Soy sevillana. Una cálida tarde de mayo, las palmeras de la avenida del mismo nombre y el aleteo de cientos de palomas blancas de la plaza de América me recibieron al nacer. Desde aquel bendito momento y hasta hoy, he disfrutado, me he deleitado y he exprimido todo aquello con lo que me ha ido obsequiando mi ciudad: paseos por el parque de María Luisa, una luna llena en la calle Betis, una vuelta en barca por la plaza de España, un rajeo de guitarra en el barrio de Santa Cruz, varias óperas en la Maestranza, un papelón de jamón en La Pañoleta, una tapa de adobo en Blanco Cerrillo, rebujitos en la feria de abril, agua de Sevilla en la Carbonería, cervezas en la plaza del Salvador, el Tremendo, la Alameda, calle Betis, La alfalfa, Las Columnas, la Cervecería de San Jerónimo, el Arenal… Seis intensísimos meses de Expo´92, muchas madrugás perfumás de azahar sin pegar ojo porque el hambre de arte siempre le ha podido a la resaca de sueño, 86 sensaciones distintas repartías por los cinco sentíos ante una levantá, una mecía o una revirá de un paso de palio. Cielo azul intenso casi todos los días del año, frío al cruzar el río de madrugá a la vuelta de la feria de abril, calor a cualquier hora desde junio a septiembre, escalofríos al entrar en el callejón de la Inquisición, más escalofríos aún al acercarse el son del muñidor de la Sagrada Mortaja, respeto, sosiego y fascinación ante el arte oculto de innumerables rincones del Cementerio de San Fernando…


Acepté escribir sobre Sevilla. “¡Ojú, qué complicao..!” No esperéis objetividad total. Lo confieso, soy una apasionada de mi ciudad y seguro que lo notaréis según vayáis leyendo.  Una vez aclarado esto ¿Qué originalidad podría aportar yo de un lugar del que ya todo está escrito? Y pensando y pensando… Quizás enfocándolo desde mi entorno y mis vivencias y, centrándome en lugares menos populares, pero que me han removido el alma provocándome sensaciones especiales, podría daros una versión distinta de otra Sevilla que seguramente, en parte, desconozcáis.

Comenzaré por aportar algunos datos interesantes: Sevilla con el casco antiguo más extenso de España y uno de los tres más grandes de toda Europa, se configuró en 1171 como la capital del gran imperio almohade abarcando desde la actual Cataluña hasta Libia. Entre el siglo XIII y XV están operativas en Sevilla las Atarazanas Reales, obra gótica y mudéjar diseñada para la construcción de galeras, es el astillero más antiguo de Europa. En 1503,  se convierte Sevilla en el único puerto que enlaza con el Continente americano, constituyéndose como el foco comercial más importante de Europa. En 1922, en el puente de Triana, acaparamos compañía de vapor con faro y muelle propio y todo ello, englobado en una ciudad de interior.

 

¿Qué me decís de Itálica? La primera ciudad romana fundada fuera de la cuna de su propio Imperio que alberga el mayor y más antiguo asentamiento romano de la península. En su seno han nacido nada menos que 2 emperadores sevillanos (de Teodosio existen dudas de su lugar de nacimiento, pudo ser Cauca -Segovia- o Itálica).

También vive en Sevilla la Catedral gótica más extensa del mundo y la tercera más grande de los centros religiosos mundialmente hablando. Tales son sus dimensiones que según Gautier, hasta la mismísima Nôtre Dame de París podría pasear dentro de la nave central con la cabeza bien alta.

Catedral, Giralda y Templete de la Virgen del Triunfo en Sevilla

Catedral, Giralda y Templete de la Virgen del Triunfo

El Alcázar de Sevilla, es el palacio real en activo más antiguo de Europa. En sus jardines atesoramos el único órgano hidráulico que se conserva en España, data del siglo XVII.

 

El Archivo General de Indias, el mayor existente de la actividad de España en América y Filipinas, que contiene información sobre la historia, la geografía y los viajes a los mencionados territorios, acumula más de nueve kilómetros lineales de estantería.

En cuanto a óperas, en torno a 150 están ambientadas en Sevilla y si mencionamos estatuas, tenemos la más grande de España: “El Huevo de Colón”, con 45 metros (32 m. sin el armazón).

Y en esta pequeña introducción llena de magnitudes, curiosidades, siglos de historia y enormidades, he de mencionar a la Alameda de Hércules, configurado como el jardín público más antiguo de Europa. Y, ganando terreno, dentro de monumentos de corte contemporáneo: el Metropol-Parasol (Las Setas), que aúnan pasarela panorámica con fantásticas vistas de la ciudad sobre una plaza en alto, un Antiquarium y un mercado. Todo ello alojado en una construcción única que cuenta con la estructura de madera más grande del mundo.

Quizás tenga yo sin saberlo, algo de ese tópico andaluz que adjudica a mi pueblo la “exageración” como característica inamovible. Quizás, no lo niego. Puede que sea yo “una mijita sagerá”, pero en este caso no necesito sobredimensionar nada. Sevilla es y fue un cúmulo de exageraciones bien avenidas que han llenado su esencia de grandiosidad.

Sevilla pasea en torno a tres millones y medio de turistas anuales que se reparten a lo largo de los doce meses del año (incluidos esos en los que la temperatura sevillana es similar a la de primera línea de volcán en erupción. Mi enhorabuena a la osadía y valor de quienes nos visitan en época estival, ahora su abanico laboral les faculta también como soldadores, manipuladores de vidrio con soplete y para la extinción de incendios, todo ello a cuerpo, sin ropa ignífuga ni elementos de protección).

Pues bien, todos estos visitantes realizan un recorrido similar por la ciudad. Acuden a los principales monumentos o puntos interesantes, haciendo una visita más o menos minuciosa, según los días de que dispongan. Y así, el turista se despide de la ciudad habiendo trazado un recorrido similar a los otros tres millones cuatrocientos noventa y nueve mil novecientos noventa y nueve visitantes. Pero ¿qué hay de esos rincones escondidos que no ven luz en los folletos turísticos? Esos que están detrás de algo, dentro de un recinto, tras un callejón, en el interior de un restaurante, en un barrio olvidado, rodeado de cipreses… Justo esos rincones o cachitos pasados por alto, que me han producido sensaciones especiales, van a ser los protagonistas de mi historia.

Os propongo un recorrido y una visión “distinta” de Sevilla.  Seguidme…

Hay en pleno centro, muy cerquita de la Catedral, una placita semicircular con mucho encanto que está rodeada por un edificio lleno de arquerías y pinturas al fresco, un resto de la muralla de la ciudad y junto a ella, una pequeña fuente. Es la Plaza del Cabildo, un “retal” de relax en pleno centro. Podemos acceder a ella desde la avenida de la Constitución, desde la calle Arfe por un pasillo con mucho encanto o por  la calle Almirantazgo. Llegaos a verla.

Por cercanía a la misma, os podéis dirigir a la Giralda y cuando estéis a sus pies, bajad la cabeza y miradle los pinreles a la reina mora. Descubriréis lápidas funerarias romanas que fueron reutilizadas para su construcción.

Muy cerquita de allí, está la plaza de Santa Marta, otra pequeña zona de paz dentro del bullicio turístico. Tiene los naranjos más altos de Sevilla, y es altamente aconsejable su visita en primavera. En el centro tiene un crucero procedente del Hospital de San Lázaro, realizado en 1564. Cuenta la leyenda que en esta plaza Doña Inés robó la razón a Don Juan Tenorio. Desde ahí, dirigíos a la Plaza del Triunfo, llamada así debido a que en 1755, bajo los efectos del terremoto de Lisboa, no hubo que lamentar daños personales entre los feligreses que habían acudido a la Catedral a oír misa, dicha ceremonia decidió terminarse en esta plaza, siendo considerado un triunfo la inexistencia de víctimas ante tal suceso. De ahí le viene el nombre al lugar y al Templete con la Virgen y el niño en brazos, que se conoce por la Virgen del Triunfo.

Templete de la Virgen del Triunfo en la plaza del mismo nombre en Sevilla

 

Si seguís mi recorrido sevillano alternativo y subiendo por la calle Mateos Gago, descubriréis un restaurante italiano, El Restaurante San Marco, ubicado en la calle Mesón del Moro 6-10. Su nombre viene del siglo XV, por ubicarse aquí un mesón regentado por un judío que según orden de los Reyes Católicos, estaba obligado a ofrecer alojamiento a los moros que previa solicitud del mismo, visitaban la ciudad. El interior del restaurante mantiene la estructura de arcadas de lo que fueron unos antiquísimos baños árabes.

A 4 minutos andando desde este punto está la calle Mármoles, llamada así por sus famosas columnas que se conservan escondidas a 5 metros de profundidad con respecto al nivel de la calle. Se cree que son restos de un antiguo templo romano.  Eran seis columnas, tres se conservan in situ y de las tres restantes, dos se trasladaron en el siglo XVI a la Alameda de Hércules, y otra más se rompió en su traslado al alcázar. No olvidéis que son los monumentos más antiguos de Sevilla. Dirigíos después a Santa María la Blanca, un templo en cuya estructura habitan vestigios árabes, judíos y cristianos. Es la única iglesia sevillana que conserva restos de las tres culturas religiosas.

 

En la misma calle, os encontraréis un hotel cuyo interior atesora 19 casas judías conectadas entre sí. Éstas forman un pequeño barrio secreto a través de su laberinto de calles y pasadizos subterráneos. Nada más acceder al lugar es como retroceder al pasado. El hotel se llama “Las Casas de la judería” y se encuentra en Calle Santa María la Blanca nº 5.

 

A su derecha y cruzando un callejón estrecho, os sorprenderá la Calle Verde de San Bartolomé, situada junto a la iglesia del mismo nombre. Es uno de los rincones más desconocidos de Sevilla. Se trata de una callejuela estrecha con la singularidad de estar cubierta por un techo vegetal formado por las plantas que cuelgan de los balcones y que le da un toque mágico (excepto en pleno invierno, fecha en la que quise fotografiarla pero tristemente el nombre de la calle aún no asoma entre sus ramas). Esta nominación es de las más antiguas del barrio, ya existente en el siglo XIII. Destaca en esta zona, la presencia de unas cadenas en el balcón de la vivienda de la intersección de la calle archeros. Esto era señal de que un rey había pernoctado en esa habitación. Según la leyenda, fue Carlos V.

Cerca de la zona está la calle Doncellas, muchos equivocadamente llaman al fondo de esa calle la Plaza de las Cruces, la calle de las Cruces Verdes o de las Tres Cruces. Lo primero responde a que hay dos cruces de madera incrustadas en la pared que estuvieron pintadas de ese color. Fueron adosadas de este modo por un solo motivo: el cabildo sevillano en el s. XVIII, suprimió cualquier obstáculo que entorpeciera el tráfico de los carros. Situadas al final de la calle, encontrareis tres columnas de piedra rematadas con 3 cruces de hierro forjado.

 

Plano de mi recorrido alternativo

Dentro del Alcázar hay algo interesantísimo. Cuando hagáis la visita de rigor, tened en cuenta que en sus jardines está ubicado un órgano hidráulico del siglo XVII. El único que se conserva en España y uno de los tres que quedan en Europa. A través de sus tuberías de plomo, funciona el sistema de forma automática cada hora en punto desde las 10 h a las 19 h. Se pueden oír dos piezas de Francisco de Correa Arauxo.

Si queréis disfrutar de un paseo agradable, tenemos la Alameda de Hércules, el jardín público más antiguo de Europa construido sobre un pantanal en 1574. En la actualidad, uno de los espacios más cosmopolitas y activos de la capital. Su amplia oferta gastronómica, su diversidad y su variopinto ambiente a todas horas del día y la noche; unido a los conciertos, bailes, exposiciones o ferias que en ella se dan, la convierten en una visita imprescindible.

También os aconsejo como visita imprescindible, el Centro Andaluz de arte Contemporáneo, ubicado en el Monasterio de la Cartuja de Santa María de las Cuevas. Sus paredes a lo largo de la historia han sido ermita franciscana, monasterio, retiro espiritual de Felipe II, cuartel de los franceses e incluso, fábrica de loza y porcelana. En su entrada podréis contemplar una obra muy curiosa de Cristina Lucas que homenajea a Alicia, personaje de Lewis Carroll, como crítica al enclaustramiento y la opresión que padecen muchas mujeres. Su cara y su enorme brazo, parecen intentar librarse del encierro al que está sometida. Y si lo que os apetece es un paseo por una pasarela en alto con magníficas vistas, plaza, antiquarium, mercado y zona de bares: Las Setas o Metropol-parasol.

 

En Sevilla-norte y a solo 2 Kms. del centro histórico de la ciudad, hay un barrio muy interesante olvidado y desconocido para el turismo. Es mi barrio: San Jerónimo. Se denominan así el barrio, el parque allí ubicado, y el meandro natural del río.

Plano de mi barrio… San Jerónimo

Todo ello debido a la cercanía del Monasterio de SAN JERÓNIMO de Buenavista. Cenobio fundado en el siglo XV con más de 600 años de antigüedad y declarado en 1964 monumento histórico artístico. Es una joya invisible, cuya conservación y promoción ha sido casi inexistente. Es muy interesante su visita. Se conserva el claustro principal, la torre del campanario y la imprenta. Suele utilizarse en la actualidad para actos culturales. A tener muy en cuenta que en la zona que alberga la actual Biblioteca Pública residió una de las primeras imprentas españolas del siglo XVI. Salieron de allí impresos los primeros libros (no manuscritos) que se exportaron a América: las bulas papales para el nuevo mundo.

También en San Jerónimo y dentro del Parque de Colón está la estatua más grande de España “El nacimiento de un hombre nuevo”, dedicado a Cristóbal Colón. Obra del artista ruso Tseretelli Konstantinovich. Fue donado a Sevilla para la Expo´92 por el gobierno ruso y el propio autor. El conjunto, tenía tal envergadura que su traslado hasta Sevilla no fue fácil. Llegó por mar hasta Santurce, desde donde fue trasladado por carretera hasta Sevilla en siete camiones tipo tráiler y dos vehículos especiales para las piezas de mayores dimensiones.

Así mismo, en San Jerónimo, en el cruce de caminos formado por la antigua senda o camino real de Sevilla-Córdoba y la senda inicial de la ruta de la Plata, se encuentra el Santo Negro. Templete o humilladero de estilo gótico mudéjar levantado para afianzar la fe. En su interior estaba San Onofre, receptor de plegarias de los viandantes y viajeros al cual le solicitaban un buen viaje. Tanto el templete como el Santo fueron integrados hasta 1914 en la edificación de una venta. Al derribo de la misma, sale a la luz el templete, pero se desconoce el paradero del Santo. El templete fue restaurado y en el lugar de San Onofre, se colocó un Sagrado Corazón de hierro fundido y patinado con pintura negra que le da el nombre con el que se le conoce en la actualidad: “El Santo Negro”.

Es de tal importancia para los residentes en San Jerónimo, que desde hace unos años incluso se creó una romería espontánea en su honor en la que los peregrinos recorren el Monasterio de San Jerónimo, cruzan por el parque del Alamillo y  llegan al templete por el sendero peatonal.

 

Otro dato interesante y siguiendo el hilo de templetes, es el concerniente a la cerveza que consumimos en Sevilla, la Cruzcampo. Pues bien, he aquí el motivo de su nombre y un poquito de historia. El Templete de la Cruz del Campo fue un humilladero medieval con una modesta cruz de madera. Su fecha de construcción es dudosa, fue datado en 1380. En la cuaresma de 1521 se instauró la celebración del Santo Vía crucis por las calles de Sevilla. Se iniciaba en la Casa de Pilatos y finalizaba a pocas manzanas del humilladero de la Cruz del Campo. Este hecho se pudo considerar más tarde como el origen de la Semana Santa de Sevilla. Tanto el nombre del templete como la silueta del mismo, han servido de marca de las famosas cervezas.

Y dentro de lo que yo llamaría “Lugares tétricos que no puedes perderte en Sevilla” está el Cementerio de San Fernando. Se trata de todo un museo al aire libre lleno de panteones, estatuas y rincones colmados de simbolismo. De especial interés, la visita a la tumba de Antonio Machín y la estatua del Cristo de las Mieles, llamado así porque en verano de 1907 de su boca manó miel que provenía de un panal de abejas situado en su interior. Esta obra de Antonio Susillo, preside el Cementerio de Sevilla. Bajo ella, descansa su autor que según la leyenda, se suicidó al comprobar que había tallado las piernas al contrario.

También es muy aconsejable la visita a las tumbas de los toreros: Paquirri, Espartero, Belmonte y la más espectacular de todas: la de Joselito el Gallo. Otro lugar tétrico sevillano es el callejón de la Inquisición, situado en el barrio de Triana, lugar por el que los reos eran conducidos para ir a la cárcel o a la hoguera. Me sigue produciendo escalofríos cruzarlo. Y dentro de este lote tétrico está el Cementerio de los ingleses. Se encuentra junto al Monasterio de San Jerónimo y data de 1855. Fue adquirido para dar sepultura a los marineros ingleses que morían de tuberculosis. En él reposan los restos de doscientas cincuenta personas.

Monumento a Joselito "El Gallo" en el cementerio de Sevilla

 

Tanto para los visitantes que retornan, como para los sevillanos que quizás se sorprendan con detalles o datos que desconocían de este recorrido que propongo: a todos, os reto a disfrutar de los rincones más olvidados de esta Sevilla alternativa. Ya me contaréis.

Y ahora, es cuando mis amistades de otros lugares del mundo me dirán:

– No me llevaste a esos rincones olvidados cuando hicimos el recorrido por Sevilla.

A todos ellos he de decirles:

– Primero necesitas tocar toda la silueta de Sevilla para tener derecho a profundizar en el alma de lo desconocido ¡Tienes que venir más a menudo! ¡Aquí te espero, miarma!

Aquí acaba este auténtico qué ver en Sevilla.

Bibliografía consultada:

curiosasevilla.blogspot.com.es
http://www.sevillaguia.com/
http://www.sevilla.org/areas-tematicas/turismo
alcazarsevilla.org
explorasevilla.es
sevillapedia
WIKIPEDIA
www.sevillanisimo.es
http://www.worldliteraryatlas.com/es/quote/la-desmesurada-catedral-de-sevilla

Nota de la autora: “No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo y no tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente”

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