Buenos Aires es una ciudad preciosa, con barrios centenarios, calles emblemáticas como la Avenida 9 de julio – la más ancha del mundo- y la Avenida Corrientes -eje de la vida nocturna-, animadas plazas,  numerosos museos, establecimientos hosteleros que son una seña de identidad – como el Café Tortoni-… y con numerosos parques y jardines, entre  los que destaca el Jardín Japonés, que  en este mes de junio de 2017, cumple 50 años de su construcción y posterior inauguración.  

Se trata del jardín japonés más grande del mundo fuera de Japón.

Fue inaugurado, en  1967, por el entonces Príncipe Heredero Akihito y la Princesa Michiko -hoy emperadores-  desde entonces ha recibido numerosas visitas. Con el dinero de las entradas y de las actividades que organiza la Fundación Cultural Argentino Japonesa, se autofinancia el jardín.

Si queremos conocerlo  debemos dirigirnos al elegante barrio de Palermo, diseñado con grandes avenidas y zonas verdes; el jardín japonés se encuentra dentro de una de ellas, concretamente dentro del Parque Tres de Febrero, que es el pulmón verde de la ciudad. Este  impresionante parque es conocido por los bonaerenses como Los bosques de Palermo y no me extraña,  porque ocupa una gran extensión de terreno, 80 hectáreas,  contando con varios lagos, grandes arboledas, diversos jardines, un zoológico, un planetario, un hipódromo, un jardín botánico…

 

Los bosques de Palermo son muy frecuentados por los habitantes de la ciudad para hacer picnics,  practicar actividades deportivas, recorrer en bote de remos o en pedaletas sus lagos artificiales o, simplemente, leer a la sombra de sus grandes árboles.

El jardín japonés es un lugar que incita a la calma y a la contemplación, con un cuidado diseño. Desde 2008 está declarado “Bien de Interés Histórico Artístico Nacional”.

Cuenta con una extensión de 3 hectáreas. Encontramos un lago, lleno de carpas Koi. Es una especie muy querida en Japón, China, Vietnam y Corea, y es el resultado de cruces entre varias carpas comunes que vivían en arrozales. Es ornamental, sólo puede vivir en piscinas, estanques o jardines. En acuarios no sobrevive porque cada ejemplar adulto necesita un metro cúbico de agua.

Las carpas Koi son omnívoras pero con tendencia hervíbora. Se caracterizan por su longevidad y simbolizan el amor, la virilidad y la amistad. Dice una leyenda que nadan contracorriente en las cascadas para convertirse en dragón.

 

Encontramos también diversos elementos arquitectónicos y numerosas plantas de origen japonés -como bonsái, kokedama, sakura (cerezos)  y azaleas.

 

Cuando nos adentremos en el jardín veremos una cascada que representa los caminos de la vida, atravesaremos dos puentes de color rojo: uno curvo (Taiko Bashi) que representa la comunicación entre la vida terrenal y la vida celestial y otro realizado en zigzag (Yatsu Bashi) que es el puente de las decisiones.

 

El jardín japonés es un espacio abierto a los visitantes y un centro de encuentro de la comunidad japonesa ya que allí celebran sus fiestas tradicionales. Si vuestra visita se prolonga quizás queráis participar en alguna actividad que allí se realiza, como cursos de cocina, cultivo de bonsái,  origami (plegado de papel), ikebana (arte del arreglo floral)…

Dispone de un magnífico restaurante dentro del jardín, en el que os aconsejo que degusteis lo mejor de la cocina japonesa siguiendo además sus rituales a la hora de la comida. Sólo por probar su sushi merece la pena conocerlo.

Es recomendable también la visita a la Casa de Té –Chashitsu– inaugurada en 2011. Si además deseas comprar algún bonsái o algún recuerdo de artesanía japonesa, puedes pasarte por su tienda.

Para llegar al jardín puedes desplazarte en bicicleta, la ciudad de Buenos Aires es apropiada para este tipo de transporte y desde 2010 cuenta con  el sistema de Ecobici. Solo tienes que retirar una bicicleta en estaciones distribuidas a lo largo de Capital  Federal y disfrutarla de forma gratuita. La devuelves en cualquier estación cercana al jardín.

Espero que lo disfrutéis.

Sayonara.

 

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