el premio de mayor prestigio que se le puede dar a un arquitecto). Antes de ir a Vals, nosotros no conocíamos ni a P. Zumthor ni la existencia del premio Pritzker, así que para no parecer unos brutos ante nuestros anfitriones consultamos rápidamente Google. Ah!!! pero cuando estás en el balneario comprendes porque fue galardonado su diseñador. Utilizó el granito de la zona para crear un edificio que se mimetiza con el entorno a través de su cubierta con césped que parece parte de la montaña donde se asienta.

Resulta increíble encontrarse un balneario tan espectacular en medio de la montaña.

Nosotros nos alojamos en el hotel del balneario, fuimos hasta allí en coche y conviene que sepáis que la carretera termina allí, para continuar elviajeroaccidental debió darse la vuelta.

Si queréis alojaros dentro del balneario, en el complejo hotelero, cosa que recomiendo debéis escribirles directamente a esta dirección: http://7132.com/en . Echadle un vistazo, merece la pena.

Sobre el balneario diré que es impresionante, ya está todo dicho. Cuando estás en sus piscinas exteriores puedes observar el valle y sus vacas pastando tan panchas.

Nosotros llegamos a la conclusión de que las vacas en Suiza son de atrezzo, sino es imposible que estén tan bien colocadas, sabiamente esparcidas por el prado, de tal forma que parecen la escena perfecta. ¿Quizás las haya diseñado P. Zumthor?.

Nota de la autora: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo, no tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”.

 

Si queréis leer otro artículo en el que también hablamos de Suiza, aquí lo tenéis:

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