Este artículo forma parte del viaje que contamos en nuestro Podcast, “Alemania, Baviera y Selva Negra” que puedes escuchar en ivoox. ¡¡Incluye entrevistas, reseñas de libros y mucho más!!

Vamos con la segunda parte de nuestro viaje, la primera ya la pudisteis ver en un post anterior, pero aquí está si queréis repetir.

Una vez acabamos nuestra estancia en Baviera, nos encaminamos a Freudenstadt, una ciudad pequeña realmente, ya en el estado de Baden-Württemberg. Desde Inzell, donde nos encontrábamos, son unas cuatro horas en coche, todo por la autopista A8. Un comentario se merecen las autopistas. Aparte de que en estos momentos Alemania ha decidido renovarlas enteras, lo que sorprende a un visitante es la velocidad en los tramos…sin límite de velocidad. Que nadie se asuste si le adelanta un Porsche a 200km/h en una recta. Ocurre con total normalidad.

Puesto que el viaje era largo decidimos visitar por el camino dos ciudades: Augsburgo y Ulm. Fue una gran idea en ambos casos.

Nuestra primera parada fue en Augsburgo. La típica ciudad de tamaño medio en Alemania, tiene muchas cosas que ver. Fue fácil llegar al centro y aparcar. Llegamos casi sin darnos cuenta al mercado (era sábado), al Stadtmarkt. Animadísimo, muy recomendable con sus puestos de comida y la parte central cubierta. De ahí a la plaza del ayuntamiento, por cierto en obras también, y paseamos por sus calles amplias, por supuesto con los tranvías.

 

 

 

En Augsburgo merece la pena visitar dos sitios más. La St Anne Kirche, una iglesia protestante en el centro de la ciudad con unas capillas realmente hermosas.

 

 

 

De ahí a la catedral, comenzada en estilo románico y acabada en gótico, se encuentra en una plaza donde quedan restos de la antigua muralla romana y de la iglesia original del s.X. Afortunadamente los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial no la afectaron apenas.

Y continuamos nuestro camino hacia Ulm.

Ulm ya está en Baden-Württemberg, el estado donde pasamos la segunda parte del viaje. Ulm realmente nos encantó. De nuevo una ciudad animada, con mucho que ver:

Su ayuntamiento por ejemplo, con toda la fachada decorada con frescos. Y sus calles en cuesta que conducen al Danubio.

 

Y desde aquí nos fuimos paseando hacia la plaza central, donde está la Iglesia Mayor (Münster).

 

 

 

La Iglesia Mayor de Ulm es una iglesia, que no catedral porque nunca ha residido obispo, luterana de estilo gótico, comenzada en el s.XIV y terminada en el s.XIX. La peculiaridad es que tiene la torre de iglesia más alta del mundo, 161m. Merece la pena.

 

 

Y para terminar en Ulm nos encontramos con una fiesta por la calle, en un barrio. Animación a tope, cerveza, vino, chorizo y jamón serrano (de verdad) y un plato típico local (Spätzle, pasta) cocinado con salchichas. Poco faltó para quedarnos.

 

 

 

Y ya de aquí a Freudenstadt, más en concreto a Zwieselberg, un conjunto de casitas a 8km del centro ya dentro de la Selva Negra. Ahí nos quedamos en otra casa rural, la Haus Waldesruh. Esta casa está regentada por Ursula Wälde, encantadora a más no poder.

 

 

 

El hecho de que no hablara nada de inglés y nosotros el alemán más básico no impidió que nos relacionáramos de maravilla. Para dar una idea de la localización lo mejor es ver esto:

Este era el recorrido de mi carrera por las mañanas, de lujo la verdad.

Primer día por la Selva Negra

En nuestro primer día por la Selva Negra visitamos Rastatt, Baden-Baden y la ruta por carretera (B500) a través de la Selva Negra entre Baden-Baden y Freudenstadt.

Nuestra primera parada fue Rastatt. Esta pequeña villa al norte de la Selva Negra guarda varios sitios interesantes que ver. En especial la componente barroca de sus edificios.

Desde aquí nos dirigimos a Baden-Baden. Para mí el atractivo de esta antigua ciudad balneario bordea ya el kitsch (más sobre Baden-Baden). No se puede negar su carga histórica y lo agradable de su aire, pero se acerca ya mucho a un parque temático.

 

 Desde Baden-Baden tomamos la ruta B500 en dirección a Freudenstadt (ver en Google maps). Muy recomendable este recorrido por la montaña, con buenas carreteras, aunque ojo con el tráfico en especial si es un día de fiesta porque las aglomeraciones son importantes. Muchas rutas a pie y en bicicleta (y con esquís en invierno).

Una vez en Freudenstadt nos dimos una vuelta para conocer mejor esta villa que tiene la plaza más grande de Alemania.

Es también una ciudad balneario. Destaca la iglesia luterana que está en una de las esquinas de la plaza. Un ejemplo del trabajo de reconstrucción del país tras la Segunda Guerra Mundial ya que fue casi totalmente destruida.

Freudenstadt es también un sitio de renombre en gastronomía. En concreto a pocos kilómetros hay dos restaurantes de renombre: uno es el Schwarzwaldstube y el otro el Bareiss. Nosotros esta vez nos decidimos por cocina tradicional en el centro de Freudenstadt, sobre todo si se va con niños o adolescentes es un sitio excelente y con una agradable terraza exterior (Turm-Bräu Brauhaus).

Segundo día por la Selva Negra: Friburgo de Brisgovia

En nuestro segundo día por la Selva Negra llegamos a Friburgo. Merece Friburgo al menos un día porque hay una lista interminable de sitios que ver, aparte del encanto de las propias calles. La ciudad de Alemania con más días de sol, las numerosas instalaciones solares dan fe de ello.

Nosotros nos centramos primero en un paseo para ver los edificios principales (Ayuntamiento Viejo, Casa de la Ballena, Puerta de San Martín, Puerta de Suavia).

A partir de ahí continuamos con un recorrido por calles de la ciudad.

Recomiendo en especial la Alderhauser Klosterplatz (en el centro arriba).

Y finalmente llegamos a la catedral de Friburgo. Esta maravilla gótica requiere ser vista, sobran las palabras.

En fin, varios días se pueden pasar en Friburgo, pero nosotros teníamos que ir aprovechando las últimas horas en Alemania.

Así que resumo aquí lo que nos dio tiempo a ver hasta nuestro vuelo de vuelta en Frankfurt.

Destacar en St. Peter, un pueblo cercano a Friburgo, la iglesia barroca.

Y camino de Frankfurt nos detuvimos en Heidelberg. Ciudad universitaria donde hay mucho que ver, aunque nosotros solo teníamos ya un par de horas.

Algunos comentarios finales, más bien gastronómicos. Las cervecerías son sitios normalmente de calidad para comer en Alemania. Por no hablar de la cerveza, en especial la Augustiner, una delicia. Si se llega a una cierta saturación sin embargo, para nosotros la cadena Hans im Glück fue una solución cómoda.

Bueno, hasta la próxima aventura.

 

 

 

Nota del autor: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo, no tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”

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