De estos 3 lugares también te hablamos en uno de nuestros podcasts en Radio Viajera:

El miércoles abandonamos Quiberon y pusimos rumbo a Saint-Malo como destino final del día. Durante la jornada aprovechamos para conocer nuevos lugares.

La primera parada fue Josselin, localidad bretona situada en el departamento de Morbihan, que cuenta con la distinción de “Cité de Caractére” (localidades con encanto) y situada en el centro de Porhoët, “una región entres bosques”.

El corazón de esta localidad, de unos 2500 habitantes, es su barrio medieval, el barrio de Saint-Croix. Es tan antiguo como el castillo que lo domina, uno de los castillos más bonitos de Bretaña. Este castillo construido sobre el río Oust, en el que se refleja a ciertas horas, y de estilo gótico flamígero, fue fundado en el siglo XII por la familia Rohan. De las ocho torres que tenía sólo se mantienen tres en pie. A día de hoy sigue habitado por los descendientes de sus fundadores.

No podéis dejar de pasear por la Rue du Val d’Oust, de perderos por las calles medievales, y disfrutar contemplando las casas de los siglos XVI y XVII.

Otro punto recomendable a visitar es la Basílica Notre-Dame-du-Roncier, también de estilo gótico flamígero. Comenzó a construirse en el siglo XIII, pero como tardó 3 siglos en finalizarse puede contemplarse la mezcla de estilos. Por ejemplo en el interior llama la atención que empezó siendo románico y se mezcló con vidrieras de los inicios del gótico. Son alucinantes las tres gárgolas que salen del edificio, y no puedes dejar de observarlas.

Supone un esfuerzo subir hasta lo alto de la torre de su campanario, pero de verás que merece la pena el esfuerzo de esos 160 escalones, no debéis perderos las impresionantes vistas de la villa, del castillo y del río. Eso sí, advierto que la subida es un poco agobiante por la estrechez y trazado de caracol de las escaleras de piedra, sin apenas sitio donde realizar un descanso para tomar aire.

En la parte trasera de la basílica se encuentra el ayuntamiento de la ciudad.

Ayuntamiento de Josselin en Bretaña

Ayuntamiento de Josselin

Josselin era uno de los destinos preferidos de los duques de Bretaña durante mucho tiempo. Y si paseas un rato por el puente de Saint Croix, y disfrutas de sus casas decoradas con flores, tendrás un motivo más para entenderlos.

A 10 km de Josselin se encuentra “Le calvaire de Guéhenno”, con su monumental “vía crucis”, que destaca por la riqueza de sus detalles.

Calvario de Guehenno

 

Río Rance en Dinan en Bretaña

Río Rance en Dinan

Desde ahí nos dirigimos a Dinan, preciosa localidad fortificada, siguiendo en Bretaña y cambiando al departamento de Côtes d’Armor. Dinan era una “comuna” francesa hasta el 1 de enero de 2018 que ha pasado a ser una “comuna delegada” (equivalente al municipio español) de la “comuna nueva” de Dinan al fusionarse con la comuna de Léhon. El centro histórico de la ciudad domina el río Rance, a 75 metros de altura en el borde de un altiplano. Las murallas que rodean la población, a lo largo de unos 3 km, son las más importantes y largas de Bretaña. Sería imperdonable perderse las vistas desde sus torres.

El río Rance comienza a ser navegable en Dinan y lo es hasta que desemboca en el mar en Saint Malo. Es una ciudad con dos zonas claramente definidas: por un lado, el centro histórico amurallado, en el que se respira medievo por cada esquina, y por otro la zona del río con su puerto fluvial.

Esta ciudad medieval cautiva con sus casas medievales de entramado de madera acabadas en tejados puntiagudos.

Uno de los edificios que llama la atención cuando empiezas a pasear por Dinan es la Torre del Reloj, Tour de L’Horloge, es originalmente del siglo XV y se ha convertido en un símbolo de la ciudad. En principio se construyó para ser el archivo del consejo de nobles, y el cometido de la torre era tener un lugar desde el que avisar en caso de incendio, ya que este tipo de accidentes era frecuente al tener muchas construcciones de madera. En el siglo XVI se le añade el reloj y se eleva a la categoría de campanario.

Otro de los monumentos destacables de Dinan es la iglesia de Saint Malo, de estilo gótico flamígero. Se inició su construcción en 1490 y se finalizó en el siglo XIX.

Iglesia de Saint Malo en Dinan

Y paseando llegamos hasta la basílica medieval de Saint-Sauveur, San Salvador, que se ha convertido en símbolo del románico de la región, y en la que destaca su pórtico de este estilo.

Se encuentra en la parte más alta de la ciudad. Se empezó en 1120 con estilo románico bizantino, fue sufriendo modificaciones durante el siglo XV, y la aguja que remata la torre del siglo XVII es de 1779.

En la parte trasera de la basílica de Saint Sauveur está el Jardín Inglés, cuya construcción se inició en 1853 en el solar en el que había estado situado el antiguo cementerio de Saint Sauveur. Se bautiza como el Jardín Inglés en homenaje a la amplia colonia inglesa de Dinan.

Desde este punto se puede iniciar el paseo “Promenade de la Duchesse Anne”, que se habilitó en esta parte noroeste de la muralla, y que nos permite disfrutar de unas magníficas vistas.

Vista desde la muralla de Dinan en Bretaña

Vista desde la muralla de Dinan

Al finalizar el día llegamos a Saint-Malo, en el departamento bretón de Ille y Vilanie, dónde teníamos reservadas las dos siguientes noches.

Entrando en Saint Malo

La principal puerta de acceso a la ciudad es la porte St-Vincent, por la que se accede a la place Chateaubriand, y se dispone de un parking público en las inmediaciones de dicha puerta de entrada.

Nuestro hotel, L’Universe, estaba en plena plaza de Chateaubriand, con lo cual era fácil realizar la visita caminando. En dicha plaza encontramos el castillo de la duquesa Ana de Bretaña, que data de 1424, y que hoy alberga el Hotel de Ville -el Ayuntamiento- y el Museo d’Historie de la Ville.

La ciudad “intramuros” es la delicia del peatón. Al viajar a principios de octubre era fácil encontrar aparcamiento en los parkings exteriores, de pago, cercanos a las puertas de entrada a la ciudad intramuros, y dedicarse a caminar y contemplar la ciudad desde la perspectiva que ofrecen las murallas.

Sant-Malou, nombre en bretón, fue totalmente reconstruida después de las dos semanas de bombardeos que la destruyeron en 1944, pero se ha hecho conservando todo el estilo de la parte antigua.

 

Saint Malo tiene una fuerte identidad como pueblo, que se refleja en el dicho popular: “ni francés ni bretón, soy malouin”.

Merecen la pena las vistas desde la muralla de Fort National, levantado sobre un escollo frente a la playa de Éventail. Forma parte del sistema defensivo creado en el siglo XVII para defenderse de los ingleses. ¿Recordáis que en el artículo de Belle-Ile, al visitar Le Palais hablamos de las fortificaciones de Vauban? Pues bien, Fort National también forma parte de los sistemas defensivos de Vauban. Por increíble que parezca viéndolo con pleamar, es accesible a pie durante la bajamar. Y es que, a pesar de que somos gallegos todos los compañeros de viaje, de nacimiento o de adopción, y de estar acostumbrados por ello a las diferencias entre mareas, lo que ocurre en Bretaña, sorprende de forma impresionante. La diferencia entre la pleamar y la bajamar es abismal, puede llegar a haber una diferencia en el nivel del agua de 13 metros de altura. En la playa de Éventail la bajamar nos deja ver al completo las filas de troncos que protegen las murallas cuando el mar está bravo.

Cuando bajas de las murallas también hay mucho que ver perdiéndote por sus calles. Os lo recomiendo.

Y después del recorrido por las calles y por la muralla de Saint Malo como recompensa del guerrero os recomiendo que os paséis por Les Brassins de Saint Malo, hacen su propia cerveza, a pequeña escala, pero la primera cerveza hecha en Saint Malo. Dejaos aconsejar por sus camareros, cuando os explican las diferencias entre unas y otras. Volvimos los dos días que estuvimos allí porque era un lugar muy agradable.

Para cenar en esta ocasión optamos por probar los mejillones de la zona, distintos a los gallegos en tamaño y color pero muy sabrosos. La mayoría de restaurantes estaban abarrotados, optamos por L’Equipage, que si bien es especialista en crepes, hemos de decir que los mejillones típicos de la zona los preparaban estupendamente.

Y para tomar “un digestivo” después de la cena optamos por la terraza cubierta del propio hotel “L’Universe” bien situado, bien decorado y con buen servicio.

El jueves teniendo aún como base Saint Malo, fuimos a conocer Mont Saint-Michel, como haciendo un guiño a la disputa entre bretones y normandos sobre si pertenece a unos u otros y es que “el río Couesnon, en su locura, emplazó el Mont Saint-Michel en Normandía” pero la bahía está en Bretaña. Es gracioso ver cantidad de imanes, camisetas y otros souvenirs con dibujos alusivos a esta disputa, como alguno que muestra a un normando a un lado del monte y a un bretón a otro, tirando cada uno de una cuerda para acercarlo más a su zona. Aprovecharé esta controversia como punto de unión con la siguiente entrega y dejaremos aquí el relato por hoy…

¡Ah! Por cierto, no quiero finalizar este artículo sin recomendaros que leáis la reseña sobre “La luz que no puedes ver”, escrita por el viajero accidental José Luis Conde, novela en la que Anthony Doerr nos habla de Saint Malo y que lo llevó a conseguir el Premio Pulitzer para obras de ficción en 2015.

 

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